Usted está aquí: viernes 1 de agosto de 2008 Opinión Ruta Sonora

Ruta Sonora

Patricia Peñaloza
[email protected]

■ Abuso manageril. Descartes a Kant

Ampliar la imagen En pleno, Descartes a Kant En pleno, Descartes a Kant

En recuerdo de Alejandro Aura, luz sonriente, instigador del gozo, la imaginación y la alegría; amante de la juventud, el baile y los espacios libres. Feliz viaje, inspirador amigo.

De un lustro para acá, gracias al auge que está teniendo el rock hecho en México, ya sea por la explosión de la Internet (correo electrónico, Myspace, Youtube y los blogs), o por la exposición en medios electrónicos que antes poco se daba, las “grandes” disqueras han dejado de ser ese antiguo “monstruo” que cosechaba ganancias a costillas del talento ajeno. Sin embargo, nuevos monstruitos se gestan, en vista del mismo apogeo. Se trata de los bares y foros que cada día pretenden, con mayor cinismo, quedarse con porcentajes de las entradas, más altos que antes, y las oficinas de booking (agenda) y management, antes escasas e improvisadas, ahora colmilludas y arremedando los viejos estilos de las disqueras. Esto es: armar cotos de poder para “colocar” en medios y festivales a bandas que en nombre del “indie”, fingen desmarcarse de viejas prácticas (“payola”), pero que sin gozar de un mínimo arrastre de popularidad son insertas con calzador mediante intercambios, prebendas varias y un marketing lanzado a través de las mismas plataformas ciberespaciales que han ayudado a quienes no han tenido medios para darse a conocer. Es decir, ya también quienes operan esos medios “democráticos” están dando más espacio a dichos círculos de jerarquía manageril. ¿Y de dónde salen los recursos? De los honorarios híper-inflados que están exigiendo por “sus” bandas, convencidas por su oficina de confianza, de que “deben cotizarse”. ¿Resultados? Decenas de bandas de calidad están siendo relegadas de tocar, al no hallarse dentro de esas cinco o siete oficinas, que a placer negocian quién está y quién no en los pequeños y medianos festivales: “te pongo tal banda popular que me pides, si metes a mis otros chavos, aunque nadie los conozca y a nadie le gusten”. Asimismo, la alta cotización (cobros exagerados que ascienden a los 30 y 40 mil pesos, hablando de bandas de popularidad media) hace que las bandas que comienzan no tengan espacio, pues los bares y foros se elitizan al ver que el rock ya vende; suben sus entradas y si un nuevo grupo no está a esa “altura”, no es “digno” de tocar en ciertos espacios de mediana índole, o tiene que esperar a “abrirle” a grupos más “grandes”, siendo éstos quienes se llevan una desorbitada ganancia y los otros, casi sólo las gracias. Así, a pesar de tener buen recibimiento por parte del público, o tener sencillos exitosos en la radio, muchas bandas siguen relegadas, sin un pago decoroso y sin lugares dignos donde tocar, porque estos foros se hallan copados (no en un cien por ciento, claro) por bandas “palanqueadas” a nivel medio. El problema es que no hay escuelas para managers, y los poquísimos que hay, o abusan o no saben de música y tienen pésimo gusto para elegir a quiénes apoyan. Como siempre, las bandas tienen que volver a darle la vuelta a los tiburones; generar espacios propios y exigir mecanismos más democráticos.

Reto a la cuadratura

Descartes a Kant, a decir del quinteto tapatío de mismo nombre, era sólo el temario que debían estudiar a lo largo de un curso escolar. Después arremetieron con otra acotación: “se trata de dos corrientes de pensamiento de la filosofía moderna, opuestas entre sí, puestas en un solo plano”. Así, del mismo modo, la esquizoide música de Descartes a Kant, ruidosa banda que se autodefine como “bipolar cheerleader hard noise”, va de un lado a otro, a veces sin moverse del mismo lugar. No se trata de una superposición cuántica sino de una ingeniosa y aparentemente simple manera de retar los tiempos cuadrados del rock tradicional, y coquetear con el progresivo, el punk, el hardcore, el pop ácido, el dark y hasta la música tipo cabaret, de manera lúdica y antisolemne. Para sus exagerados detractores, son un remedo Mr. Bungle. Pero para los entusiastas del rock hecho en esta patria, este combo es buen augurio, un respiro de creatividad y riesgo, a pesar de sus evidentes influencias, pues ejecuta su música con personalidad y le da un giro al tocar sin intenciones “macabras”, sino naïves, a diferencia de sus inspiradores. Y claro, se espera que en algún futuro, con esta luminosa semilla como propuesta, ofrezcan una voz un tanto más personal.

El grupo, con un solo disco (Paper dolls, de 2007), ya ha teloneado a bandas como Sonic Youth, Yeah Yeah Yeahs, Yo la tengo, Stereo Total, El Otro Yo y Explosions in the Sky. Integrados por Sandrushka Petrova y Dafne, ambas en voz y guitarra; Charlkovski en bajo y coros, Androv en teclados y Frankie en batería, el quinteto actúa este domingo 3 en el Multiforo Alicia (Cuauhtémoc 91-A, Roma, 16 horas, $80); les acompañan: el rock electrodoméstico de Los Licuadoras y el disco-punk de X=R7 y Gogó Frenezí (¡acceso a todas las edades!).

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.