Usted está aquí: miércoles 23 de julio de 2008 Capital Cumple 120 días resistencia de los artesanos del jardín Hidalgo

■ Entre cascajo y vallas metálicas realizan su actividad en el centro histórico de Coyoacán

Cumple 120 días resistencia de los artesanos del jardín Hidalgo

■ Tensas negociaciones con autoridades delegacionales han caracterizado su movimiento, dicen

Alejandro Cruz Flores

Ampliar la imagen Artesanos y comerciantes que desde hace 20 años expenden sus productos en el jardín Hidalgo del centro histórico de Coyoacán mantienen desde hace cuatro meses un plantón permanente Artesanos y comerciantes que desde hace 20 años expenden sus productos en el jardín Hidalgo del centro histórico de Coyoacán mantienen desde hace cuatro meses un plantón permanente Foto: María Luisa Severiano

Son ya más de 120 días de plantón permanente en el jardín Hidalgo de Coyoacán. Jornadas de manifestaciones, recolección de firmas de apoyo –que suman ya más de 80 mil– y tensas negociaciones con las autoridades delegacionales que tienen en la “incertidumbre” a más de 500 artesanos y comerciantes que demandan un espacio para llevar a cabo su actividad, como desde hace 20 años lo hacen en el centro histórico de esa delegación.

Desde las 10 de la mañana comienzan a llegar los aproximadamente 200 hombres, mujeres y niños, que en las orillas del jardín Hidalgo –cercado con vallas metálicas para impedir que los artesanos ocupen dicho espacio– donde instalan sus carpas bajo las cuales colocan sus productos: pulseras tejidas, anillos y adornos, principalmente, que ellos mismos fabrican.

A sus espaldas algunos trabajadores laboran en la obra anunciada desde hace muchos años, pero que apenas inició en marzo pasado; el rencarpetamiento del centro histórico, que incluye el jardín Hidalgo y el parque Centenario, que sirvió de excusa para desalojar a los artesanos.

Pero ellos no han sido los únicos afectados por las obras, los comerciantes establecidos se quejan de una considerable disminución en sus ventas, algunos vecinos se quejan de que tienen que estacionar sus autos en calles alejadas a sus domicilios que en ocasiones han sido robados o abiertos para sustraer algún artefacto del mismo.

Hasta los boleros sufren por la falta de clientela, “hay días en que nada más hago dos boleadas”, dice Mario, quien espera que se terminen los trabajos para poder regresar al lugar que desde hace siete años ocupa en el jardín Hidalgo y por el cual paga 82 pesos bimestrales.

Permea la incertidumbre

Irma Reyes Hernández es una de las mujeres que acude frecuentemente al plantón, comparte la carpa con otras 10 comerciantes, señala que el día a día de los cientos de los artesanos es de “incertidumbre, de mucho temor, de no saber que es lo que va a pasar con nosotros y nuestras familias, si van a venir granaderos, si nos van a quitar, las ventas que han bajado mucho”.

La artesana recuerda la tristeza y la indignación que sintieron cuando la madrugada del 24 de marzo, las autoridades de la delegación Coyoacán colocaron la malla metálica en el jardín Hidalgo y el parque Centenario, y se les prohibió laborar en el lugar, a pesar de que se habían comprometido a asignarles un espacio en el centro histórico coyoacanense para poder trabajar en lo que se llevaban a cabo las obras.

A más de cuatro meses que del conflicto, Reyes Hernández reconoce que hay algunas las diferencias entre los comerciantes que están divididos en 20 grupos, pues mientras algunos han optado por la vía legal, al solicitar amparos por poder reinstalar sus puestos, otros han apostado a la negociación con la jefatura delegacional, “pero el plantón nos mantiene unidos, porque sabemos que tenemos que regresar a nuestros lugares de trabajo”.

Los afectados dicen que continuarán con su lucha hasta que sean reubicados en un espacio del centro histórico de Coayoacán, donde puedan realizar sus activades, porque “llevamos muchos años dedicados a esto, es nuestra única fuente de trabajo y el único sostén de nuestras familias, y muchas de las que estamos aquí somos madres solteras”, explica Gudalupe Fernández.

A pesar de que pasa el tiempo y el conflicto continúa trabado, los artesanos y comerciantes dicen tener esperanza “muy dentro de nosotros” de que van a regresar, porque, dicen, “es lo justo”. Lo más importante, dice Irma Reyes, es que “todos los que conocen Coyoacán, los visitantes, locatarios, y hasta algunos que vecinos se acercan a nosotros para brindarnos su apoyo incondicional”, aunque reconoce que la mayoría de los habitantes de la zona los han tildado de “mafiosos, adictos y ambulantes”, que están en contra del turismo, pues quieren que “Coyoacán sea un lugar sin tráfico y exclusivo”.

Hasta el momento se han recabado 80 mil firmas y todavía en los puestos instalados, envueltos en el aroma del incienso se acercan personas, principalmente jóvenes y turistas, que además de chacharear, toman la tabla y el bolígrafo, que cuelga de un tubo, para estampar su nombre a menara de solidaridad.

“Lo que si nos ha afectado mucho es en la venta, en los primeros dos meses no pudimos vender nada, ahora podemos vender nuestros productos, pero no son las mismas condiciones, porque en espacios reducidos estamos hasta cinco comerciantes distintos”, explica la artesana, quien agrega que las ganancias diarias no rebasan los 200 pesos y en fines de semana éstas mejoran hasta en mil 500 pesos que no son suficientes.

Las obras parecen no avanzar, se ven pocos trabajadores y maquinaria en el lugar y aunque el compromiso de la delegación es terminar en la primera quincena de septiembre, comerciantes los comerciantes establecidos lo dudan “porque hay días en que ni siquiera hacen nada”, dice el dueño de una tienda, quien afirma que sus ventas siguen disminuyendo.

En tanto los transeúntes dicen estar ya acostumbrados al nuevo paisaje de Coyoacán. “Todos los días paso por aquí, al principio era molesto, pero ahorita ya sé por qué calles puedo pasar y por cuáles no, además dicen que va a quedar muy bien, a ver si es cierto”.

 
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