Usted está aquí: martes 29 de julio de 2008 Opinión Tumbando Caña

Tumbando Caña

Ernesto Márquez
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■ Homenaje sonero a El Gran Fellove

Francisco Fellove, El Gran Fellove, el tikitiki biónico nuclear, arriba a sus frescos 85 años de edad, motivo por el cual sus amigos y todos los rumberos buenos de México se reunirán este viernes primero de agosto a celebrarlo como se debe, con un gran rumbón en el conocido salón La Maraka de esta capital, ubicado en el vértice de Eugenia y Mitla, colonia Narvarte.

El Gran Fellove, que ha transitado de la rumba al jazz; de la canción filin a la guaracha y al son; que es el máximo intérprete del jamaiquino y el quimbombó con salsa; el mismo a quien Charlie Parker le grabara su guaracha Mango mangüé (una de las tantas versiones); el maestro que enseñara a tocar tambó a toda la palomilla del club de la Sonora Carcajada, estará esa noche, en su trono de Papachongo, para recibir honores y toda muestra de cariño y respeto de su fanaticada, al ritmo del tambor, de bailes afrocubanos, descarga jazzística, poesía y mucha rumba.

Mire usted: el toque de tambor a todos los santos y en especial el dedicado al Santo Negro, estará a cargo del Ensamble de Tambores Afrocubanos, que dirige Miguelito Valdés; el baile afro lo hará la compañía Timba Casino, de Lusito Martínez El Indio; la demostración de salsa será del grupo mexicano-venezolano Universalsa y Azul y Oro de la UNAM; el recital poético correrá por cuenta y cuento de la actriz e intérprete Julia Marichal; el Violín para el Gran Fellove será ejecutado por el niño prodigio de las cuatro cuerdas, Rolando Morejón, y la Descarga a Fellove por el pianista de jazz Héctor Infanzón.

Por si fuera poco, como dirían los clásicos, para animar la fiesta con el baile sonero estarán los muchachos de La Nueva Nostalgia, Chemaney y Orquesta, las chicas de Color del Son y, directamente del puerto jarocho, los veracruzanísimos Pregoneros del Recuerdo.

A manera de semblanza

Nacido en Cuba y naturalizado mexicano, Francisco Fellove es un personaje imprescindible al momento de hablar de música afrocaribeña. Compositor y crooner, cubrió una época importante del desarrollo de los géneros bailables. A él se debe la introducción del scat jazzístico en el son y la salsa, así como la popularidad de innumerables piezas de la música cubana. Su alegría y desparpajo aunados a una forma interpretativa en la que liga sonidos onomatopéyicos con frases rítmicas, son sus signos de identidad artística.

Joyero de profesión, ingresó al medio musical gracias al ambiente de rumba y son que permeaba en el barrio habanero de Colón. Sitio (asere) en el que convivió desde niño con tamboreros de la talla del gran Chano Pozo; su primo Patato Valdés; el tresero Niño Rivera, quien le acompañó en sus primeras composiciones; el pianista Bebo Valdés, con quien participó como voz de su orquesta y contribuyó a la creación del ritmo batanga, hasta llegar al grupo bohemio de los Muchachos del filin con quienes contribuyó al desarrollo de ese estilo de hacer y cantar el bolero cubano.

La contribución de Francisco Fellove al movimiento de la rumba y el filin requiere de un espacio mayor del que hoy no dispongo. Pero en ninguna antología musical afrocaribeña que se precie de seria puede faltar la cita de este singular caballero. Desde sus creaciones musicales, como la rumbita No me agites más, que grabó en 1948 Machito y sus Afrocubanos, o el bolero Dos caminos, popularizado por Olga Guillot, hasta su labor de intérprete. Cabría señalar en su quehacer la participación pionera en las cuban jazz sessions de la Panart, con su hermanito Cachao, las interpretaciones más filinescas de la cancionística cubana de que tengamos memoria, como En nosotros, de Tania Castellanos, y Decídete, de su amigo José Antonio Méndez.

Fue precisamente El King quien lo trajo a Méxio y lo llevó ante Mario Rivera Conde, director artístico de la RCA, quien le grabó sus primeras composiciones: el mencionado Mango mangüe y Sea como sea. Un disco de 45 rpm que de inmediato lo lanzó a la fama.

Por aquel entonces, finales de la década de los 50 y toda la de los 60, participó en teatros de revista, salones de baile y elegantes cabarets. “Él representa lo verdaderamente afrocubano”, destaca un crítico de la época. Sus apariciones constantes en la televisión hicieron que un público masivo lo conociera y otros escenarios lo reclamaran. Viajó por muchos países de Centroamérica y el Caribe hasta llegar al Paladium de Nueva York, donde alternó con Tito Puente, Tito Rodríguez y Machito.

Incansable, siempre ha estado en los mejores rumbones y descargas, como aquella del Madison Square Garden en la que participó con Chucho Valdés (ver Youtube), o aquel festival Toros y Salsa, de Dax, Francia, donde reunió a cerca de 8 mil personas.

Su forma de cantar “scateando la rumba y rumbeando el jazz”, según dice el crítico musical Nat Chediak, lo llevó a la creación de un fraseo sonero llamado chúa. La discusión, un tanto bizantina por cierto, de si el estilo de marras es de él o no, ya ha sido aclarado por el propio Fellove en muchas ocasiones, la más reciente ante las cámaras de Canal 22 y el programa Salsajazzeando, de Deborah Holtz: “El creador del chúa-chúa soy yo… Yo soy el padre de la criatura”.

Hoy, a punto de cumplir 85 años de edad es su deseo compartir logros y hazañas con sus amigos en una noche en que la rumba será de antología. Informes y reservaciones en el salón La Maraka, en los teléfonos 5682-5479 y 5682-0636, o con los organizadores, en los números telefonicos 5530-1418 y 5564-0133.

 
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