Usted está aquí: jueves 10 de julio de 2008 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega
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■ Inflación, meta incumplida

■ ¿Por qué insiste el gobierno en entregar el negocio más rentable?

El relativamente exitoso modelo de control inflacionario que utiliza el Banco de México zozobra ante una realidad no considerada en los análisis y proyecciones de los genios financieros de esa institución, y a todas luces en este 2008 la meta que en este renglón se fijó el organismo a cargo de Guillermo Ortiz pasará a engrosar la de por sí enorme lista de propósitos no alcanzados en materia de política económica.

Con singular optimismo, dichos genios fijaron en 3 por ciento (con un rango de un punto porcentual arriba o abajo) la meta inflacionaria para el presente año, pero resulta que al cierre del primer semestre el crecimiento anualizado de dicho indicador va que vuela para 6 por ciento.

De acuerdo con el reporte que en materia inflacionaria divulgó ayer el Banco de México, la inflación anualizada a junio de 2008 llegó a 5.26 por ciento, luego de que en dicho mes el índice nacional de precios al consumidor reportara un incremento de 0.41 por ciento, el mayor de los pasados seis años para un mes igual.

Con una economía prácticamente estática desde hace 25 años parece no ser tan complicado alcanzar una inflación oficialmente reducida (el índice nacional de precios al consumidor incorpora el comportamiento de cerca de 180 mil productos, que van desde los más elementales para la subsistencia hasta los de súper lujo que sólo dos o tres consumen), pero si a lo anterior se le agrega la (ficticia) crisis en la producción de alimentos y el boom en los precios petroleros, la cosa cambia y los indicadores van para arriba.

A estas alturas, pocos son los que consideran real la medición de precios del Banco de México (sólo hay que pasearse por los mercados y súper mercados para saber qué pasa en los hechos), pero el organismo insiste en que, “a pesar de todo”, las cosas no van tan mal. Por ejemplo, que el índice de precios de la canasta básica de consumo “sólo” aumentó 0.62 por ciento en junio, para un avance promedio anualizado de 6.13 por ciento. Sin embargo, cuando el deteriorado bolsillo de millones de mexicanos registra el comportamiento real de los precios de los artículos de mayor consumo, los incrementos ya son de dos dígitos y, en algunos casos, hasta de tres.

Para beneplácito de los consumidores, en junio las mayores alzas de precios se reportaron, de acuerdo con el Banco de México, en el servicio telefónico local, vivienda propia, electricidad, arroz, gas doméstico, manzana, servicios turísticos en paquete y transporte aéreo, aunque la mayoría de los mexicanos (salvo en el caso del combustible y los alimentos) no los incluyan en su holgado modo de vida.

El informe del Banco de México señala que durante junio de 2008, el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) registró una variación de 0.41 por ciento. Así, la inflación general anual se ubicó en 5.26 por ciento, lo que significó una alza de 0.31 puntos porcentuales con respecto al dato del mes previo. El incremento observado fue producto de una mayor contribución a la inflación general tanto del índice subyacente como del no subyacente. En relación con el índice subyacente, es pertinente señalar que los alimentos continúan con su tendencia alcista. Por lo que respecta al índice no subyacente, el subíndice de los bienes y servicios administrados presentó la mayor contribución a la inflación general anual dentro de ese grupo.

El índice de precios subyacente se elevó 0.45 por ciento en junio de 2008. Con ello, la variación anual de este indicador se situó en 5.02 por ciento, lo que significó un incremento de 0.16 puntos porcentuales respecto del dato correspondiente a mayo. Las variaciones anuales de los subíndices de precios de las mercancías y de los servicios fueron 5.72 y 4.38 por ciento, respectivamente (el mes anterior, dichas cifras se ubicaron en 5.50 y 4.28 por ciento). En el subíndice de precios de las mercancías, destaca el aumento observado en el rubro de los alimentos, influido éste por las alzas en las cotizaciones del arroz, de los aceites y grasas vegetales comestibles, y del jamón. Respecto del subíndice de servicios, éste se vio afectado por los incrementos registrados en los precios de los siguientes genéricos: vivienda propia, servicios turísticos en paquete, transporte aéreo, loncherías y restaurantes.

El índice de precios no subyacente presentó una variación de 0.32 por ciento, en el mes que se reporta. Esto situó su tasa de inflación anual en 5.94 por ciento (en mayo, la tasa anual observada por este indicador fue 5.19 por ciento). Las variaciones anuales de los subíndices que integran a la inflación no subyacente fueron las siguientes: productos agropecuarios 8.88 por ciento, y bienes y servicios administrados y concertados 4.52 por ciento (en mayo, las cifras comparables fueron 7.44 y 4.09 por ciento, respectivamente). En el mes que se reporta, el subíndice de productos agropecuarios presentó menores bajas en sus cotizaciones, en relación con las observadas en el mismo mes del año anterior. El incremento en la tarifas de los bienes y servicios administrados se explica, en lo principal, por los mayores niveles que alcanzaron la electricidad (tarifas de alto consumo DAC), el gas doméstico y las gasolinas, así como por la terminación de promociones en algunos servicios de telefonía.

Las rebanadas del pastel

De la lectoría y la cadena de valor de los hidrocarburos: “por cada barril de petróleo crudo que se exporta, México gana 100 dólares y se crea un empleo; si se refina aquí gana 20 dólares adicionales y se crean nueve empleos; si se destina a petroquímica básica gana otros 100 dólares y se crean 16 empleos; si se destina a petroquímica secundaria gana 300 dólares adicionales y se crean 22 empleos; si destina en México al producto terminado se ganan 5 mil dólares adicionales y se crean 48 empleos. En resumen: si los hidrocarburos se destinan a los productos terminados de la petroquímica, se incrementa el valor del crudo hasta en 60 veces y se crean 96 empleos por barril. Entonces, ¿por qué transferir los procesos más rentables a las empresas privadas, si Pemex obtendrá mayor ingreso?” (Ingeniero José Luis Apodaca Villarreal, japodaca@ prodigy.net.mx).

 
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