Usted está aquí: sábado 9 de agosto de 2008 Deportes Majestuosa exhibición del poderío económico chino y su cultura milenaria

■ Sin mensajes políticos se inauguró la edición 29 de los Juegos Olímpicos

Majestuosa exhibición del poderío económico chino y su cultura milenaria

■ El ex gimnasta Li Ning encendió el pebetero, en un sorprendente recorrido en el aire

Agencias

Ampliar la imagen La flama en el gran pebetero coronó la ceremonia diseñada por el director de cine Zhang Yimou La flama en el gran pebetero coronó la ceremonia diseñada por el director de cine Zhang Yimou Foto: Reuters

Ampliar la imagen Gran estruendo causó la entrada de la delegación china en el estadio Nido de Pájaro Gran estruendo causó la entrada de la delegación china en el estadio Nido de Pájaro Foto: Reuters

Ampliar la imagen Miles de artista participaron en la ceremonia Miles de artista participaron en la ceremonia Foto: Reuters

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Pekín, 8 de agosto. Después de meses de dudas y protestas en defensa de los derechos humanos en China antes de la celebración de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, el país más poblado del mundo hizo realidad su sueño e inauguró la justa deportiva de mayor magnitud del planeta.

China gritó al mundo su intención de elevarse al nivel de las grandes potencias con una memorable fiesta de inauguración, que culminó con el encendido del pebetero que, como si se tratara de una metáfora, ardió con una furiosa llama después de que el chino Li Ning, triple medallista olímpico en Los Ángeles y hoy prominente empresario textil, lo encendió alzado por el aire, sujeto con cables y tras dar una vuelta olímpica arriba de los 91 mil espectadores reunidos en el estadio nacional de Pekín.

El mandatario chino, Hu Jintao, declaró oficialmente inaugurada la edición 29 de la justa, momentos después de que el presidente del Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge, calificó a Pekín 2008 como la “puerta abierta al futuro”, e invitó a los atletas a “comportarse como modelos para la juventud del mundo”.

Más de 80 jefes de Estado y miembros de la realeza asistieron a la ceremonia, entre ellos el presidente estadunidense George W. Bush, el francés Nicolas Sarkozy, el brasileño Luiz Inacio Lula da Silva y el primer ministro ruso Vladimir Putin.

“China ha soñado durante mucho tiempo con abrir sus puertas al mundo y acoger a los atletas de todos los continentes para los Juegos Olímpicos. Esta noche este sueño se ha hecho realidad. Bravo, Pekín”, dijo Rogge en inglés.

En una exhibición de su nuevo poderío económico, China ha invertido 43 mil millones de dólares en estos juegos, considerados el acto más fabuloso sobre la tierra. Unos 100 millones de dólares, el doble que en Atenas 2004, se destinaron para las ceremonias de apertura y cierre.

Todo un entramado de luz y pólvora puso marco a la fiesta diseñada por Zhang Yimou, un director de cine cuyos primeros filmes fueron censurados en su propio país, pero que acabó siendo rehabilitado.

Legados chinos

Envueltos en el sofocante calor pequinés, los espectadores, que llenaron el estadio mejor conocido como Nido de Pájaro, “viajaron” a través de los 5 mil años de historia de la civilización china, pasando por la invención del papel, el desarrollo de la caligrafía, la gran muralla o la ópera de Pekín.

La plana mayor del gobernante Partido Comunista vio cómo 15 mil personas dieron forma a un espectáculo en el que no faltaron los guerreros de terracota, la tinta china o el tai chi, el ancestral arte marcial que más de 2 mil personas practicaron al unísono en un magnífico juego de coordinación.

El gobierno chino pidió repetidamente que no se politizara el acto, hasta tal punto que el padre de la patria, el antiguo presidente Mao Tse Tung, quedó apartado de la ceremonia.

Bush, primer mandatario estadunidense que asiste a una inauguración de Juegos Olímpicos fuera de su país, aprovechó su estancia en Pekín para abogar por la libertad de expresión. Reclamos en torno al Tíbet, la censura y el respeto a los derechos humanos persiguieron a la antorcha durante todo su periplo internacional, con fuertes protestas antichinas.

Algo de eso se entrevió en el desfile de las 204 delegaciones. El público chino dio un aviso a la numerosa delegación estadunidense –la principal rival del anfitrión en el medallero– de lo que puede encontrarse durante las próximas dos semanas, al recibirla con una mezcla de aplausos y abucheos.

Mucho más calurosa fue la recepción que se dio a Rusia o a Corea del Norte, que desfiló varios países detrás de Corea del Sur, a diferencia de los juegos de Sydney y Atenas, donde unieron contingentes como una sola nación. Los norcoreanos exigieron que entre ambos países se pusiera a Fiji, Camerún y Montenegro, debutante tras su separación de Serbia.

Cuba también fue recibido con júbilo similar al expresado a Taiwán, pese a que las relaciones entre Taipei y Pekín son tensas. China reclama la soberanía sobre la isla, desgajada políticamente del continente desde la llegada de los comunistas al poder.

La ovación que recibió Hong Kong fue aún más fuerte. La ex colonia británica, que tiene su propio comité olímpico, participa de forma separada, pese a que está bajo soberanía china desde 1997.

De acuerdo con el alfabeto chino, la representación mexicana ocupó el puesto 197. El mariachi calló y tocó el turno a la gaita en la ronda musical de los continentes, justo a la entrada del grupo tricolor, que desfiló ataviado con trajes de lino en color beige claro, zapatos cafés, corbatas rojas en los hombres y mascadas en las damas con figuras de jaguares y algunos otros motivos nacionales.

La emoción se desbordó cuando entró la delegación anfitriona, que ocupó el último lugar, como suele ser la tradición. El abanderado, el basquetbolista Yao Ming, estuvo acompañado por un niño sobreviviente del terremoto de Sichuan.

Con más de media hora de retraso y bajo la sudorosa mirada de estrellas como el velocista estadunidense Tyson Gay, el basquetbolista alemán Dirk Nowitzki, el español Rafael Nadal, número uno del tenis mundial, y quien ahora lo secunda, el suizo Roger Federer, uno de los más aplaudidos, la antorcha olímpica llegó al estadio después de escalar el Everest y de 137 mil kilómetros de complicado camino a través del mundo.

China quiere elevar su posición en el orbe y el deporte es un perfecto altavoz. A partir de este sábado el gigante asiático luchará con Estados Unidos por ganar en el medallero general, después de ser segundo en Atenas. Tendrá que apelar al número ocho, el de la suerte, aunque la llama acabó encendiéndose tres minutos después de la medianoche, ya en el día 9 de agosto.

 
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