Usted está aquí: lunes 2 de junio de 2008 Opinión Entra la temporada de huracanes... y de desastres

Iván Restrepo

Entra la temporada de huracanes... y de desastres

Ayer dio comienzo oficial la temporada de huracanes y dos tormentas, Alma y Arturo, ya dejaron destrozos y lluvia a su paso por Centroamérica y México. Los especialistas anotan que las altas temperaturas del agua en el océano Atlántico, el Golfo de México y el mar Caribe pueden ocasionar huracanes de enorme fuerza destructora. Pronostican: cuatro intensos, igual número de “moderados” y siete tormentas tropicales. Para el Pacífico oriental mencionan dos intensos. Todo esto se traducirá en serios problemas para las poblaciones, la infraestructura y las actividades económicas en los 17 estados costeros: desde el turismo, la agricultura y la pesca hasta la portuaria, petrolera y petroquímica. Los efectos no se limitarán a dichos estados, pues la abundante lluvia que traen los huracanes llegará tierra adentro y ocasionarán daños, especialmente en las zonas más pobres.

La actual temporada de huracanes está marcada por el recuerdo del que hace un mes azotó el sur de Myanmar y dejó más de 100 mil muertos y 3 millones de damnificados. La dictadura militar de la antigua Birmania, experta en reprimir cualquier expresión democrática, mostró su ineficiencia y su irresponsabilidad criminal. De haber tomado las medidas adecuadas, las víctimas y los daños hubieran sido muchísimo menores. Así pasó en Estados Unidos con Katrina, donde no termina la recuperación de Nueva Orleáns y áreas cercanas. Los pobres que abandonaron la ciudad no regresan a ella y las tareas de reconstrucción generan numerosas críticas. Tampoco concluye en el vecino país la crisis por los cambios administrativos en el Centro Nacional de Huracanes, famoso por su profesionalismo. Aunque sus pronósticos no siempre se cumplen, la información que ofrece es prioritaria para el gobierno estadunidense y los demás que sufren los embates de los huracanes a fin de establecer los programas de prevención y protección que minimicen los daños por la fuerza del viento y el agua.

En México, los especialistas llevan años advirtiendo sobre la necesidad de crear un verdadero programa de prevención y protección civil, pues cada vez aumenta el número y la intensidad de los huracanes, pero todavía no hay uno; sólo contamos con las promesas de los funcionarios de que todo está bajo control. En el primer sexenio del cambio, el del señor Fox, la ayuda a las personas damnificadas se utilizó mal y hasta fue desviada con fines políticos. La corrupción fue evidente. Pero en vez de sancionar ejemplarmente a la responsable del Sistema Nacional de Protección Civil (enclavado en la Secretaría de Gobernación), el partido que ahora gobierna la protegió y arropó con un cargo legislativo. Además, los fondos para los damnificados no se entregaron preferentemente a quienes más lo necesitaban (como a las víctimas de Stan en Chiapas), sino que se concentraron en la zona turística de Quintana Roo, donde reinan las grandes cadenas hoteleras internacionales.

Por su parte, los poderes Ejecutivo y Legislativo no modifican el andamiaje legal para proteger mejor la franja costera. Intereses económicos muy privados explican que siga intocable la actual dimensión de la zona marítima federal (20 metros tierra adentro desde donde rompen las olas), cuando en todo el mundo el avance de las aguas marinas está obligando a prohibir en una extensión mucho mayor todo tipo de construcciones. Ni siquiera la experiencia negativa que hoy ofrece la principal zona turística internacional del país (Cancún y la Riviera Maya), al quedarse sin playas por la erosión, mueve a funcionarios y a legisladores. En cambio, todos los días se denuncian nuevos daños a los manglares por cuenta de los intereses hoteleros y servicios afines, cuando son claves para detener la fuerza de los huracanes y la erosión costera. En paralelo, sigue la ocupación del litoral con obra pública e inversión privada sin tener en cuenta el aumento del nivel del mar por el calentamiento global.

La temporada de huracanes apenas comienza. Si se cumplen los pronósticos, vendrá luego el recuento de los daños y las declaraciones y las fotos del licenciado Calderón atendiendo a las víctimas que bien pudieron evitarse.

 
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