Usted está aquí: domingo 6 de julio de 2008 Política Errónea, la política social, revela estudio

Errónea, la política social, revela estudio

Gabriel León Zaragoza

La pobreza en que se debaten más de 200 millones de latinoamericanos son clara evidencia del fracaso de las políticas sociales, que han sido incapaces de encontrar respuestas eficaces al “fenómeno dramático de los excluidos”, expone un análisis sobre las causas estructurales de la pobreza rural, elaborado por el grupo de legisladores del sector campesino que encabeza Heladio Ramírez.

Se apunta que México está reaccionando, “aunque tardíamente”, para corregir la ausencia de una política alimentaria con medidas que “quizá sin proponérselo” benefician a los grandes importadores e intermediarios.

Esta decisión, precisa, afecta a agricultores nacionales impidiéndoles recuperar sus capacidades productivas, “pues el gobierno en lugar de reactivar el agro, apoyando a los campesinos con créditos, tecnología, asistencia técnica –subsidios productivos que en los países desarrollados son instrumentos de su política agraria– toma el camino erróneo de las importaciones”.

Detalla que la gran tarea debe ser replantear las políticas para impulsar al sector rural, dado que “no podemos quedarnos atrapados en la falsa disyuntiva que plantea la ley del mercado, según la cual ante una agricultura poco competitiva por sus elevados costos, es mejor importar que producir cereales en nuestras propias tierras.

“Lo erróneo de esta orientación, surgida del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y del modelo neoliberal, es que, en el caso de México, al desmantelar la institucionalidad rural nos hizo crecientemente dependientes en materia alimentaria”, se destaca.

El texto expone que ahora han sido evidentes las deficiencias de las políticas nacionales de desarrollo, donde “al fantasma del hambre se suman el agobio de la desigualdad y la exclusión de nuestro mundo rural”.

Esta realidad, continúa, tiene en el campo mexicano “su más cruda y cabal expresión. Ahí coexisten dos mundos que parecen irreconciliables”.

Por un lado, el de la producción moderna, de la agricultura de exportación, de la tecnología de punta, de los altos ingresos, del acceso expedito a fuentes externas de financiamiento, donde se ubican 150 grandes empresas agroalimentarias ligadas a enormes consorcios internacionales.

Por el otro, concluye, el de los 3.5 millones de campesinos de subsistencia y productores medianos, atados al atraso tecnológico, con tierras de temporal, con poco acceso a los créditos, golpeados por la injusta distribución de la riqueza y cuyas familias soportan la educación, la salud, la vivienda y los mercados de peor calidad.

 
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