10 de julio de 2008     Número 10

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

SIEMBRA Y COSECHA

China

UNA MIRADA A LA AGRICULTURA DE HOY (Primera parte)

Víctor Suárez Carrera


Supermercado de carne de cerdo y productos derivados del Grupo Delisi. FOTO: Víctor Suárez

A 60 años de la revolución encabezada por el Partido Comunista Chino y su dirigente Mao Zedong (1893-1976) y a tres décadas de la reforma modernizadora de la economía promovida por Den Xiaoping (1904-1997) y continuada por Jiang Zemin (1926) y Hu Jintao (1942), China es hoy la tercera potencia económica del mundo, y para 2035 será la primera de acuerdo con diversas instituciones internacionales.

En el contexto de la crisis alimentaria internacional, China destaca también porque, con 20 por ciento de la población global –mil 300 millones– y con el 7 por ciento de la tierra cultivable, sus 200 millones de pequeños campesinos (0.6 hectárea por productor) y su modelo de agricultura han obrado el milagro de alimentar a todo el pueblo chino y disponer hoy de las mayores reservas alimentarias del mundo.

¿Cómo ha sido posible este impresionante desarrollo económico y agroalimentario de un país que apenas medio siglo atrás se ubicaba entre los más atrasados, hambrientos y humillados?

A continuación se presenta una mirada a la agricultura china de hoy, a partir de las notas y observaciones recogidas en un viaje del autor por diversas ciudades y localidades rurales de la provincia de Shangdong, en el marco del Minilab sobre Cadenas Sustentables de Abastecimiento Alimentario de China, que organizaron la Fundación para el Progreso de la Humanidad y el Instituto de Desarrollo Rural de la Academia China de Ciencias Sociales del 6 al 15 de abril de 2008.

Reforma agraria y modelos de organización productiva 1949-2008. El campesinado fue la principal fuerza social de la lucha del pueblo chino contra el sistema feudal, por su liberación nacional en contra del imperialismo japonés y por la revolución socialista. En este sentido, la reforma agraria fue la principal bandera utilizada por el Partido Comunista Chino y su dirigencia encabezada por Mao Zedong para movilizar y organizar la resistencia campesina contra las fuerzas feudales, el ejército japonés y las fuerzas prooccidentales del partido nacionalista (Kuomintang) en la guerra civil desatada al final de la segunda guerra mundial y que terminó con la victoria del PCCh y la proclamación de la República Popular China el uno de octubre de 1959.

En este sentido, el reparto de la tierra de los señores feudales y los “señores de la guerra” entre los peones y campesinos pobres se desarrolló en las zonas liberadas y bases de apoyo del Ejército Popular de Liberación dirigido por el PCCh a lo largo de la lucha antijaponesa y la guerra civil. En 1947 el movimiento revolucionario emitió la Ley Agraria, que abolió “el sistema agrario de explotación feudal y semifeudal y puso en vigor el sistema de ‘la tierra para quien la trabaja’”. Asimismo, decretó la abolición de los derechos de propiedad sobre las tierras de todos los terratenientes, templos, santuarios y otras instituciones y organizaciones al tiempo que se cancelaron todas las deudas contraídas en el campo con anterioridad a la citada Ley Agraria.

La Ley Agraria fue parte esencial de la ofensiva político-militar contra el ejército prooccidental del Kuomintang, cuya aplicación se generalizó a todo el territorio chino al triunfo revolucionario de 1949.

Resuelto el problema del reparto de la tierra, enseguida se suscitaron grandes debates y luchas políticas en torno al modelo de organización para la producción agrícola (¿producción individual o producción colectiva?) y el papel de las relaciones campo-ciudad y agriculturaindustria ligera-industria pesada en el marco de la construcción del socialismo en China. De manera esquemática las diferentes etapas de organización agraria de 1949 a la fecha son:

*Colectivización agrícola (1950-1956).- De conformidad con el modelo soviético, y todavía bajo la fuerte influencia de la Unión Soviética sobre el PCCh, se impulsó la colectivización forzada de la producción agrícola en el marco de una fuerte planeación centralizada que privilegiaba el desarrollo acelerado de la industria pesada a costa de la agricultura y el campo. Los resultados en términos de impulso de la producción y bienestar para los campesinos fueron un rotundo fracaso. El rompimiento de China con la URSS en 1956 y la percepción de que el modelo soviético de organización agraria se contraponía con los intereses y expectativas de la principal fuerza de la revolución china, obligaron a abandonar la colectivización del campo y buscar un modelo propio.

