Usted está aquí: viernes 18 de julio de 2008 Deportes Los sables y la sicología, armas de la esgrimista Angélica Larios en Pekín

■ Egresada de la UNAM sabe que la mente fría es vital en su disciplina

Los sables y la sicología, armas de la esgrimista Angélica Larios en Pekín

Jorge Sepúlveda Marín

Forjada en la UNAM como esgrimista y titulada como sicóloga, Angélica Larios Delgado debutará en los Juegos Olímpicos Pekín 2008, donde se sabe sin presiones, “porque tengo todo que ganar y nada que perder. No soy una medalla segura y la única presión que tendré es la que me quiera poner yo de gratis”.

La sablista, desde 2004, ha combinado la preparación deportiva con sus estudios académicos, ecuación que le ha permitido no sólo conocerse profundamente, sino que la ha llevado a encontrar el equilibrio ideal en su vida y sobre las pistas de combate.

Aficionada a los épicos combates con armas, pero en especial a los conflictos peliculescos que se resolvían con las espadas, desde niña Angélica decidió en cinco segundos su afición por la esgrima, pues sólo eso duró la trasmisión televisiva que vio de ese deporte de los Juegos Olímpicos de Atlanta 96.

Hija de universitarios, ambos ingenieros egresados de la máxima casa de estudios, la originaria de esta capital pronto ingresó a la sala de armas auriazul, donde alimentaba su romanticismo “de defender algo que quieres a capa y espada”.

Le agrada la idea de planificar para mantener orden en su vida. “Lo que me gusta de la esgrima es la esencia del deporte: debes emplear una buena estrategia, porque tienes un arma de por medio, mantener la mente fría, por eso hay quienes dicen que la esgrima es el ajedrez de los deportes”.

Le gusta, igualmente, que para ser una buena esgrimista debe aspirar al equilibrio físico, mental, lo cual ha conseguido al menos en una ocasión cuando sintió que todos los combates le resultaron fáciles y “ni sudé”, cuestión que le gustaría conseguir de nuevo la tercera semana de agosto, cuando debute en la justa veraniega.

Deportista a ratos autodidacta y, sobre todo, preocupada por aplicar en su práctica los conocimientos adquiridos en las aulas universitarias, Angélica está convencida de que esa dualidad la ha llevado a forjarse un carácter con temple, que ahora la catapulta a Pekín 2008.

Con experiencia en la Universiada Mundial de Corea, en copas del mundo y en juegos regionales y continentales, la también presidenta de la Asociación de Esgrima de la UNAM y entrenadora, debió sortear varias competencias, primero para ganar su boleto olímpico y, luego, para mejorar su posición en la ubicación mundial y facilitarse un poco el camino en territorio asiático.

Confiada del momento por el que atraviesa y que pudo confirmar hace unos días en el Campeonato Panamericano realizado en Querétaro, Angélica Larios, de 27 años, 1.64 metros de estatura y 58 kilogramos de peso, recordó que en esa ocasión sostuvo un cerrado duelo contra la campeona olímpica, la estadunidense Mariel Zagunis, quien se vio sorprendida y hasta enojada de la batalla que le dio, lo que “me da mucha seguridad de que estoy bien y voy por el camino adecuado”.

–Si pudieras hacer un cambio en el deporte mexicano, ¿qué modificarías?, ¿qué te gustaría ver?

–Que todos lo tomaran en serio. Porque me he dado cuenta, ahora que estoy en el nivel del olimpismo, que lo toman como un juego, no con la seriedad necesaria ni con profesionalismo al ciento por ciento. Hace falta en el país el compromiso total para que funcione.

Explica que los dirigentes, en general, “actúan con negligencia, no por mala voluntad o por hacerle daño a alguien”.

Frente a la torre de rectoría en Ciudad Universitaria, donde se realizó la plática, Angélica Larios Delgado se define como “Puma desde la cuna”, porque desde los 5 años estuvo en la organización Pumitas, y “aunque la UNAM no me ha apoyado lo suficiente.”

“Hay que recordar que la prioridad de la UNAM es lo educativo, luego lo cultural y el deporte está muy bajo en la escala, pero sería conveniente cambiar un poco los estatutos para dar al deporte lo que merece, porque sí es muy formativo y ayudaría mucho a la comunidad universitaria”, concluye.

 
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