■ Se trata de Christian Salomón Flores, escolta del joven asesinado Fernando Martí
Una filtración pone en riesgo la integridad de testigo protegido
■ Caen esfuerzos de PGJDF por mantener indagatoria en sigilo
■ Delinean acciones a seguir
Las investigaciones en torno al secuestro y homicidio de Fernando Martí se enturbian cada vez más. Los esfuerzos de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) para mantener en sigilo el expediente han sido infructuosos, e incluso la integridad del testigo principal ha quedado en riesgo debido a una filtración.
Por lo pronto, la familia Martí ya está fuera del país.
Después de que se diera a conocer que Christian Salomón Flores, escolta del hijo de Alejandro Martí, quien fue levantado junto con el adolescente la mañana del 4 de junio en la avenida Insurgentes Sur, está vivo, el procurador capitalino, Miguel Ángel Mancera Espinosa, se reunió con sus principales colaboradores para determinar las acciones a seguir.
En un principio se habló de emitir un comunicado de prensa en el cual se reconociera que Salomón Flores es testigo protegido y que el subprocurador de Averiguaciones Previas Desconcentradas, Luis Genaro Vázquez, realizaría la lectura del posicionamiento.
Sin embargo, la decisión se revirtió y la institución prefirió no emitir una postura oficial al respecto.
El 6 de junio, es decir, un día después de que se encontraron los cuerpos de Salomón Flores y Jorge Palma Lemus, el ex subprocurador Rafael Mateos propuso hacer pasar por muerto al primero con la finalidad de protegerlo y sacar ventaja a los secuestradores.
Palma Lemus, quien trabajaba como chofer de la familia Martí desde hace muchos años, y que también fue levantado en un falso retén policiaco, fue ejecutado con arma de fuego. La manera en que privaron de la vida al hombre de más de 60 años no es común en la banda de La Flor.
El cuerpo de Jorge Palma se encontraba en el asiento trasero de un Corsa abandonado en calles de la delegación Coyoacán.
Al principio los policías preventivos no se dieron cuenta que en la cajuela del vehículo se encontraba Salomón Flores. Tuvieron que pasar varios minutos para que los uniformados se percataran de lo que sucedía. Finalmente solicitaron el apoyo de una ambulancia que lo trasladó al Hospital de Xoco.
Salomón Flores presentaba huellas de estrangulamiento, golpes en el rostro y los brazos y tenía una flor en la boca.
Palma Lemus también presentaba hematomas en el cuello, pero a diferencia del escolta, él sí fue ejecutado de un balazo: el chofer, más cercano a la familia del adolescente, trató de defender a Fernando, lo que provocó que le dispararan.
Al parecer la intención de los plagiarios era privarlo de la vida por asfixia, situación que, pensaron de manera errónea, habían logrado con Salomón Flores.
La administración anterior tomó la decisión de no desmentir la versión de la muerte e incluso el ex subprocurador Rafael Mateos aseguró que Salomón Flores había fallecido horas después de haber ingresado en el nosocomio, ya que presentaba muerte cerebral.
Tras un mes en recuperación y una fuerte vigilancia policiaca, Salomón fue dado de alta y ahora permanece como testigo protegido de la institución. Se asegura que ya se encuentra fuera de la ciudad de México y las autoridades reforzaron las medidas de protección tanto a él como a su familia.
En la Procuraduría General de la República (PGR) existen varias averiguaciones previas por secuestro, cuyo modus operandi es similar a la banda de La Flor, se dice que son por lo menos seis expedientes.
En la procuraduría capitalina se siguió con detenimiento los mensajes que la familia Martí envió a los plagiarios por medio de desplegados de prensa. El primero de ellos, dirigido a un tal Arturo, que era como se hacía llamar la persona que establecía las condiciones del rescate, fue pagado a mediados de junio.
Hasta el momento las autoridades locales no han descartado ninguna línea de investigación, por lo que se indaga si efectivos de otras corporaciones policiacas pertenecen a la banda de La Flor.
También se han atendido denuncias en el sentido de que algún familiar de segundo grado de las víctimas haya “puesto” al adolescente de 14 años.