*Comunas populares (1956-1976).- A partir de 1956 se impulsó el Gran Salto Adelante, política que intentaba construir un modelo anticapitalista de crecimiento económico y bienestar, sin pasar por las etapas de los países capitalistas avanzados y evitando seguir el modelo soviético. En este contexto, se impulsaron las comunas populares como unidades socioeconómicas del nuevo poder popular, que controlaban la tierra, organizaban la producción y la distribución agroalimentaria, la industria local y los servicios. Las comunas populares fueron un intento de descentralizar el poder, de construir núcleos autogestionarios de desarrollo local autostenido y construir una nueva relación campo ciudad y agricultura- industria. Durante la Revolución Cultural (1966-1976) el modelo de comuna popular en el agro chino fue impulsado aún más. El rotundo fracaso de las comunas en términos de aumento de la producción y el bienestar para la población rural, así como la muerte de Mao en 1976, cerraron un ciclo de transformaciones voluntaristas y de extrema izquierda y abrieron el camino para las alternativas reformistas en el camino chino al socialismo.

*Contratos de explotación individual/familiar (1979-2008).- Con el triunfo en 1979 de los sectores reformistas y moderados del PCCh encabezados por Den Xiaoping, se establece el proceso de reforma económica y apertura con las llamadas “cuatro modernizaciones” (modernización de la agricultura, de la industria, de la ciencia y tecnología y de la defensa militar) y guiado por la máxima denxiaopiniana de “no importa de qué color sea el gato, con tal de que cace ratones”. En este contexto, la base de la modernización de la agricultura se constituyó en el impulso de la producción agroalimentaria individual/familiar a través de los “contratos de explotación” en el marco de un nuevo sistema de responsabilidades entre los campesinos y el Estado chino. Los contratos de explotación se suscriben a 25 años, son renovables y heredables, a condición de que se cumplan condiciones mínimas de producción y buen manejo de las tierras. Este sistema de producción individual/familiar, base histórica de la agricultura y la economía rural china, representó el mayor de los incentivos a la producción agroalimentaria. aunado a la libertad de vender en el mercado los excedentes por encima de la cuota de granos comprometida con el Estado.

La política de modernización e industrialización agrícola 1989-2008. Con los contratos de explotación individual se favoreció el desarrollo del potencial productivo de 200 millones de campesinos y sus familias, produciéndose importantes excedentes agrícolas en forma sostenida a partir de mediados de los noventa, no obstante de disponer en promedio una superficie mínima (9 mu, o 0.6 hectárea).

De 1989 a la fecha, el gobierno chino ha impulsado a lo largo de tres planes quinquenales una estrategia de modernización agrícola que tiene como objetivos principales: a) Garantizar la alimentación del pueblo y asegurar el abasto en cantidad y calidad suficientes para el crecimiento y mejoramiento de los ingresos de la población urbana. b) Disminuir la desigualdad en la distribución de los ingresos y desarrollo entre la población rural y la urbana. c) Conservación de los recursos naturales.

A partir del crecimiento acelerado y sostenido de la economía china (10 por ciento promedio anual en las dos décadas recientes), se plantearon nuevos desafíos para la agricultura china, mismos que en 1993 obligaron a establecer la llamada Política de Industrialización Agrícola.

En 2008 el 55.57 por ciento de la población china vive en el campo y contribuye con 11 por ciento del producto interno bruto. Para los chinos “esto no es armonioso y por eso es indispensable la industrialización y la urbanización”. En 1978 la población rural representaba 82 por ciento del total. Estimaciones del gobierno establecen que para el 2020 únicamente 30 por ciento de la población vivirá en el medio rural. Estas tendencias determinan el papel asignado a la agricultura en el marco de la Política de Industrialización Agrícola desde 1993, y que en palabras de Zhang Xioshan, director del Instituto de Desarrollo Rural de la Academia China de Ciencias Sociales, se resume como sigue:

La teoría de la industrialización agrícola profundiza la reforma y apertura emprendida desde 1979. La agricultura es una prioridad entre las prioridades del gobierno central. Se trata de un sistema de apoyos agrícolas de largo plazo que tiene como objetivo asegurar una oferta de alimentos a todo el país en cantidad y calidad. La teoría de la industrialización agrícola se basa en los siguientes principios: a) Manejo estandarizado de la producción agrícola. Los campesinos constituyen el actor principal con base en el sistema de responsabilidades. b) Sistema de calidad estandarizado. c) Agregación de valor e integración de cadenas de suministro alimentario. d) Inocuidad alimentaria. e) Inspección obligatoria a los alimentos previamente a su lanzamiento en el mercado. f) Urbanización rural. La sostenibilidad de las cadenas alimentarias debe cumplir con una serie de requisitos con relación al medio ambiente, a la nutrición, a la calidad e inocuidad y a una distribución justa de beneficios.

