Usted está aquí: viernes 13 de junio de 2008 Cultura Mantienen cineastas batalla por dignificar la negritud de la diáspora africana

■ Proyectarán filmes con esa temática en el festival afrocaribeño que realizan en Veracruz

Mantienen cineastas batalla por dignificar la negritud de la diáspora africana

■ Pugnan por eliminar “el cine de las plantaciones”, que estigmatiza a esa población

Andrés Timoteo Morales (Corresponsal)

Veracruz, Ver., 12 de junio. A medio siglo de que se inició la “sublevación” de cineastas para reivindicar la imagen del negro en la cinematografía mundial, especialmente para eliminar el llamado “cine de las plantaciones”, que estigmatiza a la población afroamericana, la lucha se mantiene, pues las grandes productoras no han dejado de ver a los negros como personas de valor humano inferior.

Sin embargo, la insistencia en mantener esas etiquetas tienen más un objetivo de índole política que cultural, y ha servido, principalmente en Hollywood, para calmar la conciencia de la población caucásica que durante siglos ha sometido a la esclavitud, el empobrecimiento, la explotación y las vejaciones a sus semejantes de color más oscuro, sostuvo Harold Weaver, director de The Black Film Proyect.

Denigrar como consigna

Como parte del Festival Internacional Afrocaribeño, organizado por el Instituto Veracruzano de Cultura (Ivec), que se inició el martes pasado, Weaver dictó la conferencia titulada Productores de cine negro en la esclavitud y el trato esclavo: el ajuste a la adecuada grabación cinematográfica.

Durante la charla, el cineasta recordó que durante la mayor parte del siglo XX el cine mundial de gran escala, encabezado por productores de Hollywood e ingleses, mantuvo la consigna de denigrar completamente a hombres, mujeres y niños de raza negra con estereotipos.

Así, se buscó encajonar a los descendientes de africanos como “hombres sin nombre” y sólo identificados por su apariencia física y sus “actitudes”, de tal manera que los negros eran los “dóciles”, como el que sirvió para el personaje de la novela La cabaña del tío Tom; los “bufones”, que sólo eran personas mal agraciadas y servían para reírse de ellos; los “hombre-bestias”, que eran negros musculosos proclives a la comisión de delitos y violaciones sexuales, así como los “zambos’,’ que eran holgazanes, despreocupados y dedicados sólo al baile, la música y las juergas.

En el caso de las mujeres, los estereotipos las señalan como “mamis”, que eran personas obesas, sirvientas en las casas del patrón y muy leales, como la que figura en la cinta Lo que el viento se llevó.

También destacan las “mulatas trágicas”, que son mujeres voluptuosas, proclives a ser tomadas como objetos sexuales y, finalmente, los niños y los bebés tienen el estereotipo de ser criaturas “de ojos grandes” y abandonados a su suerte.

Todo lo anterior formaba el coctel de estereotipos cinematográficos para la raza negra en un afán de la corriente clasificada como “cine de plantaciones”, que busca “mantener el status quo”.

En este caso, la cinematografía tuvo un fin político: “no permitir ningún cambio político, social o económico, y confirma que es una realidad que el arte y la política son un tejido inseparable”.

Basta citar películas como Lo que el viento se llevó y El nacimiento de una nación para corroborar la intención política mezclada con el melodrama. Ésa fue la intención del cine hollywoodense, que aún mantiene las reminiscencias discriminatorias, acotó Weaver.

“Ese cine fue para calmar conciencias, justificar al pueblo blanco que mantenía esclavizado a los negros; después los redujo a la marginación, la pobreza y a ser la clase trabajadora obrera que no podría llegar a más”, abundó.

Lucha para romper el silencio

Tras la Segunda Guerra Mundial y luego con la revolución cubana, se generó también un levantamiento en el ámbito cinematográfico, pues los creadores volvieron los ojos al pueblo denigrado y buscaron derribar esos estereotipos.

Con ello surgieron filmes como El otro Francisco, del cubano Sergio Giral, que desnudaron la realidad de las haciendas azucareras y de los peones negros en Cuba. Y se vino una vorágine de cineastas negros por reivindicar a la población descendiente de africanos.

“Ha sido y es un esfuerzo heroico ubicar a la negritud con dignidad y humanidad en la diáspora africana en el mundo; es un asunto sin terminar y hay mucho camino que recorrer.”

Los cineastas negros y aquellos que no lo son, pero que se han sumado a la lucha, dijo, “siguen paso a paso para romper el silencio sobre la trata del esclavo y la discriminación, y hoy día, en pleno siglo XXI, el sueño continúa” desde las grandes compañías cinematográficas que dominan el mercado mundial.

Durante la presente versión del Festival Internacional Afrocaribeño, el Ivec exhibirá las películas de autores y temática afroamericanos La última cena, El otro Francisco, Maluala, El rancheador, Cecilia, Afroargentinos, De barrio en barrio, La tercera raíz y la raíz olvidada, De Florida a Coahuila y Cuba y la odisea africana.

 
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