Usted está aquí: miércoles 27 de agosto de 2008 Opinión Las obras en colaboración de Elena Garro

Javier Aranda Luna

Las obras en colaboración de Elena Garro

No abundan los artistas que logran devorar su obra con su biografía. Los muchos reflectores que cultivó Warhol no nos han distraído de su apuesta plástica; ni el terrible proceso judicial emprendido contra Wilde, del que da cuenta él mismo en De profundis, ha logrado opacar El retrato de Dorian Gray. Elena Garro y sus seguidores cada vez están más cerca de lograr que el personaje se coma a la escritora, que la palabrería deshilvanada y la mitomanía sean el centro de atención más que la obra.

Y tal vez sea lo más conveniente. Hace unos días la “biógrafa oficial” de Elena Garro nos asestó nuevamente la cantinela de que no se ha reconocido como se debe la obra de la escritora.

Pero en lugar de hablarnos con seriedad de la importancia de los cuentos, novelas y obras de teatro de Garro, regaña a los lectores por no rendir culto público a quien se ha convertido en su Santa Patrona, el personaje sin el que sería una scholar más, más interesada en la fama que en la investigación misma.

Esa cantinela, por otra parte, no es nueva. La inició la propia Elena Garro y quienes creyeron a pie juntillas en su teoría del complot que, según ella, le urdió el Estado, los intelectuales mexicanos y, claro, su ex marido Octavio Paz, con quien estuvo casada entre 1937 y 1959, aunque vivieron separados mucho antes.

Llama la atención que quien nos reclama no haber reconocido suficientemente la obra de Garro haya investigado tan poco y tan mal al centro de su devoción. Otros investigadores están contribuyendo a mostrarnos el verdadero rostro de Elena Garro con más eficacia y menos pedantería.

Pienso, por ejemplo, en Gabriela Mora, quien al publicar hace unos meses la correspondencia que mantuvo con la autora de Los recuerdos del porvenir nos la pinta de cuerpo entero.

También pienso en Enrico Mario Santí, minucioso biógrafo de Octavio Paz, quien al investigar sobre el Nobel mexicano encontró evidencias que apuntan al hecho de que una obra fundamental en el trabajo de Garro como lo es Felipe Ángeles, fue escrita en colaboración con el poeta. A su paso por México, Santí me confió que cuenta con evidencias documentales muy interesantes que podrían darnos luz al respecto y que serán dadas a conocer en breve.

Esta última noticia no debería sorprendernos demasiado: Octavio Paz siempre estuvo más cerca de las tropas revolucionarias que Elena Garro. No olvidemos, por ejemplo, que el padre de Paz fue secretario del mismísimo Emiliano Zapata, por lo que el poeta no sólo conoció de nombre a los revolucionarios sino que convivió desde muy chico con ellos.

A 10 años de la muerte de Elena Garro, tal vez lo más conveniente sea que el personaje se coma a la escritora. Que sepamos que Garro fue empleada de la Dirección Federal de Seguridad en el régimen represor de Díaz Ordaz y que su Jefe directo y amigo, su Dartagnan adorado, fue ese personaje tan de las tinieblas como lo fue Fernando Gutiérrez Barrios, responsable de la represión más brutal contra los movimientos políticos contrarios al régimen durante la época de la guerra sucia. Que nos enteremos que lejos de escribirle los textos a Paz, como ella decía (“él sólo le pone el polvo dorado”) escribió en colaboración con él una de sus obras más representativas.

Siempre será mejor leer una obra escrita en colaboración con Paz que la descripción de ese personaje inventado por Elena Garro en colaboración con scholars más interesados en el brillo del circo literario que en las obras.

Ojalá que el griterío que acompaña a la Garro de manera cíclica termine por expulsarnos al silencio y allí podamos darle el valor que merecen a sus obras donde “la verdadera realidad es lo que no ocurrió”.

 
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