Para poner en marcha la política de industrialización agrícola, el gobierno central ha incrementado dramáticamente el apoyo financiero al campo, bajo la tesis de que “antes el país explotaba al campo y ahora el país apoya el campo”.

En este sentido, la inversión pública del gobierno central para el desarrollo rural se incrementó de 340 mil millones en el año 2000 a 560 mil millones de yuanes para 2007. En el X plan quinquenal chino, se incrementa en 17 por ciento anual el presupuesto para el campo. Asimismo, se eliminan todos los impuestos agrícolas. De 2003 a 2007 el ingreso del campesinado se ha elevado a una tasa de 5 por ciento anual.

No obstante los avances, se tienen los siguientes desafíos por enfrentar: a) Disminución de la disponibilidad de agua para la agricultura en relación a la disponibilidad para las ciudades y el desarrollo industrial. b) Infraestructura agrícola insuficiente. c) Sistema imperfecto de innovación técnica. d) Atraso en el sistema de servicios financieros y seguros. e) Inexistencia de seguro social en áreas agrícolas. f) Mejoramiento de los servicios públicos en áreas rurales. g) Insuficiente organización de los campesinos e insuficiente apoyo en información, asistencia técnica y vinculación con los mercados. h) Gran problema en las relaciones entre trabajo y capital: beneficios desiguales. i) Mejoramiento del papel del gobierno y sus instituciones para garantizar la sostenibilidad de la política de industrialización agrícola: mayor capacidad para impulsar, coordinar y ajustar.

“El modelo no es todavía perfecto”, concluye el Dr. Zhang.

Director Ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo, A.C. (ANEC).


Guatemala

Azúcar y desnutrición

Pablo Sigüenza Ramírez

La enorme desigualdad en la distribución de la riqueza en Guatemala es evidente tanto en la estadística sobre hambre, desnutrición crónica infantil y pobreza como en las condiciones de vida de la población en los cinturones precarios de la ciudad y en miles de comunidades rurales. El país ocupa el cuarto lugar mundial en producción de azúcar, con ganancias dulces para el agronegocio azucarero, pero a la vez ostenta el amargo cuarto puesto mundial en desnutrición crónica infantil.

Organizaciones sociales y populares han denunciado aquí y en todo el orbe que el actual modelo económico capitalista sobrepone los intereses de acumulación de grandes corporaciones trasnacionales y empresas nacionales sobre el derecho a la vida y alimentación de la población.

Son alarmantes los anuncios de una disminución internacional de las reservas de granos básicos para la alimentación debido a su uso en generación de energía para automóviles e industria y el aumento de los precios de estos productos debido, entre otras cosas, a la especulación financiera en las bolsas de mercados a futuro.

El avance del modelo neoliberal desde mediados de los años 80, con las políticas de apertura comercial, propició que Guatemala dejara de ser autosuficiente en la producción de maíz e importara cada vez más este grano vital para la vida humana. Alrededor de un tercio de maíz que se consume es importado.

Ante la anunciada crisis alimentaria, los pasos que den la sociedad y el gobierno deben estar orientados al logro de la soberanía alimentaria y el desarrollo endógeno a partir del apoyo decidido a la economía campesina y la democratización en el uso y manejo de los recursos naturales, principalmente la tierra.

Si bien en este momento son necesarios los planes de emergencia que incluyen ayuda alimentaria en las áreas más pobres y transferencia de alimentos por trabajo, es fundamental que las políticas públicas se enfoquen en la reactivación de la producción nacional de alimentos. Cualquier política a impulsar debe hacerse desde un Estado que por el momento, luego del feroz ataque neoliberal, se encuentra en su punto más precario de debilidad institucional y financiero. La sociedad en su conjunto debe fortalecer al Estado.

