Usted está aquí: domingo 8 de junio de 2008 Opinión El río Grijalva: cómo no hacer las cosas

Antonio Gershenson
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El río Grijalva: cómo no hacer las cosas

Los artículos de los dos domingos pasados narran y analizan sucesos ocurridos en China. Nosotros tenemos problemas que, en cierto sentido, van por el lado opuesto. Debo aclarar que la intención no es la de copiar lo que se haga en un país tan diferente del nuestro. Simplemente, se trata de mostrar que hay cosas que son posibles. Por ejemplo, es posible tener una visión de largo plazo, y una visión de conjunto de los problemas.

En el río Grijalva tenemos cuatro presas con sus respectivas plantas hidroeléctricas. Estas plantas, lo mismo que las otras de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), se ven afectadas por la prioridad que altos funcionarios dan a las plantas pertenecientes a empresas privadas, todas ellas extranjeras, bajo el esquema llamado “productor independiente de energía” (PIE). Esto es producto de una reforma legal, pero anticonstitucional, del tiempo de Salinas.

Así, los PIE aumentaron el volumen de su generación de 4 teravatios hora (la abreviatura usada por la CFE es TWh, así, con dos mayúsculas) en 2001 a 71 TWh en 2007. Si multiplicamos por cuatro los datos del primer trimestre, la generación anualizada para 2008 es de 75 TWh. Casi 18 veces más. Y la CFE pasó de 191 TWh en 2001 a 158 en 2007 y a 144 anualizados en 2008, una reducción de 25 por ciento.

Cabe aclarar que la capacidad instalada de la CFE aumentó un poco. Pero la usa menos, mientras que los PIE la usan más tiempo. Para medir esto se usa el llamado factor de planta, para el que el 100 equivale a usar todo el tiempo una o más plantas a toda su capacidad. Mientras que los PIE pasaron de un factor de planta de 24 en 2001 a otro, anualizado, de 57 en 2008, la CFE bajó, en el mismo periodo, de 46 a 33, con una reducción de 29 por ciento.

En el caso de las plantas del Grijalva, esa reducción se basó en lo siguiente. Antes, la generación era suficiente para dar energía al sureste y no había en una zona muy amplia ninguna planta termoeléctrica. Las hidroeléctricas tienen la ventaja de que puede suministrar económicamente electricidad en las horas pico, las horas de mayor demanda.

Se decidió que estas hidroeléctricas sólo produjeran electricidad en hora pico, lo cual llevó a que para 2007 trabajaban con un factor de planta de alrededor de 30. Y en la misma Gerencia Regional de Producción Sureste quedaron hasta Tuxpan, en el norte de Veracruz, y Altamira, en el sur de Tamaulipas. En estos sitios hay ocho plantas privadas.

Pues de ahí, ya con las líneas de transmisión apropiadas, se envía energía hasta Chiapas incluso, donde está el Grijalva. El año pasado hubo bastante lluvia, lo cual no interesó a los funcionarios, y hacia octubre las presas de este río, trabajando a tan baja capacidad, ya estaban bastante llenas y la temporada de lluvias seguía.

Podemos agregar que el río Grijalva no había sido, ni lo ha sido hasta la fecha, desazolvado, no se le había excavado el fondo, con lo que podía llevar sin desbordarse menos agua que antes. Y además las órdenes que dieron los funcionarios fueron, primero, que no se aumentara el flujo de salida, en especial, de la presa Peñitas, la más baja. Entre los días 23 y 28 de octubre, la cantidad de agua era de 395 a 516 metros cúbicos por segundo, la mitad que en enero del mismo año. Con tan poco flujo, claro, no se generaba demasiada electricidad a costa del volumen comprado a las empresas privadas, pero el nivel de la presa subió en ese mismo lapso, de 86 metros sobre el nivel del mar, a 90, ya un nivel crítico. Entonces se dio la orden de abrir las ocho compuertas de Peñitas. Y vino la mayor inundación en la región de Villahermosa y sus alrededores de que se tiene memoria.

Es el único caso que conozco en que las presas, en vez de prevenir las inundaciones, las provocan o empeoran. Dicen que fue mucha lluvia, pero hay ahí otro río, el Usumacinta, que de manera natural llevaba más del doble de agua que el Grijalva, pero ahí no hay presas y no hubo ningún desastre como el que hubo en la cuenca del Grijalva. El problema sigue. La inundación llevó también lodo y otros materiales que redujeron aún más la profundidad del Grijalva y sus derivaciones. Lo más que se les ha ocurrido, para reforzar los bordos, es colocar costales de arena. Ya se ha visto que no duran mucho, que esa arena puede ir a dar al drenaje o incluso al fondo de río, pero lo vuelven a hacer. Y ahora apenas empieza la nueva temporada de lluvias.

En breve, me permito mencionar algunas medidas de más largo plazo, de más perspectiva, porque poniendo parches esto no se va a resolver. Hay que desazolvar el río, devolverle su profundidad original, lo mismo que a los vasos de las presas. Los bordos deben protegerse con concreto armado, calculado para que si vuelve a pasar algo similar, por lo menos no quede hecho cachitos.

¿Que cuesta mucho? Mucho más cuesta que la CFE esté comprando a empresas privadas la energía de pico que no genera la cuenca del Grijalva. Una estimación sobre la base de los datos existentes indica que sólo por la electricidad de cuatro horas pico diarias, el costo anual es de 10 a 15 mil millones de pesos.

Es muy importante tomar en cuenta esta experiencia, porque lo mismo se pretende hacer con las nuevas refinerías, que serían privadas, casi seguro también de trasnacionales; la “reforma energética”. Pemex daría el petróleo crudo, recibiría los refinados (como lo hace CFE dando gas y recibiendo electricidad) y pagando precios altísimos. Una refinería es mucho mayor, más cara y más complicada que una planta eléctrica. ¿Qué sucederá con las refinerías de Pemex si entran en operación las nuevas refinerías privadas? Ya estamos viendo una muestra.

 
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