Usted está aquí: jueves 3 de julio de 2008 Mundo Golpes, deserciones y muerte de Tirofijo evidencian vulnerabilidad de las FARC

■ La guerrilla más antigua y poderosa de AL atraviesa grave crisis

Golpes, deserciones y muerte de Tirofijo evidencian vulnerabilidad de las FARC

Afp, Reuters y Notimex

Bogotá, 2 de julio. El rescate militar de Ingrid Betancourt, considerada un símbolo del drama del secuestro en Colombia, y otros 14 rehenes más en poder de Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), representa el último revés para la guerrilla más antigua y poderosa de América Latina, tras el bombardeo a un campamento de ese grupo en Ecuador, el pasado primero de marzo, en que fue abatido su comandante Raúl Reyes, y el fallecimiento el 26 de marzo, por “causas naturales” de acuerdo con los rebeldes, de su máximo y mítico líder Manuel Marulanda Velez, Tirofijo.

Betancourt, de 46 años, permaneció soportando enfermedades tropicales y las dificultades de la selva durante 2 mil 321 días, luego de su secuestro el 23 de febrero de 2002.

La entonces candidata presidencial del partido Verde Oxígeno hizo caso omiso de advertencias sobre el riesgo de viajar por carretera al suroccidental departamento de Caquetá, buscando llegar a San Vicente del Caguán, una zona dominada por la guerrilla.

Tres días antes, el 20 de febrero de 2002, el entonces presidente Andrés Pastrana (1998-2002) puso fin a cuatro años de conversaciones con las FARC.

Las fuerzas armadas se dieron a la tarea de recuperar una zona desmilitarizada de 42 mil kilómetros cuadrados en el Caquetá, escenario de un proceso de paz, cuyo fracaso Pastrana atribuyó a la falta de voluntad de la insurgencia para avanzar hacia una salida negociada del conflicto.

En agosto de 2002, tras asumir su primer periodo presidencial, Álvaro Uribe rechazó seguir la política de su antecesor y descartó una nueva una zona de despeje en Putumayo y Caquetá, como exigió la guerrilla para un acuerdo humanitario destinado a intercambiar a decenas de rehenes, alguno de ellos cautivos desde 1998, por cientos de guerrilleros presos.

El 13 de febrero de 2003, las FARC capturaron a los contratistas estadunidenses Keith Stansell, Marc Gonsalves y Thomas Howes, quienes actuaban bajo la cobertura de la lucha antidrogas, tras derribar su avioneta en el Caquetá.

Guillermo Gaviria, ex gobernador de Antioquia, y el ex ministro de Defensa Gilberto Echeverri, secuestrados el 21 de abril de 2002, murieron un año después durante un frustrado rescate.

Uribe indultó a 23 guerrilleros para destrabar el proceso de paz, y la guerrilla reclamó la liberación de más de 500 rebeldes presos.

Francia, España y Suiza surgieron en diciembre de 2005 como negociadores con aval del gobierno colombiano.

El ex ministro de Desarrollo en la administración de Pastrana y ahora canciller, Fernando Araújo, escapó en medio de un operativo tras seis años de cautiverio, el 31 de diciembre de 2006.

En mayo de 2007, Uribe anunció la liberación del encarcelado canciller de las FARC, Rodrigo Granda, a petición del presidente francés Nicolás Sarkozy, quien junto con su par venezolano Hugo Chávez emergió como uno de los nuevos protagonistas en la búsqueda de un acuerdo humanitario.

Este proceso recibió un fuerte golpe en junio de 2007 con el informe de la guerrilla de la muerte de 11 diputados del departamento de Valle en un “fuego cruzado”; el gobierno acusó a los rebeldes de asesinato y los familiares de los cautivos responsabilizaron a ambas partes de la tragedia.

En noviembre pasado, Uribe dió por terminada abruptamente la mediación iniciada tres meses antes por Chávez, al que acusó de “injerencia” en asuntos internos tras haber conversado con altos mandos militares colombianos sin habérselo comunicado.

Pero Chávez logró la liberación de seis líderes políticos, que las FARC hicieron en “recompensa por el agravio” sufrido.

Después sobrevino la crisis con Ecuador por el bombardeo colombiano en su frontera contra un campamento de las FARC, el primero de marzo de este año, en el que murió el número dos de la guerrilla, Raúl Reyes, más una veintena de guerrilleros, así como cuatro ciudadanos mexicanos y un ecuatoriano.

Venezuela y Nicaragua se solidarizaron con Ecuador, que rompió relaciones con Bogotá, y hasta la fecha siguen sin restablecerse.

Ocho días después se informó de la muerte de otro de los líderes de la cúpula rebelde conocido como Iván Ríos, asesinado por uno de sus lugartenientes para cobrar una recompensa del gobierno.

Siguió la muerte y deserciones de otros líderes, sumado a otros miles de guerrilleros que habrían desertado, según el gobierno.

Otro de los golpes clave fue el anuncio de la muerte del líder histórico Tirofijo, ocurrido el 26 de marzo debido a un infarto cardiaco a sus 78 años. El deceso fue informado el 24 de mayo por el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, y las FARC lo confirmaron un día después.

El gobierno colombiano había anunciado en las últimas semanas que varios líderes de la insurgencia hicieron “llamadas” a Uribe dispuestos a entregarse y liberar rehenes, y entre ellos a Betancourt.

Más aún, aseguró que tenía localizado el campamento en que estaba la dirigente política, los tres estadunidenses y otro grupo de rehenes, e insinuó que el rescate era cuestión de días.

 
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