Usted está aquí: martes 29 de julio de 2008 Cultura “Aspiro a explicar la fragmentada totalidad del mundo”: Vila-Matas

■ El narrador catalán está en México para presentar Dietario voluble, su nuevo libro

“Aspiro a explicar la fragmentada totalidad del mundo”: Vila-Matas

■ Frente a la excesiva atención, uno piensa cómo hará para no decepcionar, dice a La Jornada

■ “Como no tenía qué contar comencé a ver en los sucesos cotidianos hechos extraordinarios”

Ericka Montaño Garfias

Ampliar la imagen Enrique Vila-Matas, ayer, durante la entrevista Enrique Vila-Matas, ayer, durante la entrevista Foto: Cristina Rodríguez

Enrique Vila-Matas da un paso más en su exploración entre realidad y ficción al publicar Dietario voluble, serie de textos breves con los que intenta explicar la totalidad del mundo, experimenta con la estructura de un diario o un libro de días, en el que no habla de él sino de autores, viajes, películas y amigos.

“De hecho me ha quedado como nostalgia de no hablar de mí mismo”, dice en charla con La Jornada.

Vila-Matas está cansado. Lleva toda la mañana en entrevistas, pero entre una y otra encontró la manera de descansar un poco de las palabras posando para los fotógrafos en el jardín de Casa Refugio Citlaltépetl.

Sigue instrucciones: ya lo llevan junto a un árbol, atrás de la barra del bar, a unas escaleras de madera; dos segundos serio, otros dos intentando una sonrisa. Está cansado pero se relaja con las fotografías.

“En Barcelona estoy muy neurótico con el tiempo, en cambio aquí dispongo de él para hacer esto (posar). Allá me da la impresión de que me quitan tiempo para escribir”; y es que desde hace años Vila-Matas ha dejado de ser un escritor anónimo, su figura se reconoce en todos lados, lo mismo en las calles barcelonesas, chilangas o colombianas.

Presentación en Monterrey

La plática con Enrique Vila-Matas se realiza un día antes de que viaje a Monterrey, donde el miércoles presentará Dietario voluble. El viernes lo hará en la ciudad de México a las 19 horas en la librería Rosario Castellanos.

–¿Qué siente al recibir toda esta atención?

–Uno piensa en su fuero interno que es una cosa un poco utópica. Íntimamente piensa en cómo hará para no decepcionar.

–¿Se ha acabado aquello de “autor de culto”?

–¿En España y en Francia? –pregunta a su vez.

–En general –dice esta reportera.

–En España sobre todo de “culto” ya no se puede decir, porque me paran por la calle. Lo había vivido en México, pero no en España; no estaba en primera línea en ese sentido. Sigo vendiendo no mucho y por ello sí que soy de culto, y es interesante serlo; pero a escala de popularidad es distinto. Se ha creado una que no tenía y que hace que una viejecita me pare por la calle para preguntarme cómo estoy de salud, y esto no me había pasado hasta ahora. He llegado a otro tipo de personas que incluso no me han leído.

–¿Eso lo incomoda?

–Depende de quién me lo diga –responde mientras sonríe– y narra una anécdota reciente en la que, al esperar para cruzar una calle, una señora se colocó a su lado y le dijo “Gracias por su obra”... Lo que el escritor respondió fue: “¡Qué susto!”

Pero ésa, añadió, “es mi forma de ser, porque ahí está concentrado todo. Debí decir ‘gracias señora’”.

Hace poco más de un año, Vila-Matas concedió una entrevista a La Jornada durante el homenaje a Gabriel García Márquez en Cartagena, Colombia. Ahí adelantó que su libro Exploradores del abismo era parte de un proceso de experimentación para salir de la “trilogía metaliteraria” que formó con Bartleby y compañía, El mal de Montano y Doctor Pasavento.

El camino de la experimentación lo llevó ahora a publicar Dietario voluble (Anagrama), libro difícil de catalogar, reconoce el ensayista, al punto de que hablando de él ha podido definir lo que es.

–¿Es Vila-Matas re-explorado?

–Sí. Es diferente de mi narrativa. En definitiva a lo que aspira este dietario es a comentar la totalidad del mundo, empresa imposible que queda en fragmentos.

Trasvase de géneros

–¿Dietario es lo que pasa cuando no pasa nada, como dice en las primeras páginas?

–Desde muy joven supe que tendría una vida en la que no me pasarían muchas cosas. Nada más quería ser escritor, y serlo no necesariamente es ser como Hemingway, que le pasan tantas cosas y caza tantos leones. En mi caso me di cuenta de que tenía una vida en la que no me pasarían tantas cosas. Quería ser escritor y no tenía nada qué contar, por eso comencé a ver en los sucesos cotidianos hechos extraordinarios. Eso es lo que hago en Dietario voluble.

“No es exagerar para poder escribir; con el tiempo creo que mi obra vivida es mi obra definitiva, tengo una vida de ficción en la que yo he escrito un poco la vida que he llevado, al mismo tiempo es una vida de ficción, porque me escondo detrás de lo que escribo, de modo que no hay manera de que ni yo sepa quién soy después de haber escrito tanto. Todo esto se refleja mucho en este libro.”

–¿Entonces se desvanece aún más la frontera entre ficción y realidad?

–Sí. Paradójicamente la novela que estoy escribiendo tiene la estructura de un diario que cuenta mi vida en forma de ficción, con lo cual parece que ha habido un trasvase: Dietario... debería ser realista y es ficción, mientras que la ficción que estoy escribiendo ahora en el fondo refleja mi realidad cotidiana. Es un trasvase de géneros el que practico.

“Por otra parte, en el Dietario se desarrolla al principio la idea de que me he retirado y encontrado un narrador al que le pago para escribir; por eso elegí para la portada la fotografía en la que estoy de espaldas, para decir que soy y no soy. En el Dietario estoy y no estoy.”

–En Dietario recupera una idea que Pitol plasmó en El mago de Viena, acerca del perfil del escritor que admira y el que habría querido ser. ¿Qué escritor es usted?

–Soy el escritor que ha vivido todo lo que cuenta en los libros de ficción; pero también podría ser el que he encontrado para que escriba Dietario voluble, esa es una idea que me relaja mucho, porque me hace pensar que estoy libre, que ya vivo mi vida tranquilamente mientras que otro escritor se dedica a escribir mis libros. Con esto escribo con más libertad, como si lo hiciera con seudónimo.

 
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