Usted está aquí: jueves 31 de julio de 2008 Política “Nada me detendrá hasta que caiga el alcalde de Tlacotepec”: Pepe Momoxpan

■ Pedirá al Congreso de Puebla que revoque el mandato de Esteban Gorgonio Merino

“Nada me detendrá hasta que caiga el alcalde de Tlacotepec”: Pepe Momoxpan

■ El cabildo no funciona y los acuerdos se toman a punta de pistola, denuncia el diputado

Alfredo Méndez

Ampliar la imagen José Manuel Pérez Vega durante la conferencia de prensa de ayer José Manuel Pérez Vega durante la conferencia de prensa de ayer Foto: Yazmín Ortega Cortés

Aún tumefacto y amoratado de los párpados, que lo hacen ver más como un boxeador que se repone de una tunda en el cuadrilátero que como un diputado, José Manuel Pérez Vega, mejor conocido en el estado de Puebla como Pepe Momoxpan, asegura a La Jornada que ni la agresión que sufrió el pasado fin de semana a manos de “los gorilas que fungen de policías” en Tlacotepec, ni el hecho de que éstos hayan intentado asesinarlo a balazos lo detendrá en su objetivo de conseguir la remoción del alcalde priísta de esa localidad, Esteban Gorgonio Merino, a quien responsabiliza directamente de las agresiones físicas que sufrió.

Entrevistado en un restaurante del Distrito Federal, ciudad a la que acudió para hablar de su caso con la prensa nacional, el legislador del Partido del Trabajo (PT) adelanta:

“Mañana (hoy) estaré en el Congreso estatal para presentar un punto de acuerdo con el que se revoque el mandato del ayuntamiento (de Tlacotepec), dado que hay una colusión ahí entre regidores y el presidente municipal.”

De pronto el timbre del celular interrumpe la charla. Toma la llamada y su interlocutor le informa que cinco de los siete policías que lo golpearon ya están detenidos. Otros dos están prófugos. Las investigaciones de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Puebla continúan.

El diputado petista dice a quien le llama que no descansará hasta ver en la cárcel al regidor de Gobernación de Tlacotepec de Porfirio Díaz, Honorato de los Santos, así como al hijo del edil de ese municipio, Antonio Merino. Asegura que ambos tuvieron una participación directa en la agresión de la que fue víctima el pasado domingo junto con su secretario particular, Hervey Rivera, y Rafael García Salas, líder del Comité del Pueblo Unido, organización dedicada a la defensa de las costumbres indígenas prehispánicas.

Luego continúa la entrevista: “Hay una situación de corrupción que no le permite a la comunidad de Tlacotepec desarrollarse correctamente y está aterrorizada con este tipo de policías que tienen. El cabildo no funciona, lo tienen totalmente excluido y sus acuerdos no valen, pues el alcalde lo hace todo solo, sin tomar en cuenta a los demás, y los hace firmar algunas veces a punta de pistola”.

El hombre no tiene escoltas que lo protejan. Sólo lo acompañan su esposa y un colaborador. “No tengo por qué traer guaruras, nunca he hecho mal a nadie, sólo defiendo lo que es justo y apoyo causas sociales”, dice el legislador a este diario mientras distribuye sobre la mesa unas cuantas fotografías tomadas hace tres días, para que este reportero vea las contusiones que le desfiguraron el rostro.

Acusación de despotismo

Desde que comenzó hace seis meses la administración del alcalde Esteban Gorgonio Merino, el diputado petista ha recibido un cúmulo de denuncias en contra del edil priísta, a quien acusan de no brindar servicios públicos ni apoyos a la población, además de actuar con despotismo.

De hecho, el domingo pasado Pepe Momoxpan se dirigía a Tlacotepec para recabar más denuncias en contra de Gorgonio, pero antes de llegar fue agredido por los policías municipales, a quienes les importó un comino el fuero del diputado, al cual tundieron. Por eso el entrevistado columbra que fue el alcalde de Tlacotepec el que ordenó la golpiza. “Aunque lo que quería (el alcalde) es que me mataran. Los policías me dispararon con sus armas en varias ocasiones”, recuerda. “Lo que me sucedió a mí y a mis asesores es muestra de la barbarie de esta gente que aplica en Tlacotepec la ley de Herodes”, sostiene.

Al final, Pérez Vega se levanta de su asiento para hacer evidente que fue gracias a que mide más de 1.80 metros que pudo repeler la agresión. De otra forma, “¡no te lo estaría contando!”

 
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