Gobierno sometido al interés industrial. Recientemente el Ministerio de Finanzas lanzó una propuesta de reforma tributaria que busca fortalecer el erario. El sector empresarial, organizado en la Cámara del Agro y en el Comité Coordinador de Asociaciones Empresariales, expresó su postura de rechazo.

En menos de un seis meses el actual gobierno, autollamado socialdemócrata, ha dado marcha atrás en dos iniciativas para afrontar la crisis alimentaria: precios tope a productos de la canasta básica y el anuncio de aplicar un decreto legislativo de 1974 que obliga a los productores latifundistas a destinar 10 por ciento de la superficie cultivada a producir granos básicos.

En ambos casos la Cámara del Agro saltó a la opinión pública indignada y de facto vetó las propuestas a pesar de la crisis alimentaria actual y la que está por venir.

Por el contrario, el gobierno liberó recientemente la importación de granos y otros productos de la canasta básica, a excepción del azúcar. Una medida que favorece a los monopolios comercializadores, protege de forma desmedida a los azucareros nacionales y que difícilmente se traducirá en menores precios para el consumidor final. Por el momento el gobierno “socialdemócrata” está en deuda con la población.

Instituto de Estudios Agrarios y Rurales

India

TEJIENDO CON RAYOS
DEL SOL

Emma Cosío Villegas


Domo geodésico en la Universidad de los Pies Descalzos.
FOTO: Shelbi Joseph

La Universidad de los Pies Descalzos funciona con la convicción de que los problemas del campo tienen la solución en las comunidades rurales. Aquí se preparan para resolver los problemas de producción de energía, de almacenamiento y purificación de agua, educación, salud y conservación de sistemas ecológicos. Se beneficia a los más pobres entre los pobres que hasta ahora no han tenido alternativas. Se impulsa el conocimiento práctico y no las carreras con grandes títulos académicos. La universidad no emplea a profesionales “urbanos” pues en las comunidades están los conocedores de su medio, de sus tradiciones y habilidades. Para los urbanos, la falta de agua potable es un asunto técnico, para las comunidades es cuestión de vida o muerte.

Algunas de las reglas de esta universidad son no especular con los conocimientos y prácticas de la comunidad y sólo usarlos para su beneficio y desarrollo de la propia comunidad; poner la tecnología al alcance de los más desfavorecidos; conseguir igualdad de oportunidades para las mujeres y lograr que las comunidades sean las que propongan las actividades.

Las instalaciones han sido construidas por arquitectos descalzos. El campus es de alrededor de diez hectáreas. Tiene habitaciones para alumnos, casa para visitantes, biblioteca, comedor, sala de juntas, teatro al aire libre, un pequeño hospital, unidad de entrenamiento de profesores, laboratorio de análisis de agua, tienda de artesanías, ciber café, taller de títeres, unidad audio visual, taller de estampado de textiles y cisterna de 700 mil litros de agua de lluvia. Todo funciona a base de energía solar. Un campesino iletrado, con 12 ayudantes, construyó el campus, usando sólo materiales baratos y locales. Un herrero campesino fabricó e instaló, con desperdicio de metal, 150 domos geodésicos. Hay 18 campus en varias zonas del país y además han entrenado grupos campesinos de Afganistán, Buthan y África.

El proyecto ha emprendido programas para la mejora de viviendas usando técnicas sustentables, evitando el uso de combustibles fósiles y recolectando agua de lluvia para no usar reservas subterráneas.

Mediante un equipo de 317 técnicos, entre ellos 128 mujeres, semi analfabetas, han trabajado en 807 localidades para instalar sistemas de energía solar y han puesto en funcionamiento 7 mil 377 paneles solares, beneficiando a 93 mil personas. Son los propios vecinos quienes gestionan, supervisan y controlan la fabricación, instalación y mantenimiento de las unidades. También instalan estufas parabólicas con capacidad para diez raciones o las colectivas con capacidad para 50. Esto significa que las comunidades son autosuficientes técnica y económicamente.


Campesino de Rajasthan.
FOTO: Shelbi Joseph

Han equipado más de 250 escuelas nocturnas a las que asisten 4 mil niños y 2 mil 250 niñas que cuidan ganado por las mañanas y asisten a la escuela por la noche. Los materiales de estas escuelas se producen con desperdicios, y los que son para el estudio de las ciencias los hacen niños discapacitados. Mientras cuidan el ganado, se ponen a estudiar.

