Usted está aquí: jueves 10 de julio de 2008 Ciencias La democracia energética

Juan Tonda
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La democracia energética

Ampliar la imagen Molino de viento en Oaxaca Molino de viento en Oaxaca Foto: Archivo

El sol y el viento son para todos. Hace más de dos siglos Arquímedes, el gran matemático y físico griego (220 a de C), por medio de los escudos proyectó luz del astro para quemar la naves romanas que sitiaban la ciudad de Siracusa. Fue la primera aplicación de una planta termosolar, hace más de dos mil años. Hoy existen los motores Stirling, que producen energía eléctrica con calor del sol en todo el mundo y representan una opción real para México.

Por otro lado, Eolo, el dios de los vientos, de un solo soplo causó tempestades. En El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha aparecieron los molinos de viento a los que el Quijote confundió con gigantes, mientras su ayudante Sancho Panza intentaba detenerlo explicándole que no se trataba de “gigantes, sino de molinos de viento”.

Las energías solar y eólica son una alternativa concreta que podría resolver gran parte del abastecimiento de electricidad en México en los próximos años.

También son opciones las energías hidráulica, geotérmica y nuclear, ya que el país cuenta con profesionales capacitados para desarrollar la tecnología necesaria en esos campos.

Y lo que hoy hemos visto en el debate energético es que estas opciones no han sido consideradas seriamente para los próximos años. Con esto me refiero a que sí se les toma en cuenta, pero no en la medida en que podrían contribuir al desarrollo energético independiente de nuestro país.

Los datos para desarrollar y apoyar las fuentes renovables de energía (FRE), por los que he propuesto crear fuentes renovables de energía de México (Fremex), son contundentes. Todos los científicos y técnicos mexicanos están de acuerdo, desde el Consejo Consultivo de Ciencias hasta las organizaciones ecologistas y políticas de amplios sectores de la población mexicana, en que respaldar a las FRE es fundamental para el desarrollo energético de México.

Pero la acción de apoyarlas no se reduce a asumir una posición pasiva, sino a varias condiciones que el gobierno mexicano debe asumir.

La primera es que a partir del próximo año se destine 1.1 del PIB al desarrollo de la ciencia y tecnología nacionales (uno por ciento a la investigación y 0.1 a la divulgación).

La segunda es crear Fremex, empresa gubernamental dedicada a coordinar las acciones para desarrollar fuentes renovables de energía, que vigile el ahorro y uso eficiente del recurso. Se incluirán otras opciones energéticas no renovables, como la nuclear.

La tercera es crear empresas gubernamentales vinculadas a las universidades públicas, que trabajen tanto en el desarrollo de la investigación como en los productos tecnológicos para abastecer de energía a la población y a la industria a las empresas mexicanas que produzcan lo que queremos.

La cuarta es impulsar el desarrollo de la industria petrolera nacional, con profesionales mexicanos que construyan las refinerías y los recursos tecnológicos para explotar los derivados del crudo. No es posible que en México se crea que un barril de petróleo es más importante que un encendedor. Los mexicanos y la industria petrolera tienen la capacidad para hacerlo.

La quinta es que tendremos que contribuir a los esfuerzos mundiales para abatir el calentamiento climático global, lo cual sólo se podrá lograr con el desarrollo de fuentes de energía que no contaminen, pues los hidrocarburos son los más contaminantes.

La sexta, y la más importante, es que una parte importante de la renta petrolera se destine al desarrollo de las FRE. Una parte puede servir para desarrollar la ciencia y la tecnología nacionales, pues de no hacerse ahora ni la educación ni la salud ni las comunicaciones tendrán la “energía” para salir adelante. El abastecimiento de energía es un asunto prioritario para el país, más importante que la educación, la salud y la cultura, por la simple y sencilla razón que la mayoría de la población “funciona” con energía eléctrica.

No basta con apoyar con un pequeño porcentaje a las FRE. El gobierno mexicano debe invertir una cantidad importante de la renta petrolera en la construcción de plantas solares y eólicas para el bienestar de los mexicanos, así como impulsar su uso individual y rural. Y tiene que hacerlo con la población en general y con los profesionales que ha formado.

De no hacerlo, seguiremos dependiendo del extranjero. Entregaremos a otros nuestros conocimientos y preparación para que hagan lo que no supimos apoyar ni desarrollar. Las experiencias internacionales están a la vista.

Hoy podemos usar los excedentes petroleros para hacer que el país crezca interna y externamente con una visión de mediano y largo plazos.

El abastecimiento de energía es un asunto fundamental, que atañe a los mexicanos de hoy y de las futuras generaciones, para tener una economía sana y en crecimiento.

Hoy todos los científicos y técnicos mexicanos estamos de acuerdo en que, además de producir petróleo, se deben desarrollar los derivados en México y con profesionales mexicanos, hacer más eficiente a Pemex, y apoyar a la que será la industria del futuro: Fremex, pero con visión nacionalista, es decir, apoyando a la ciencia y la tecnología nacionales y el desarrollo de FRE. No sirve de mucho trasladar los apoyos petroleros a las empresas extranjeras de fuentes renovables, porque se trata de la misma gata, pero revolcada. Hay que hacerlas en el país y apoyar su desarrollo para que se hagan en México.

Las experiencias de otros países como España, Corea, India y China demuestran que es el camino correcto, y que el desarrollo y apoyo a la ciencia y la tecnologías mexicanas es fundamental para el crecimiento de México.

Muchos científicos y técnicos mexicanos lo hemos señalado desde hace más de 20 años. Y ahora la pelota está del lado del gobierno y de quienes tomarán la decisión sobre la reforma energética.

Las política mexicana para apoyar a las FRE depende del sustento económico que les otorgue el Estado para desarrollarlas, y no de las buenas intenciones.

Creo que por primera vez los científicos y técnicos mexicanos tienen una posición común y la actual reforma energética ha servido para unirlos, y que se manifiesta en un acuerdo que debería ser escuchado. Si la opinión de los técnicos es importante, hay que apoyar el desarrollo de las Fuentes Renovables de Energía, así como el de la ciencia y la tecnología nacionales y el empleo de los universitarios que formamos. Una modesta conclusión sobre la reforma energética.

 
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