TOROS
Triunfan José Tomás y Castella
Repuestos de las heridas que sufrieron, uno ruidosamente y por partida triple en Madrid, el otro en un pueblo de España y con menos atención mediática, José Tomás y Sebastián Castella reaparecieron anteayer en el coso gallego de Pontevedra, que registró un llenazo, con los cartelitos de “no hay billetes” colgados ante las rejas de las taquillas desde horas antes del festejo.
Como en otros lugares del reino ibérico, la reventa estaba a tope y los periódicos, en su sección de avisos clasificados, publicaron aquí y allá el ingenioso anuncio de “vendo bolígrafo en 2 mil euros y regalo entrada para ver a José Tomás”. Pretexto para eludir la acción de la justicia que no se utilizó invocando el nombre de Castella, ni mucho menos los de Juan Serrano Finito de Córdoba y la ganadería El Torreón, que redondeaban el cartel.
Ante su primer enemigo, Tomás se quedó quieto lo mismo al bajar las manos a la verónica que en el trasteo de muleta, salpimentado de detalles pero ensombrecido por un pinchazo al intentar la suerte suprema, fallo que sin embargo corrigió al segundo viaje para cortar la primera oreja de la tarde. Las cosas pintaban mejor cuando salió su segundo hasta que ocurrió una desgracia.
El bicho se partió un pitón, el juez ordenó que lo cambiaran y el torilero que se disponía a cumplir la orden se distrajo al abrir la puerta de chiqueros, de modo que el peludo se le echó encima y le pegó una cornada grande. Sin inmutarse por la sensación de desagrado que reinaba en los tendidos, José Tomás se plantó ante el sustituto y estructuró una faena más honda y completa, que los pañuelos premiaron con dos orejas.
Ansioso por disputarle a Tomás el título del mejor torero del mundo en estos tiempos, Castella cuajó sendos poemas como acostumbra, exponiendo mucho, aguantando más y quitándose los gañafonazos con poderío, valor y técnica, de tal forma que el público no dudó en sacarlo también a hombros, codo a codo con su rival, mientras Finito se retiraba en silencio al pasar desapercibido, sin haberle dicho nada a nadie, tras la lidia de sus dos morlacos.
En México, por su parte, el novillero Martín Campuzano sufrió una cornada muy seria en el curso del festejo que, también el sábado, se llevó a cabo en la placita del restaurante Arroyo, donde las reses tlaxcaltecas de Yturbe Hermanos se ganaron el respeto de los conocedores. El cartel estuvo compuesto, además, por Alfonso Mateos, Cristian Hernández y Fernando Alzate, que a pesar de sus buenas intenciones no pudieron con los bovinos.