Usted está aquí: martes 3 de junio de 2008 Opinión Exilio y surrealismo (II)

Teresa del Conde

Exilio y surrealismo (II)

Remedios Varo sí fue una exiliada. De haber podido regresar a España después de su estancia parisiense con Benjamín Péret, y de los hechos que la sucedieron, tal vez lo hubiera hecho, pues le podía, y le pudo siempre, su familia de origen; la ocupación nazi determinó la etapa de Marsella, no ocupada por las huestes de Petain.

Lo que preparé para presentar en el simposio al que aludí en mi nota anterior incluía menciones, así fueran someras, al exilio español en general. Por eso me comuniqué con quien fuera mi maestro y director de tesis, el doctor Adolfo Sánchez Vázquez, y le pregunté sobre Remedios debido a que, entre sus escritos sobre estética, que forman eje en su obra, no encontré mención de ella. “Tanto como admiré y admiro su obra, nunca escribí sobre la misma, ni me acerqué a su persona”, dijo.

La división entre los exilios filosóficos y el “surrealista” siempre me llamó la atención, pues el segundo, aunque internacional, al mismo tiempo pareció integrar cenáculo, a diferencia del primero.

Consulté a Luis Rius Caso, quien experimentó la situación en su propia familia paterna, porque su padre, el poeta y muy admirado profesor universitario Luis Rius Azcoitia, llegó a México con sus padres a los 9 años, en 1939. Ese mismo año, el 13 de junio, el barco Sinaia, que traía, entre otros, a Adolfo Sánchez Vázquez y a Pedro Garfias, ancló en Veracruz. El exilio, para ellos, fue, según palabras de Sánchez Vázquez en Vida y filosofía, “un desgarrón que no acaba de desgarrarse”.

La enjundiosa celebración de sus 90 años, en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras, terminó por su parte con un brioso e intenso “goya”.

Después del franquismo, regresó a España varias veces, fue  homenajeado e invitado a permanecer, pero regresó a nuestro país, donde vive. Aquí hizo familia, con Aurora, a quien conoció durante su estancia de tres años en Morelia, mismos en los que su vocación tomó un ya prefigurado desplazamiento de la poesía (sin abandonarla nunca del todo) a la filosofía, siempre bajo postura marxista, sin carácter dogmático.

El exilio español se encontraba dividido en dos o más bandos, situación que se reflejaba en los espacios culturales y también en los familiares. En muchas familias, comenta Luis Rius Caso,  no se podía hablar de política: “en la mía, por ejemplo, para no herir susceptibilidades de republicanos del centro, de izquierda, socialistas, anarquistas y hasta monárquicos, no se hablaba (…) Los exiliados formaban grupos cerrados, endogámicos (…) Coincido en que los filósofos, pensadores y científicos, solían guardar poca relación con las artes plásticas del propio exilio (…) Sólo la Nelken, Ceferino Palencia y otros especializados la tenían, pero no los teóricos como Gaos o Nicol”.

No obstante, Miguel Prieto, Enrique Climent, Antonio Rodríguez Luna y José Moreno Villa –quien, según sus decires, “se mexicanizó”– sí la tuvieron. Creo que los quehaceres y posturas de cada quien determinaban la expansión o la concentración en grupos. Por ejemplo: Gunther Gerzso, sin ser exiliado, fue amigo y confidente de Remedios hasta la muerte de la pintora, en 1963.

Hay vasta investigación publicada al respecto, por lo que me limité a recordar a algunos exiliados, haciendo mención específica de los Bal y Gay, pues fueron ellos quienes auspiciaron desde la galería Diana las dos primeras visiones, alabadas hasta por Diego Rivera, de la pintura de Remedios, quien después fue objeto de una segunda muestra individual en la galería Juan Martín.  A éste le pintó un retrato que le obsequió. Por su parte, Leonora Carrington estuvo en las filas de la Galería de Arte Mexicano  desde fecha temprana.

Al inglés Gordon Onslow Ford (1912-2003) se le debe un núcleo de surrealismo en exilio, ubicado en Erongarícuaro, pueblo tarasco a orillas del lago de Pátzcuaro, donde vivió con su esposa entre 1941 y 1947. Muy cercanos a Paalen y a Alice Rahon, fueron con frecuencia visitados por César Moro, Remedios, Péret, Eva Sulzer, entre otros. Martika Sawin lo ha comentado, pero es hasta ahora, con la aparición del libro Cinco llaves, que Onslow Ford es  considerado con amplitud, pues  antes sólo lo fue ocasionalmente.

Otra pareja, mucho más conocida en relación al exilio surrealista, es la de los Horna.

Como puede verse, el tema da para mucho más.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.