Usted está aquí: miércoles 25 de junio de 2008 Política No es que el fisco cargue la mano a Pemex; su producción es un desastre, dice Werner

■ El subsecretario de Hacienda contradice tesis de panistas que defienden reforma de Calderón

No es que el fisco cargue la mano a Pemex; su producción es un desastre, dice Werner

■ Con datos, Gasca Neri destaza decisiones petroleras de Fox; “el futuro de la renta petrolera no se ve bien”

Arturo Cano

Ampliar la imagen Transmisión en el Zócalo del debate petrolero que se realiza en el Senado Transmisión en el Zócalo del debate petrolero que se realiza en el Senado Foto: José Antonio López

Se necesita ser perverso para oponerse a que la gente más pobre del país tenga agua potable y drenaje, para estar en contra de que los niños vayan comidos a la escuela. Palabras más o menos, así defendían sus funcionarios el Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol).

Mucho lodo ha escurrido por las pronasoleras calles desde entonces. Pero el olor de esos argumentos no se diluye. Si los críticos dicen que “se han dilapidado” los excedentes petroleros, que erróneamente se han ido al gasto corriente, los panistas en el gobierno se ofenden: “¿No es inversión la educación? ¿No es inversión la salud? ¿No decimos y repetimos los mexicanos que la mejor herencia que podemos dejar a nuestros hijos es una buena educación?”, como pregunta el senador Fernando Elizondo.

Más adelante le apoya Alejandro Werner, subsecretario de Hacienda, quien explica que hay de gasto corriente a gasto corriente, y de gasto de inversión a gasto de inversión. Es decir, que hay gasto corriente que beneficia incluso a las generaciones futuras y gasto de inversión que no beneficia a nadie. En todo caso, dice el funcionario, hay que analizar “proyecto por proyecto y programa por programa”, medir sus impactos, para saber cuáles realmente están ayudando a cumplir los objetivos en educación o salud.

Werner viene al debate a combatir “mitos geniales”, diría Pedro Aspe. El principal, que la hacienda pública se come los recursos de Petróleos Mexicanos (Pemex): “las bajas utilidades actuales de Pemex en su conjunto no son resultado del régimen fiscal, sino de los problemas estructurales que enfrenta la empresa, en algunos casos derivados de la propia administración y, en otros, de las trabas a que está sujeta en términos de control por diferentes dependencias, que la iniciativa del presidente Calderón propone corregir”, dice el subsecretario después de soltar cifras sobre la reducción de la carga fiscal de la paraestatal en los años recientes.

No es que se le cargue la mano con impuestos, sino que los controles internos de la paraestatal son malísimos y su productividad un desastre, se entiende. “Sólo mediante la eficiencia aumentaremos la renta petrolera”, remata Werner. Pero, ¿no es este foro donde algunos panistas y filopanistas han dicho que Pemex requiere “otra expropiación”, la que le quite el yugo de la Secretaría de Hacienda? Debe ser que los políticos no se entienden con los técnicos.

El milagro de Rudesindo

O quizá los políticos no entienden nada, caray. Lo dice, desde la zona petrolera de Campeche, Felipe Calderón, político mexicano autor de las iniciativas a debate. Al presidente municipal que le solicita una refinería en su ciudad, le responde: “he insistido en que sean los técnicos y no los políticos los que determinen qué se necesita en Pemex.

“Primero está la política y luego las instituciones. Primero debe estar la fijación de objetivos y luego la determinación instrumental correspondiente”, responde en su turno Rolando Cordera, maestro emérito de la Universidad Nacional Aautónoma de México.

Del otro lado, así lo expresa la principal línea argumental de quienes acuden al Senado a defender las iniciativas, la idea es que la discusión debe despojarse de ropajes históricos, ideológicos y políticos, esos atavismos que no dejan ver la realidad. Claro, se dice eso y enseguida se tacha a los opositores de populistas anclados en los años dorados de Pemex.

Del fondo de esa era llega al Senado Rogelio Gasca Neri, ex subsecretario de Energía y ex director de la Comisión Federal de Electricidad. En dos pases, con datos, Gasca destaza las decisiones petroleras de Vicente Fox y se burla de las predicciones que desde su sexenio ha hecho la paraestatal.

Por ejemplo, saca cuentas de cuánto se requeriría invertir y cuál sería el potencial posible de los pozos en aguas profundas: costaría 2 billones de dólares sacar los barriles que en el mercado se venderían a 1.5.

Ironiza Gasca: “se debe tener en mente que el Pemex que hoy hace esas promesas es el mismo que hace cinco años pronosticó, y lo sostuvo hasta hace tres, que la producción en 2008 sería de 4.34 millones de barriles diarios, y no de 2.8, como va a terminar ocurriendo este año”.

Ese mismo Pemex es el que quiere ir por el tesoro en las profundidades del mar. Gasca saca un dato al respecto: Estados Unidos ha producido 13 mil millones de barriles de crudo en el Golfo de México, casi lo mismo que Cantarell, el principal yacimiento mexicano: “(Tal vez) se piense que somos muy superiores a los americanos, para hacer en unos años más de lo que ellos hicieron en 60, esto debe dar una idea de la grandeza de Cantarell y de la imposibilidad de sustituirlo, a no ser que se dé otro milagro, como el que se dio en la persona del pescador Rudesindo Cantarell, descubridor del campo.”

No hay milagro a la vista: “el futuro de la renta petrolera no se ve bien, por más que se aumenten los precios internos de los hidrocarburos, lo que disparará la inflación. Bajará junto con la producción y la exportación del petróleo. Como los recursos de la exportación petrolera ya están integrados en el gasto del sector público, los problemas de ingresos y gasto empezarán a sentirse antes de 2012”.

¿Los opositores lanzan puras consignas históricas? Arturo Huerta, investigador de la UNAM, lo ve al revés: considera que son los argumentos de los defensores de las iniciativas los “totalmente ideológicos”: “Es el mismo discurso que se usó con el Tradado de Libre Comercio, cuando se dijo que México entraría a las ligas mayores”.

Hace unos días el presidente Calderón habló de la necesidad de más mercado y más Estado. Le responde Huerta: “Se ha dicho que la reforma es lo mejor del Estado y del mercado… (que) deben participar en el conjunto de la economía, pero no en sectores estratégicos, los cuales deben ser comandados y controlados por el Estado para que operen en función de la dinámica económica como un todo y del bienestar de los nacionales, y no con la lógica de la ganancia”.

Huerta trae a cuento el multicitado caso de la banca: “cuando se vendió y después se extranjerizó, se hizo con el argumento de que ello permitiría al país contar con mayor disponibilidad de financiamiento para su desarrollo”. ¿Qué sucedió? “Perdimos soberanía al dejar de tener política crediticia en favor del crecimiento”.

Varios de los apoyadores de las iniciativas sólo se hacen eco, como en otras sesiones, de los dichos de Calderón en la zona petrolera de Campeche: que Pemex va a poder producir suficiente gasolina para el consumo nacional, “además de contar con recursos para educación y salud”.

Calderón habla de seis refinerías, pero esa urgencia no la entiende el economista Cordera: “el debate no podrá darse por concluido salvo que se le entienda como antesala de una jornada de estudios y discusión a fondo sobre el futuro energético nacional”, dice, y se traduce a sí mismo: “no hay que poner los caballos delante de la carreta”.

Se refiere Cordera a la necesidad de delinear una política energética nacional, para lo cual propone una comisión de alto nivel, y que los debates en curso sean sólo un punto de partida.

Aunque, según lo expuesto por Gasca, muy pronto la carreta podría ser un triste patín.

 
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