Usted está aquí: lunes 30 de junio de 2008 Deportes Ahora Castella fue cogido en España

TOROS

Ahora Castella fue cogido en España

Lumbrera Chico

Con una cornada que en 2004 requirió 80 puntos de sutura en el rostro; con los meniscos de ambas rodillas reconstruidos luego de años de cirugías, disciplina y sacrificios, pero sobre todo con la enorme afición que desde niña la hizo torera, la novillera michoacana Hilda Tenorio regresó ayer al ruedo de la Plaza México. En los momentos en que reaparecía ante el escasísimo público capitalino, el diestro francés, Sebastián Castella, pasaba su segunda noche en un hospital de Algeciras, provincia de Cádiz, “con muchos dolores, pero sin fiebre”, luego de recibir una herida por asta bovina el sábado.

Y cuando Hilda culminó su actuación, Manuel Montoya, Montoyita, su coalternante, iba también rumbo al quirófano, como lo narra la crónica de Leonardo Páez. En Internet, mientras tanto, arrecia una campaña para la supuesta “defensa” de los toros de lidia. Quienes la impulsan ignoran que si lograran la abolición de las corridas, los cornúpetas de sangre brava desaparecerían como especie, porque nadie se ocuparía de criarlos sin propósitos comerciales, ni podrían llevar una vida silvestre.

Quienes abominan la tauromaquia no reparan en que hay otros espacios donde la crueldad humana contra los animales daña directamente la salud de las personas. ¿Por qué no se levanta un movimiento en defensa de los pollos de granja? Desde que nacen son alimentados con una mezcla de maíz, efedrina para que siempre estén despiertos y comiendo, y hormonas para acelerar su crecimiento; ello, claro, con el propósito de que al cumplir tres semanas de vida tengan ya el peso suficiente para convertirse en pechugas, muslos y patas, como si fueran gallinas de verdad, dando a sus propietarios una máxima taza de ganancia en el menor tiempo posible.

¿Qué hacen tales sustancias químicas en nuestro organismo? Provocan distintos tipos de cáncer, ceguera y otros trastornos. Los animalistas desconocen que en el sacrificio de Hilda Tenorio, en el reciente martirio de José Tomás y ahora en el de Castella, como en la voluntad de todos los hombres y mujeres que se visten de luces para desafiar a las fuerzas de la naturaleza, simbolizadas en la furia de las reses bravas, hay una sublimación de los deseos colectivos de libertad, amor y justicia, que están en la base de toda la poesía, en todas las lenguas a través de los siglos. La esencia del pensamiento antitaurino, por desgracia, es la ignorancia como sus exponentes a menudo lo demuestran.

 
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