También han electrificado 300 comunidades en las inhóspitas montañas de Ladakh. En las comunidades hay comités de educación que administran 250 escuelas y los mismos niños controlan y supervisan las escuelas por medio de su Parlamento, con la idea de que dando poder a los interesados en la escuela, ésta funcionará bien. Además cuentan con una biblioteca itinerante.

En 2006 la universidad recibió un millón de dólares como premio por su trabajo en la sustentabilidad del planeta. Sin duda se lo mecería.

Brasil

Criando palomas en Juanópolis


Sebastián y sus palomas. FOTO: Manoel Marques

Armando Bartra

"No la vendo por nada. La tierra no tiene precio. La tierra es mi vida”, dice enfática, casi ofendida por la pregunta, doña Fátima. Pero en los cerros que nos rodean las densas plantaciones de eucaliptos sembradas por empresarios de Sao Paulo en tierras previamente quemadas por los herbicidas, son testimonio de que algunos sí vendieron. ¿Por qué, entonces, Fátima, su esposo Octavio y las 11 familias de la Asociación de Agricultores del Barrio dos Petros, pueden seguir siendo campesinos? Ésta es su fórmula mágica:

Juanópolis es un municipio rural de poco más de diez mil habitantes, de los cuales casi la mitad son familias de pequeños agricultores, la mayoría con propiedades de menos de 50 hectáreas. Pero la cultura campesina local y las aportaciones ambientales de la región están amenazadas por el monocultivo del eucalipto, cuyas plantaciones se extienden comprando y rentando tierras o induciendo la silvicultura industrial entre los productores.

Rica en agua y originalmente cubierta de bosques la Sierra de Mantiqueira sufrió su primera deforestación durante el siglo XIX por siembras de café, sustituidas después por la pequeña ganadería bovina y más recientemente por monocultivos forestales, actividad empresarial que se extiende ahí debido a las tierras fértiles y abundantes recursos hídricos, aunque también a los buenos caminos y cercanía de las plantas procesadoras. Pero, de la forma extractiva o minera como lo siembra el agronegocio, el eucalipto es ambientalmente predador y amenaza las cuencas hidrográficas de Piracicaba, Capivarí y Jundiaí que, entre otras cosas, abastecen de agua a los 20 millones de habitantes de Sao Paulo. De hecho en la región sólo resta un 6 por ciento del bosque original.

La voluntad de resistir es de los campesinos, la alternativa tecnológica y asociativa viene del proyecto Experimentación en Agrosilvicultura y Participación Social, de la Universidad de Sao Paulo. Para sus animadores “la organización colectiva es fundamental para el éxito y la permanencia de la agricultura familiar en el campo”, mientras que la apuesta productiva consiste en sustituir una ganadería lechera rudimentaria que no les permite resistir a los emisarios económicos de la industria de la celulosa, por el uso sustentable y diversificado de sus predios, en su mayor parte de entre cuatro y 12 hectáreas de lomeríos.

Paulo, hermano de Octavio y cuñado de Fátima, tiene vacas. Como las tiene su amigo Sebastián, quien hace tiempo fracasó al tratar de mejorar sus potreros con dosis intensivas de agroquímicos, pues sus costos crecieron más que sus rendimientos. Entonces Paulo, siguiendo las indicaciones de los técnicos de la Universidad, cambió al método de dividir su zona de pastoreo en pequeños potreros e ir moviendo al ganado, que regresa a donde empezó cada 30 días cuando el pasto ya ha tenido tiempo de rebrotar. Con el sistema rotativo, empleando caña de azúcar y otros forrajes de corte como complemento alimenticio y sembrando en el pastizal árboles de sombra y leguminosas, Paulo no tuvo que aumentar sus costos y aun así necesita menos terreno para sus vacas y éstas dan más leche. Octavio, Sebastián, Vicente y Orlando ya están haciendo lo mismo.


FOTO: Manoel Marques

Como ahora les sobra terreno, Octavio y Fátima sembraron una pequeña huerta de café. Pero no de variedades robusta, a sol y con mucha química, como se usa ahora en Brasil, sino de variedades arábigas, sombra y sustituyendo los insumos sintéticos por abonos verdes y control natural de plagas, como se hacía antes. En cuanto tengan cosecha tratarán de venderla a precio solidario, mediante una cooperativa cercana que produce café orgánico y comercializa en el mercado justo.

