Usted está aquí: viernes 4 de julio de 2008 Cultura Carmen Leñero extrae del río una “receta de vida” para crear poesía

■ La escritora da a conocer su nuevo poemario publicado por Ediciones Era

Carmen Leñero extrae del río una “receta de vida” para crear poesía

■ Incluye textos de tres líneas que no son haikus, pero sí tienen esa influencia, aclara

■ Todos poseemos la experiencia de un hilo de agua como remanso y paisaje por transitar

Ericka Montaño Garfias

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Ampliar la imagen Carmen Leñero en su casa, ayer, durante la entrevista con La Jornada. La narradora y ensayista habla de su nuevo libro de poemas breves, Río, y de las obras literarias que tiene en preparación, entre las que figura un volumen para niños Carmen Leñero en su casa, ayer, durante la entrevista con La Jornada. La narradora y ensayista habla de su nuevo libro de poemas breves, Río, y de las obras literarias que tiene en preparación, entre las que figura un volumen para niños Foto: Carlos Cisneros

Un río convertido en libro. Poemas que son ribera y agua, paisaje y lecho. Poesía en tres líneas que forman Río, el libro más reciente de Carmen Leñero que se integra con diferentes momentos, fases y dimensiones, sin un orden fijo, que da al lector la libertad de leer, de no leer, de saltarse un verso, de regresar.

Es poesía muy breve “y para mí es el desarrollo de un género que me es muy natural; la escritura corta se me da y me gusta mucho, porque logra sintetizar la percepción de un momento, una idea”, dice la narradora, ensayista y poeta en entrevista con La Jornada.

Ese libro, publicado por Ediciones Era, “casi se hizo solo, no de horas y horas de disciplina, sino de cosas que yo vivía, de viajes que he hecho. Escribía en un cuadernito y después elegí los que me parecía que podían conformar un todo. Sabía que estaría centrado en la idea del río”.

Los ríos mantienen
nuestra sed
dentro de cauce*

La imagen del río “es la de ese transcurso ilimitado, de aventura y remanso. Ante el mar, por ejemplo, la inmensidad es abrumadora, pero ante el río no; es cierto que puede causar un poco de miedo si es caudaloso, pero a mí el río me apacigua, está a mi medida. Como poeta permite muchas cosas porque su imagen despierta asociaciones que son infinitas; esta cosa líquida sí tiene que ver conmigo, no sólo porque soy mujer, no sólo porque canto, sino porque así pienso, nunca llego a algún lugar, a un punto determinado, siempre sigo; y sí, siento que es una enseñanza, una receta de vida.

“Es una imagen que me dice muchas cosas y creo que a cualquiera, creo que todos hemos tenido la experiencia de ríos, de la paz que proporciona, de cómo revitaliza el paisaje un hilo de agua, le da otra consistencia a la atmósfera.

“Todos tenemos esa experiencia y eso significa entrar con el pie derecho, hablar de una experiencia que todos po-seemos”, dice la autora de La fiera transparente y La danza del caracol.

Escrita en los márgenes delrío,
la historia que olvidamos
asoma entre los versos.

Aunque se trata de poemas de apenas tres líneas, Carmen Leñero aclara que no se trata de haikus, pero sí tienen esa influencia, al igual que de los aforismos que conjugan pensamiento y sensación.

Falta mucho por buscar

Los versos de Río dan forma a un discurso “no racional pero sí de paisaje, como es el río, que empieza y tiene diferentes momentos, fases, dimensiones, porque unos poemas son más líricos, otros más aforísticos o programáticos, otros se refieren a la naturaleza, al pensamiento, el cuerpo o la palabra misma, dejé que se fueran mezclando esas diferentes perspectivas, como si estuvieras viajando realmente por el libro, no con un planteamiento, un desenlace, una conclusión o una historia que contar, sino un paisaje que transitar”.

Y en eso de los tránsitos, Carmen Leñero camina desde niña en la escritura, primero como cuentista y después como narradora y ensayista.

“Como poeta –explica– me encuentro estrictamente al principio. Tengo mucho que aprender todavía. Hay una voz que ya sé que es mía, en la que ya me encuentro y en la que me siento cómoda; también hay una manera de cantar en la que sé que me rencuentro y existe una consciencia del oficio que me ha dado la traducción, mis estudios en lingüística, mis lecturas, sin embargo, siento que tengo mucho por hacer todavía, cosas que decir, que inventar y necesito encontrar las mejores maneras de hacerlo. Me siento más bien al principio y no en medio o al final de una trayectoria clara. Siento que me falta mucho por buscar.”

Tímida corriente
siempre a punto de rebasar
el mero instante.

Y también, desde niña, Carmen Leñero descubrió en la escritura su manera de conectarse con el mundo porque, recuerda, “desde entonces era lo que hacía mi vida digna de ser vivida, pues decía: ‘si todo falla, esto no falla, porque depende de mí’. Y eso sigue igual ahora, porque me di cuenta de que era una buena manera de vivir: escribiendo”.

Y eso es lo que hace en una casa llena de luz y con un pequeño jardín. Tiene en puerta varios libros: la traducción de una poeta canadiense junto con un cd, tres novelitas cortas que está revisando para presentarlas como una trilogía, además de otra novela para niños –género en el que ya publicó Lucas afuera Lucas adentro– y un libro de ensayos. Todos esos libros son “mi compromiso con el pasado”.

Para el futuro esos propósitos son un nuevo libro de aforismos, un ensayo sobre imaginación novelesca e imaginación teatral, el poemario que hasta ahora lleva por título La edad del sueño, y una novela “un poquito más larga”.

* Tres poemas de Río publicados con autorización de Ediciones Era

 
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