Usted está aquí: sábado 14 de junio de 2008 Mundo Irlandeses dicen no al Tratado de Lisboa

■ Argumentan que el convenio reduce la influencia del país en la Comisión Europea

Irlandeses dicen no al Tratado de Lisboa

■ La UE pide calma y llama a integrantes a analizar la manera en que procederá el grupo

Afp, Reuters y Dpa

Ampliar la imagen Integrantes del Sinn Fein, entre ellos Aengus O’Snodaight, Mary Lou McDonald y Gerry Adams, recibieron con alegría este viernes el rechazo al Tratado de la Unión Europea Integrantes del Sinn Fein, entre ellos Aengus O’Snodaight, Mary Lou McDonald y Gerry Adams, recibieron con alegría este viernes el rechazo al Tratado de la Unión Europea Foto: Reuters

Dublín, 13 de junio. Con 53.4 por ciento por el no y 46.6 por el , los votantes irlandeses se opusieron al Tratado de la Unión Europea (UE) en un referendo celebrado el jueves, según cifras oficiales dadas a conocer hoy.

La victoria opositora significó un revés a la vía que el órgano ejecutivo continental, la Comisión Europea, planteó el año pasado para superar el rechazo al proyecto constitucional europeo en 2005, expresado en las consultas populares de Francia y Holanda.

La derrota del también llamado Tratado de Lisboa –nombre que tomó por la aprobación que dieron los jefes de gobierno de los 27 miembros de la UE en la capital portuguesa el 7 de diciembre de 2007– fue contundente en 33 de las 43 circunscripciones en que se divide Irlanda, que registró una participación de 53.13 por ciento, la mayor cifra alcanzada en las consultas públicas celebradas por los irlandeses en torno a temas europeos.

Irlanda –con poco menos de uno por ciento de los 490 millones de eurocomunitarios– es el único de los 27 países miembros que por mandato constitucional debe ratificar tratados vinculados con el proceso de integración continental.

Antes de la consulta, todos los partidos políticos representados en el parlamento –excepto el nacionalista Sinn Fein, que sólo tiene cuatro de 166 diputados– se pronunciaron en favor del , como hicieron también sindicatos y asociaciones empresariales y de agricultores, que se han beneficiado de las ayudas europeas.

El argumento central de los opositores al Tratado de Lisboa fue que el documento era una copia de la frustrada Constitución de la UE, formulada por una elite ejecutiva, que reduciría la influencia de Irlanda en las decisiones de la Comisión Europea y facilitaría la imposición de decisiones en materia tributaria, militar y social.

Desde que el órgano ejecutivo terminó la negociación y firma del tratado que pretende reformar el pacto continental, en diciembre pasado, los parlamentos de 18 países –Francia, Alemania, Grecia y Portugal, entre otros– han ratificado el documento para hacer más transparente la administración comunitaria y acelerar decisiones en materia de defensa, migración, cambio climático y desarrollo energético.

En la capital irlandesa, los resultados fueron recibidos con júbilo por los partidarios del no, en calles y locales partidistas, mientras el primer ministro irlandés, Brian Cowen, admitió que el rechazo constituye un “revés” para Europa, y el ministro de Justicia, Dermot Ahern, simplemente declaró: “Al final del día, por muchas razones, el pueblo ha hablado”.

La Comisión Europea tenía previsto que el tratado entrara en vigor el primero de enero de 2009, si todos los integrantes de la UE lo aprobaban.

Tras la difusión de los resultados, el presidente del órgano ejecutivo, José Manuel Durao Barroso, instó a los ocho países que aún tienen pendiente la ratificación parlamentaria del tratado que continúen su proceso y pidió que “no nos precipitemos ahora con escenarios cuyo alcance no conocemos todavía”.

Por lo pronto, para analizar las consecuencias de la decisión irlandesa, Barroso sostendrá “consultas sobre cómo debería proceder la UE”; los ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Europea se reunirán el lunes en Luxemburgo, la Comisón Europea y el Parlamento Europeo están citados para el martes en Estrasburgo, y los jefes de Estado y de gobierno están convocados para el jueves en Bruselas.

 
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