Usted está aquí: miércoles 9 de julio de 2008 Mundo “No doy giros hacia el centro; soy, sin duda, progresista”: Obama

■ Wall Street le ha dado casi el doble de apoyo financiero que a McCain

“No doy giros hacia el centro; soy, sin duda, progresista”: Obama

■ El voto de las bases liberales demócratas no está garantizado: analistas

David Brooks (Corresponsal)

Ampliar la imagen El precandidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Barack Obama (a la izquierda), y el alcalde de Los Ángeles, California, Antonio Villaraigosa, durante una conferencia del aspirante en la 79 convención anual de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos, ayer en Washington El precandidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Barack Obama (a la izquierda), y el alcalde de Los Ángeles, California, Antonio Villaraigosa, durante una conferencia del aspirante en la 79 convención anual de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos, ayer en Washington Foto: Reuters

Nueva York, 8 de julio. Barack Obama se presenta como “el cambio”, pero mientras emplea la ya conocida estrategia “pragmática” de colocarse en el “centro vital” del espectro político, se generan dudas sobre si no es más de lo mismo pero con una mejor retórica.

De que no representa una amenaza para el “sistema” queda comprobado con el amplio apoyo que ha encontrado entre la cúpula de su partido pero tal vez más aún por el hecho de que Wall Street le ha dado casi el doble del apoyo financiero a su campaña que a la de su contrincante, el republicano John McCain, hasta la fecha 9.5 millones comparado con 5.3 millones para McCain, según cifras del Center for Responsive Politics.

“Sin importar quién gane en noviembre, Wall Street tendrá un amigo en la Casa Blanca”, declaró Massie Ritsch del Center for Responsive Politics en entrevista con el New York Daily News.

Sin embargo, Obama sí representa un cambio por definición: no es George W. Bush ni el Partido Republicano que, por lo menos hasta 2006 (cuando los demócratas reconquistaron la mayoría en el Congreso), controlaba las tres ramas del gobierno federal. Con más de 80 por ciento de los estadunidenses considerando que el país procede en una dirección equivocada, un presidente con menos de 30 por ciento de aprobación (uno de los más bajos en la historia), Obama representa un cambio.

Sus propuestas sobre cómo enfrentar los grandes problemas del momento –crisis económica, guerra en Irak, migración, salud, política exterior y el medio ambiente, entre otras– son recibidas como “un cambio” por opositores del régimen actual, sindicatos, organizaciones antiguerra, por aquellos que desean cambiar la política represiva contra los migrantes, defensores de los derechos de la mujer y los gay, los que sufren cada día más de un sistema de salud poco accesible, ambientalistas y científicos.

En torno a la economía Obama promueve un paquete para estimular la economía y generar empleos por medio de inversiones estratégicas en infraestructura como un cambio en el sistema tributario que ahora beneficia sobre todo a los más ricos. Promete un programa de salud “universal”, para todos los residentes del país, más incentivos para los pequeños empresarios, y más apoyo a la educación, incluyendo elevar los salarios de los maestros.

Sobre la guerra en Irak –tal vez el tema que más define “un cambio” frente al gobierno actual y a su contrincante republicano John McCain–, Obama subraya que una de sus prioridades inmediatas es llevar a su fin ese conflicto. Propone una retirada de las fuerzas estadunidenses en fases para lograr en aproximadamente 16 meses un retiro completo de las tropas de combate, aunque reconoce que se mantendrá una fuerza “residual” dedicada a tareas de capacitación de las fuerzas de seguridad locales y a operaciones “antiterroristas”.

Sobre migración, Obama promete promover una reforma integral durante su primer año en la Casa Blanca.

En política exterior su ofrecimiento de establecer negociaciones directas, sin condiciones, con los “enemigos” de Estados Unidos –en la lista están Irán, Corea del Norte, Venezuela, entre otros– más la intención de reparar la “imagen” diplomática de este país tanto a nivel regional como mundial marca un cambio obvio con el régimen actual en Washington.

Por estas y otras posiciones, todo un mosaico de organizaciones del sector obrero, ambiental, de derechos humanos, de derechos civiles, antiguerra y más están esperanzados con la campaña de Obama y destinarán enormes recursos financieros y humanos para su campaña.

A la vez, el carácter histórico de esta elección –el primer candidato presidencial afroestadunidense– y su relativa juventud, con una nueva retórica de reconocido talento, ha generado, por ahora, un nivel de participación sin precedente de jóvenes, afroestadunidenses, latinos y otros sectores que podrían representar un nuevo factor en la dinámica política de este país.

Pero algunos advierten que sería un error por parte de Obama y sus estrategas suponer que el apoyo que gozan entre estas bases liberales del Partido Demócrata está garantizado y permite que se dediquen más a ocupar el llamado “centro”, o sea un giro hacia la derecha, para buscar votos.

Obama está arriesgando destruir justo lo que provocó tanta atención y apoyo para su candidatura, de que era un nuevo tipo de líder político, “más honesto, menos cínico y menos incesantemente calculador que la mayoría”, argumenta Bob Herbert, columnista del New York Times. Herbert dice que el tipo de giro hacia la derecha podría generar una desilusión preocupante entre sus bases. “Parece creer que estos giros y contorsiones e intentos hábiles de complacer (a ciertos intereses), en contraste con liderazgo audaz y de principios sobre asuntos de importancia, atraerá a números grandes de votantes independientes y conservadores. Tal vez. Pero ese es un juego muy peligroso para un hombre que primero entusiasmó a los votantes al presentarse como alguien que era diferente, que no participaría en el vacío terminal de la política de siempre”.

Hoy el propio Obama intentó responder a la creciente crítica de sus recientes giros de posición. “Soy, sin duda, alguien progresista”, afirmó, al señalar que está en favor de un sistema tributario más justo, el acceso universal a la salud, a la educación y más. Pero, añadió, “no soy alguien que está hablando del gobierno como la solución a todo. También creo en la responsabilidad personal. También creo en la fe”. Enfatizó que todo esto no es nuevo, no son “giros” hacia el centro, ya que ha promovido estas posiciones desde hace años. “Entonces la noción de que esto se trata de hacerme percibir como centrista no es cierto”, concluyó.

Tal vez por ello está buscando imágenes que recuerden a héroes liberales del partido. En su gira programada por Europa a finales de este mes, Obama aparentemente ha logrado obtener la autorización de pronunciar un discurso frente a la Puerta de Brandenburgo en Berlín, evocando el acto histórico de John F. Kennedy en ese mismo lugar.

Pero vale recordar que el presidente Ronald Reagan también realizó un acto ahí mismo. La pregunta es ¿cuál desea ser Obama?

 
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