Usted está aquí: viernes 4 de julio de 2008 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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■ A punto de caer la espada de la CDHDF

■ Penden factores que enturbiarían informe

¿Quién teme a la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal?

Sólo quienes han ocultado información o la hayan tergiversado podrían sentir temor por el resultado de las investigaciones que ese organismo realiza a raíz de la tragedia en el antro News Divine.

El juicio de la gente ya está dado. La culpabilidad de las autoridades que intervinieron en el suceso, como nunca, se dio en la medida de la responsabilidad de cada uno de los actores en la trágica tardeada, y más tarde que temprano deberá alcanzarlos la justicia de esa gente que sí tiene los modos y las formas de cobrar a quien los agravia.

Por eso, el próximo martes, cuando la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal ponga en conocimiento de la población de la capital del país el resultado de sus pesquisas, el mismo organismo habrá de exponerse al juicio de la gente que no perdona a quien pretende engañarlo.

Baste recordar la comisión que a nivel federal pretende la protección de la gente en contra de los abusos de la autoridad, que carga con el descrédito de haberse convertido en cómplice del PAN-gobierno en casos de mayor trascendencia como la muerte de una anciana en Zongolica, Veracruz.

Seguramente, para la CDHDF esta será la prueba de fuego. Hasta ahora todo parece indicar que esa comisión tendrá que poner en la picota a quienes la investigación señale como culpables, y esa tarea urge de una responsabilidad mayor porque de ninguna manera podrán intervenir, en esa resolución, factores que pudieran enturbiar un juicio transparente.

Será el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, quien deje caer el hacha, pero tal vez no hubieran sido necesarios los afanes de la CDHDF si el caso se hubiera conducido con la limpieza requerida, y si antes de que el escándalo escalara los niveles que hoy se observan, desde todos los mandos del sistema de seguridad se hubiera reconocido el error y se hubieran aceptado las responsabilidades, pero lástima, los hubiera no existen y la CDHDF tiene una responsabilidad que deberá cumplir como no lo pudo hacer en su momento su homologa a nivel nacional.

Ayer por la noche, en las oficinas del jefe de Gobierno se reunieron quienes tienen que ver con el caso, y se analizaron cada uno de los pasos que tienen que tomar. Se habló fuerte, se puso por delante el dolor de la gente que perdió a un familiar, se analizó el agravio a los jóvenes, una vez más, y supuestamente se hicieron nuevas revelaciones que arrojaron las investigaciones judiciales.

Todo parece indicar que las indagatorias, centradas nada más en el quehacer de la policía, son comprometedoras, pero nadie ha querido revelar el contenido de las mismas, aunque se dice que la reunión concluyó con decisiones firmes por parte del mismo jefe de Gobierno.

Es muy posible que antes del martes, cuando la CDHDF entregue su informe, el gobierno dé a conocer noticias importantes sobre el asunto, y eso hablará bien del mismo gobierno, que no esperará a que otra instancia concluya una labor que a él le corresponde, y le devolverá, sin duda, credibilidad y fuerza al mismo gobierno.

De cualquier forma, el total de los visitadores de la comisión trabajan horas extras para tener todo listo para el martes, y quienes saben de qué lado masca la iguana dicen que el informe será demoledor hacia los responsables de la seguridad pública: procuraduría y policía, porque esa misma comisión, entre otras cosas, ya había advertido de que los operativos no se hacían ajustados a lo que los derechos humanos exigen.

La hora ha llegado, el momento exige las modificaciones que impidan un nuevo antrazo. La gente espera, desde luego, el mejor juicio del gobierno de la ciudad. Por eso, la hora ha llegado.

 
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