Usted está aquí: jueves 21 de agosto de 2008 Deportes Nunca declinó a pesar de las injusticias en su contra

La Jornada Olímpica

■ Desde niño le gustó el deporte de las patadas y lo apoyaron sus padres

Nunca declinó a pesar de las injusticias en su contra

■ Hace un año le robaron la pelea ante Óscar Salazar rumbo a los JP

Rosalía A. Villanueva

Ampliar la imagen Júbilo del mexicano al conocer el fallo en su favor Júbilo del mexicano al conocer el fallo en su favor Foto: Conade

Memo, como se le conoce en el medio deportivo, comenzó a dar sus primeras patadas a los cinco años de edad, porque su familia, como la mayoría de las mexicanas, es aficionada al futbol, deporte que se le negó ante su fascinación por las películas de Bruce Lee en su natal Taretán, donde empezó en una modesta escuela de taekwondo.

Es Guillermo Pérez Sandoval hijo único de una familia de clase media, propietaria de un negocio de juguetes y regalos, cuyos padres, María de Lourdes y Guillermo, debieron financiar su viaje a la capital china con el mexicanísimo boteo, relató la progenitora, quien siempre ha impedido que su vástago se caiga.

El ahora campeón olímpico, quien estudió la licenciatura en administración de empresas en Uruapan y desea abrir una escuela de TKD, la suerte no siempre le sonrió cuando ya era un competidor de alto nivel.

Uno de los factores que lo dejó a un lado en más de una competencia fue haberse entrenado bajo la tutela de Reinaldo Salazar, padre de Óscar, subcampeón olímpico de Atenas 2004, quien siempre apoyó y prefirió a su hijo en el plano internacional que el michoacano de la misma edad.

En el alto rendimiento Memo superó lesiones e indiferencia de los directivos y hasta pensó en el retiro, pero la llegada de José Luis Onofre, Premio Nacional de Deportes, le cambió el destino. El entrenador capitalino le dijo que para ser campeón se requieren tres actitudes: constancia, disciplina y ambición.

Fue apenas el año pasado cuando ambos soportaron la última puntilla, después de que a Memo le robaron el triunfo en el selectivo a los Juegos Panamericanos de Río para dárselo a Óscar, quien no ganó esa justa ni clasificó al Mundial de Pekín, donde Pérez Sandoval obtuvo la medalla de plata y María Espinoza se proclamó monarca del orbe.

 
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