Usted está aquí: domingo 13 de julio de 2008 Deportes El boxeo femenil no rinde justas recompensas: Mariana Juárez

■ Si fuera hombre tendría mejores contratos, reflexionó

El boxeo femenil no rinde justas recompensas: Mariana Juárez

■ El jueves disputará el cetro nacional mosca a Sandra Hernández

Juan Manuel Vázquez

Ampliar la imagen Mariana Juárez, durante su entrenamiento en el gimnasio Pancho Rosales Mariana Juárez, durante su entrenamiento en el gimnasio Pancho Rosales Foto: José Antonio López

El boxeo es ingrato con las mujeres porque exige demasiados sacrificios y la recompensa no es justa, afirmó la peleadora Mariana Juárez, quien tras una lesión que la alejó de los cuadriláteros retorna para disputar el cetro nacional mosca a la campeona Sandra Hernández, el próximo jueves en la ciudad de México.

Juárez no es ninguna novata, entre sus logros está haber participado en la primera función que se autorizó en el Distrito Federal hace nueve años, pero cuando todo apuntaba a que iba a tener una exitosa carrera, las dificultades para trascender aquí la orillaron a emigrar a Estados Unidos.

“Muchas veces me pongo a pensar que si hubiera sido hombre ya tendría muchas cosas más, un buen contrato, un buen promotor, pero desgraciadamente en el boxeo femenil en México, por las tranquizas que nos damos y por el trabajo en el gimnasio, la verdad no amerita el dinero que nos pagan, que es muy poco”, lamentó.

La historia de Mariana Juárez es además un rosario de anécdotas que reflejan la crudeza de un mundo que se considera singularmente masculino y que ha aceptado a cuentagotas el acceso de las mujeres. Y como para otras pioneras en este terreno, la discriminación ha sido el rival más duro para la púgil de 28 años, quien entre otras cosas tuvo que soportar el hostigamiento y ninguneo de los varones que entrenaban en los gimnasios.

“Lo más difícil fue luchar contra el machismo. Para empezar la discriminación en el gimnasio, tener que ganar el respeto de los muchachos, porque si ibas a entrenar entre puros hombres hablaban mal de las mujeres, pensaban que una iba a buscar una relación con alguno”, recordó.

Y aclaró que pese a que no la hostigaron directamente, fue muy duro enterarse del escarnio y de los comentarios sexistas que sus colegas hacían a sus espaldas en el gimnasio. “A mi entrenador le preguntaban si había algo conmigo, si teníamos una relación. Una vez le dijeron: se ve que tu muchacha está bien para el box... pero para el box spring”, contó.

Coraje para continuar

“Algunas veces me daban ganas de llorar del coraje y de la impotencia por no poder hacer nada. Nos tragábamos el coraje, no sólo yo, sino varias muchachas que también empezaban. Ese mismo coraje lo aprovechábamos para ir al día siguiente y no echarnos para atrás. Y seguimos, se dieron cuenta de que iba en serio lo que hacíamos”.

Por eso, relató que lo primero fue ganarse el respeto entre los colegas en los gimnasios, demostrar la seriedad de vocación y la voluntad para entrenar fuerte y con disciplina. Después de eso “mejoró el ambiente del entrenamiento. Ya no iba con el temor, pensando ‘a ver qué me van a decir o cómo se van a portar’”.

Así, el 5 de julio de 1999 protagonizó junto con Ana María Torres, Gloria Ríos y Mary Durán la primera función de boxeo femenil en la ciudad de México, que significó el detonante para toda una generación de peleadoras, cuya precursora fue la veterana Laura Serrano. Sin embargo, la ausencia de competidoras y de promoción la llevaron a emigrar a Estados Unidos, donde existe mayor infraestructura para este deporte.

“Me fui a Estados Unidos porque ya tenía nueve o 10 peleas aquí, pero con las mismas muchachas, y ya no veía crecimiento. Si me quedaba me iba a enfrentar con las que ya había peleado; sabía que aquí no iba a hacer nada”, explicó.

Tal como esperaba, allá tuvo mayor actividad, trabajó con un entrenador que conocía el boxeo femenil, creció en técnica y tuvo la oportunidad de conseguir el campeonato supermosca de la Asociación Internacional de Boxeo Femenil ante la surcoreana Ok Kim, título que perdió en la primera defensa ante la norcoreana Ok Ryu.

Todo marchaba sobre rieles en la carrera de Juárez, sin embargo, una lesión en el tendón del hombro izquierdo la alejaron un año de los cuadriláteros, una pausa que la gladiadora aprovechó para convertirse en madre, y para decidir su regreso a México, donde trataría de retomar su carrera.

El escenario que se encontró es totalmente distinto al que dejó hace seis años, “ahora hay demasiadas mujeres peleando”, aunque aclaró que ninguna como las de su generación, porque “antes boxeábamos con puros hombres y nos exigían mucho más”. Por eso, este jueves será otra fecha especial para ella, por lo que no duda en afirmar que su retorno será en grande, después de seis años de ausencia en los enlonados nacionales.

 
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