Usted está aquí: viernes 30 de mayo de 2008 Opinión Penultimátum

Penultimátum

■ Recorrido de una santa

Es una santa escasamente adorada en su país de origen. Se trata de Faustina Kowalska, la “única mujer apóstol del señor de la Misericordia”. Nació en 1905 en Polonia, en una pobre y numerosa familia campesina. Como era costumbre en esos casos, para escapar de tantas carencias ingresó a los 20 años a un convento donde se desempeñó como cocinera, jardinera y portera. Murió en 1938 y dicen que era una mística que hablaba con Jesucristo. Su paisano Juan Pablo II la canonizó y éste ha sido el único milagro que se le reconoce. Ahora un huesito de la santa recorre las iglesias de la península de Yucatán. No con la asistencia de creyentes que sería de esperar. Pero en Jalisco la situación será distinta: se espera que el góber piadoso, don Etilio González, inaugure con el huesito de Faustina su programa de turismo religioso, al que dedicará varios millones de pesos del erario. Para evitar otro desaguisado, se espera que el góber piadoso no tome la palabra en la ceremonia de bienvenida a la santa.

“Hay programas de televisión y radio que hacen daño. No entiendo el afán de insultar o mentir. Me imagino que es por tener más rating y vender más revistas. Crean demasiadas historias. Las calumnias abundan; ya ni en las fotos que publican se puede creer, porque hay fotomontajes.” Esto dijo Luis Miguel, el cantante de música popular más internacional con que cuenta México. Fue su forma de decir ¡basta! a un periodismo de espectáculos que ha caído en el amarillismo extremo, sin límite. Fue también la respuesta a quienes lo quieren obligar a que públicamente confiese que tiene una hija con la nieta de la señora Silvia Pinal. Luismi no acepta que las revistas y los programas de radio y televisión le fijen su hoja de ruta para aparecer al lado de su hija, a la que reconoció hace tiempo, como lo saben bien la familia de ella y los íntimos de El Sol, como llaman sus fans a quien quitó la polilla al bolero.

También Verónica Castro exige respeto a su vida privada y a la de su hijo Cristian, ahora que éste se reconcilió con ella. Mientras, Cristian ventila su divorcio y la patria potestad de sus dos hijos en una corte de Miami, en la que reconoció tener un carácter violento del que no escapó ni la propia Vero. Son cosas del pasado, dijo el también cantante. Pero el rencuentro familiar, que algunos vieron como promoción del regreso de la Vero al teatro y a Televisa, lo rompe el amarillismo que se disfraza de información veraz y oportuna, y ahora asegura que el padre de Cristián no es el que siempre se ha sabido, don Manuel El Loco Valdés, sino un personaje segundón que trabajó en Televisa y ya nadie recuerda. Como están las cosas, no se extrañe, atento lector, si mañana descubren que el verdadero amor de Agustín de Iturbide no fue Catalina II, sino doña Sara García.

 
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