Casi todos siembran hortalizas orgánicas y árboles frutales. Estos últimos a orillas de los ríos, donde por ley habría que mantener 30 metros por lado de vegetación original (lo que dejaría casi sin tierra a muchos), pero ya convinieron con las autoridades reforestar una franja menor a cambio de extender a toda la parcela el manejo sostenible. También están buscando que se les reconozca y retribuya la captura de agua que conlleva su buen manejo de las parcelas, como ya lo está haciendo el gobierno brasileño en otras regiones.

Y hasta con el eucalipto se reconciliaron. Pero ahora lo plantan en pequeñas extensiones de tierras con mucha pendiente, que con pastos se deslavaban y con árboles se preservan. Además, en vez de una sola clase que sirve nada más para celulosa, meten diez o 12 especies y variedades, que les permitirán obtener madera en diferentes plazos y para distintos usos: carbón, celulosa, cercas, postes, vigas, tablones, muebles... Así, el eucalipto se incorpora armónicamente a una economía diversificada y sostenible, pues en vez de vender o rentar las tierras a los plantadores o de producirlo ellos mismos pero malbaratándolo en pie a las compañías de la celulosa, los campesinos le agregan trabajo y obtienen ingresos mayores y más duraderos, además de que valorizan la finca.

Algunos emprendieron negocios novedosos. Gracias a un programa público, Fátima y Octavio consiguieron un crédito (a siete años y tres de plazo), con el que edificaron una casita para arrendar a turistas de fin de semana. Y como la región es bella, Sao Paulo está cerca, Fátima es platicadora y la parcela diversificada del matrimonio muy disfrutable, se les llena todo el verano.

Don Sebastián y doña Nair crían palomas blancas y copetonas, de las que venden unas treinta cada mes para restaurantes, celebraciones, magos y –según las malas lenguas– para sacrificarlas en ritos de vudú. También hacen un licor de higo que mucho les recomiendo.

Doña Neusa es líder de la asociación y tiene una fabriquita de dulces donde emplea leche y frutas que producen ella y sus vecinos. Las golosinas se incluyen en la merienda escolar de municipios cercanos como Piracaia y Santo André, y se comercializan dentro del programa gubernamental Hambre Cero, que al esquivar intermediarios permite que Neusa pague por la leche 20 por ciento más que otros compradores.


Las vacas de Octavio y Fátima. FOTO: Manoel Marques

En Juanópolis se ven pocos jóvenes, y los miembros de la Asociación de Agricultores, son hombres y mujeres de mediana edad. Entonces el programa de agrosilvicultura es también una lucha contra el tiempo. No basta plantear una alternativa técnica y económicamente viable a la ecocida expansión del monocultivo del eucalipto, hace falta ofrecer a las nuevas generaciones una atrayente opción de vida.

Es costumbre en la región que los muchachos se vayan a Sao Paulo. Ahí se matan trabajando hasta ahorrar lo suficiente para comprarse una moto y volver al pueblo con los bolsillos llenos de dinero. Plata que derrochan en unos días invitando cervezas y cachaza. Cuando se les agota el efectivo regresan a Sao Paulo, venden la moto y vuelta a trabajar como esclavos. No es gran cosa, pero sucede que por esos rumbos no hay nada qué hacer más que esperar a que los viejos se mueran y se pueda vender la tierra. Entonces lo que Fátima, Nair, Neusa, Paulo, Octavio, Sebastián y sus compañeros están haciendo es trajinar para que las fincas familiares no sean prisión sino ventana al mundo, no socavón sino atalaya. Trabajan duro para que aquellos de sus hijos que le tienen afición al campo se puedan quedar en Juanópolis, no a derrengarse por un miserable ingreso de subsistencia, sino a vivir una vida rural digna y venturosa, con los servicios y comodidades a los que todos, en el campo o la ciudad, tenemos derecho.

Hacia una política nacional de abasto

Chico Menezes

La crisis alimentaria que afecta a gran parte del planeta se hizo sentir desde la segunda mitad del año pasado, por la acentuada elevación de los precios de granos y cereales. Ahora parece llegar al clímax generando manifestaciones públicas en varios países. Algunas de ellas desencadenadas por gente desesperada por el hambre, como sucedió en países de Asia y África; otras, por campesinos y manifestantes bien vestidos y exigentes, como ocurrió con el cacerolazo argentino, en la ola de protestas de la oposición al gobierno de Kirchner.


