Usted está aquí: viernes 1 de agosto de 2008 Cultura Falleció Rascón Banda, notable dramaturgo y activista cultural

■ La Sogem rinde un homenaje de cuerpo presente al autor de La Malinche

Falleció Rascón Banda, notable dramaturgo y activista cultural

■ Deseaba hacer “un teatro intimista, pero las circunstancias externas siempre se me imponen”

■ Libró batallas en favor del precio único del libro y en defensa del derecho de autor

Carlos Paul

Ampliar la imagen Autor de más de 50 piezas de teatro, decía: "deseaba hacer obras intimistas, pero las circunstancias externas se imponen"  Luis H. González Autor de más de 50 piezas de teatro, decía: “deseaba hacer obras intimistas, pero las circunstancias externas se imponen” Luis H. González Foto: Luis H. González

Ampliar la imagen El escritor Víctor Hugo Rascón Banda El escritor Víctor Hugo Rascón Banda Foto: Lucero González

La indignación, el dolor, la injusticia y la pasión fueron para el dramaturgo y abogado Víctor Hugo Rascón Banda (Uruáchic, Chihuahua, 1948) los motivos esenciales que lo impulsaron a escribir sus más de 50 obras de teatro, además de guiones para cine y televisión.

Comprometido con la promoción y la defensa de los derechos de los creadores, Rascón Banda falleció este jueves a las seis de la mañana, de una insuficiencia respiratoria, informó la Sociedad General de Escritores de México (Sogem), institución que presidía. El escritor padecía leucemia desde hace casi 15 años, así como problemas cardiacos.

Quien fue un notable protagonista del precio único del libro, apenas el pasado 28 de junio había ingresado a la Academia Mexicana de la Lengua para ocupar la silla XXVIII.

Creador de teatro crónica

Rascón Banda realizó su labor creativa al tiempo que su quehacer de abogado, profesión que conoció desde pequeño en su natal Uruáchic, pues su abuelo fue juez; su padre Epigmenio Rascón, agente del Ministerio Público, y su madre, Rafaela Banda, secretaria de acuerdos de un juzgado.

“A diferencia de los niños que regresaban de la escuela y encontraban un hogar, yo encontraba oficinas, pues la planta baja de mi casa era el juzgado”, relató en su momento el escritor a Silvia Peláez, autora del libro Oficio de dramaturgo.

“Tenía que sentarme en medio de presuntos asesinos o mujeres acusadas de adúlteras; a esperar que les tomaran declaración, mientras mi madre preparaba la cena. Ahí hacía mi tarea, escuchando historias terribles, donde la vida y la muerte no se distinguen, donde se decidía la justicia y la injusticia. Eso me enseñó a escuchar. Ahí se me afinó mi sentido de la justicia.”

El dramaturgo amaba las fronteras, en especial la de Ciudad Juárez, donde vivió su adolescencia y a la cual consideraba su “segundo lugar de origen”.

Vivir en esa ciudad, expresó, “me dio el sentido de la nacionalidad y de la patria, del ser mexicano, diferente a quienes nacen en otras latitudes. Porque ahí sí se siente la diferencia, el avasallamiento, el conflicto de la identidad, ahí empieza la patria, a sentir uno que el español es nuestra raíz y forma de ser”.

Y fue en la ciudad de México –mientras cursaba la carrera de derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México–, cuando el autor de Contrabando y Los ilegales se comprometió con el trabajo escénico.

En esa facultad formó un grupo de teatro, donde dirigía, actuaba y escribía las obras con otro amigo de Ciudad Juárez, Ricardo López Nava.

“Eran obras musicales. Lo que hacíamos era dramatizar todo el programa de derecho procesal, dialogar los conceptos abstractos, bailarlos y ponerlos con chistes.”

Luego, motivado por esas obras universitarias y por haber estudiado dirección teatral con Héctor Azar, conocería e ingresaría a los talleres de dos de sus principales maestros: Vicente Leñero y Hugo Argüelles.

Para ser inscrito en el taller de Leñero “luché durante tres meses de múltiples formas, hasta que lo logré”, y con el maestro Argüelles “aprendí de géneros y estilos”.

En esos talleres conocería, entre otros, a Jesús González Dávila y Sabina Berman, destacados creadores de la nueva dramaturgia mexicana.

Las obras de Rascón Banda “son consideradas como teatro crónica, pero visto desde una perspectiva social, no individual”, apunta el investigador Armando Partida Tayzan, en el libro Dramaturgos mexicanos 1970-1990.

“A mí no me llama la atención escribir sobre mis problemas cotidianos o mis conflictos existenciales –diría el propio autor–. Me afectan, sí, los problemas mayoritarios. Si se quiere, muy a pesar mío. No niego que me encantaría librarme de tanta cosa y hacer un teatro de introspección, íntimo. Pero no me sale. Las circunstancias exteriores siempre se me imponen.”

Censura “indirecta” del INBA

Otra de sus particularidades, fue que Rascón Banda formó parte “de los primeros dramaturgos en plantearse la necesidad de ir al encuentro y en acceder a las concepciones escénicas de los directores que le han solicitado modificar sus textos; incluso él mismo ha sido uno de los primeros en escribir a partir de las ideas planteadas por los directores de escena, desarrollando de manera conjunta su dramaturgia”.

Entre los muchos trabajos que sostienen lo anterior, destaca la polémica puesta en escena de La Malinche, estrenada en 1998 con la dirección de Johann Kresnik, escenificada en el Festival Internacional Cervantino de Guanajuato y en la ciudad de México.

De esa obra, en su momento se dijo, fue “censurada de manera indirecta” por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), al no prolongar la temporada de 50 funciones que se tenía programada, aun cuando en todas se llenaba el teatro. Aquella obra, diría Rascón Banda, “me marcó para siempre, no sólo como dramaturgo sino como ser humano”.

Integrante del Sistema Nacional de Creadores, Rascón Banda –desde su primera obra– tuvo claro que “el teatro se escribe para el escenario, y en él tiene vida gracias a la conjunción de los otros creadores”.

Prolífico guionista de cine

Víctor Hugo Rascón Banda escribió para el cine los guiones de Días difíciles, Morir en el golfo, Playa azul, Jóvenes delincuentes y La muerte del Padre Pro.

Como promotor cultural a escala internacional, en febrero del 2000 fue electo presidente de la Federación de Sociedades Autorales (Fedra), que agrupa a organizaciones de escritores de Brasil, Argentina, Chile, México y Uruguay, y en septiembre de 2002 ocupó el cargo de vicepresidente de la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores (CISAC), que agrupa a 199 agrupaciones autorales de cien países.

Entre otros cargos, también formó parte del Consejo Consultivo del Instituto Mexicano de Cinematografía, del Consejo Consultivo del Instituto Nacional de Bellas Artes y del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

Rascón Banda recibirá hoy un homenaje de cuerpo presente, en el teatro Wilberto Cantón de la Sogem (José María Velasco, 59, colonia San José Insurgentes), en punto de las 10 de la mañana y una hora después sus restos viajarán a Chihuahua.

 
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