Usted está aquí: domingo 6 de julio de 2008 Opinión OMR y la Roma

Ángeles González Gamio
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OMR y la Roma

El 24 de enero de 1902, don Edward Walter Orrin, el exitoso empresario que fundó el célebre Circo Orrin, casa del famoso payaso Bell, informó al Ayuntamiento que había adquirido un terreno llamado Potrero de Romita con el propósito de desarrollar una colonia dotada con todos los servicios.

La propiedad formaba parte de la Hacienda de la Condesa; los fraccionadores anunciaban los terrenos como los más “pintorescos y sanos” de la ciudad, antecedente de la preocupación ecológica. El diseño urbano fue verdaderamente innovador: calles amplísimas, muchas de ellas de 20 metros de ancho, con camellón central, bellamente arbolado, al igual que las generosas banquetas. La avenida principal, entonces llamada Jalisco, hoy Álvaro Obregón, hasta la fecha es lujosa, con sus 45 metros de anchura y su doble hilera de magníficos árboles, varios de esa época.

Los lotes originales eran para mansiones ya que tenían entre mil y cinco mil metros cuadrados. Los lotes medianos eran de 600 a mil metros y los pequeños de ¡400 a 600 metros cuadrados! Esto propició que los personajes más opulentos adquirieran allí sus terrenos y contrataran a los mejores arquitectos para que les construyesen magníficas residencias estilo parisino

Una de ellas, construida a principios del siglo XX, en la hermosa Plaza de Río de Janeiro, la ocupa la prestigiada galería de arte OMR que fundaron en 1983 Patricia Ortiz Monasterio y Jaime Riestra.

Originalmente residencia familiar, en los años 40 de la pasada centuria, fue sede de la Casa de España, que habría de convertirse en El Colegio de México; aquí tuvieron sus oficinas Alfonso Reyes, Daniel Cosío Villegas, Octavio Paz y Antonio Alatorre, por mencionar sólo algunas de las eminencias que gestaron la noble institución.

La mansión de elegante cantera plateada tiene una enorme portada achaflanada, en la esquina con Durango, que da acceso a una suntuosa escalera de mármol de dos rampas. Se podrán imaginar que el interior es soberbio; con un luminoso patio, ahora cubierto, lo que ofrece altas paredes para cuadros de gran formato y varios salones que fueron habitaciones de la residencia, que conservan sus pisos de madera oscura y exhiben lo mejor del arte contemporáneo mexicano y de otros países.

La prestigiada galería acaba de cumplir 25 años, motivo por el que los dueños organizaron una fascinante exposición, que muestra, mediante obras de muchos de los artistas que han exhibido a lo largo de este tiempo, una historia de lo que ha sucedido en México en el campo del arte durante este periodo.

Se advierte en la muestra la transformación que implicó el asistir a las ferias internacionales: Basilea, Nueva York, Berlín y tantas otras, en las que México ha tenido una digna y fructífera presencia, gracias a ésta y otras galerías que se han arriesgado a asistir a estos eventos.

Esto nos permite ver la obra de artistas extranjeros y conocer lo que se está haciendo en otras partes, cuestión importante para nuestros jóvenes creadores y para la situación del arte en nuestro país.

La exposición conmemorativa, con una excelente museografía, muestra también las invitaciones de las 244 exposiciones que se han presentado en este cuarto de siglo, dando a conocer la obra de muchos artistas hoy consagrados como Gilberto Aceves Navarro, Ray Smith, José Luis Cuevas, Adolfo Riestra y Brian Nissen, entre muchisísimos otros que incluyen muchos jóvenes de gran talento. Apúrese a verla pues la quitan el 12 de julio. Después viene, el día 24, la obra del peruano Gabriel Acevedo, lo sigue Pablo Vargas Lugo y en octubre, 12 artistas chinos contemporáneos.

Tras el festín espiritual viene el gastronómico, ¿qué le parece el restaurante vasco Guria? Situado en la calle de Colima, ofrece de la mejor comida española de la ciudad. Su bacalao preparado en distintas formas es inigualable y tienen siempre pescado fresquísimo. Compañía indispensable: un buen vinillo de los que tienen en su surtida cava.

 
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