Los dulces de doña Neusa se venden por medio del Programa Hambre Cero.
FOTO: Manoel Marques

En Brasil el impacto también se hace sentir con manifestaciones y grandes debates sobre las medidas políticas que deben ser adoptadas para enfrentar la crisis, pues desde el año pasado los alimentos siguen la tendencia del alza internacional, presionan el índice de inflación. El encarecimiento ocurre en una serie de productos con peso significativo en la canasta básica, como frijol, arroz, harina de trigo y aceite de soya.

Esta situación amenaza conquistas importantes obtenidas en los años recientes, cuando el abaratamiento de los alimentos, combinado con políticas como el Programa Bolsa Familia (de transferencia de subsidios para 11 millones de familias) y otros programas de seguridad alimentaria, así como el aumento real del salario mínimo, consiguieron resultados efectivos en el enfrentamiento de los problemas de hambre y desnutrición de los grupos sociales más vulnerables.

Daño económico y nutricional. El alza de precios, además de presionar al alza la inflación, castiga a la población más pobre, cuyos gastos en alimentación pesan considerablemente en su pequeño presupuesto doméstico.

De no revertirse esta coyuntura, los pobres tendrán que alimentarse menos y peor. Merece atención este último aspecto, pues varios estudios han demostrado que las familias con menor poder adquisitivo buscan alimentos más baratos e invariablemente de peor calidad nutricional. Se daría cada vez más un consumo mayor de productos excesivamente calóricos y pobres en nutrientes necesarios para a buena salud.

Así como las protestas contra a alza de los precios son encabezadas por grupos sociales muy diversos, los argumentos que justifican la insuficiencia en el abasto y los precios elevados también son variados. Se busca al villano responsable de la situación: ¿Los agrocombustibles?, ¿el alza del precio del petróleo?, ¿el crecimiento del consumo en países como China e India?, ¿el calentamiento global?, ¿la especulación en los commodities agrícolas?

Causas múltiples. En la búsqueda de chivos expiatorios, se preguntan ¿que país la provoca? Esta discusión pautada en análisis superficiales, siempre sesgada en la defensa de intereses específicos, no es un buen camino para entender la crisis y proponer alternativas. Las causas son múltiples. Se dan en el contexto de la globalización del mercado y, debido a que todas ellas ocurrieron simultáneamente, generaron la desestabilización que ahora vivimos.

No debemos considerar que la crisis alimentaria se dio por casualidad, por coincidencias infelices. Es resultado de problemas y contradicciones de diversos componentes del sistema alimentario mundial. La esencia del problema está en el hecho de que los alimentos se reducen a ser una mercancía como cualquier otra. En Estados Unidos se desvía el maíz de consumo humano para la producción de etanol; el modelo de desarrollo agrícola continúa basado en insumos químicos dependientes del petróleo; el abandono en el consumo de productos locales obliga a los alimentos a realizar viajes largos y costosos hasta llegar a la mesa de los consumidores.

No se asume la responsabilidad en el deterioro ambiental ni en el calentamiento del planeta, lo que provoca problemas climáticos y las consecuentes pérdidas de cosechas agrícolas. Se especula con los alimentos en las bolsas de valores, con el único objetivo de multiplicar el lucro.

Es necesario comprender la alimentación en otro sentido, como un derecho humano inalienable, en cuanto un derecho a la propia vida. Por tanto, los gobiernos deben asumir la responsabilidad de asegurar este derecho. Si fuera necesario, deben embargar exportaciones para asegurar el alimento del mercado interno a precios accesibles; si fuera necesario, reglamentar para impedir el avance de cultivos nuevos en aquellas áreas que producen alimentos, y que se ejerza esa regulación. Que tomen las medidas necesarias para garantizar el derecho a la alimentación y a la vida. Ésa es la función de los gobiernos.

En el caso de Brasil se impone la reconstrucción de una política nacional de abasto, frente al desmantelamiento perpetrado sobre los instrumentos estatales de distribución y comercialización de alimentos. Ya existe una propuesta bastante consistente, elaborada hace dos años por gobierno y sociedad, en el ámbito del Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Consea) que, entre otras medidas, crea mecanismos para la restablecer reservas estratégicas, limita las prácticas abusivas de intermediación y aproxima la producción al consumo por medio de estímulos a los mercados locales y regionales. Si reconstruimos esa política, Brasil probará su capacidad de transformar las adversidades en oportunidades para avanzar.

Director del Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos y ex presidente del Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Consea)