Usted está aquí: viernes 30 de mayo de 2008 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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■ Distrito Federal: el enemigo en casa

■ Los obstáculos del chuchinero azul

Fue hace cerca de un mes. La senadora Rosario Ibarra de Piedra propuso a los legisladores de la Asamblea del Distrito Federal que echaran a andar una consulta popular para que la gente opinara sobre el futuro inmediato de Pemex.

La propuesta, como muchas otras que son en beneficio directo de la gente, fue rechazada en los hechos por el maridaje Partido Acción Nacional-corriente perredista Nueva Izquierda (PANI, por como ya se le llama), que prefirió construir el más monstruoso chuchinero azul para apoderarse del Instituto Electoral del Distrito Federal, antes que hacer caso a la voz que reclamaba dar la palabra a los habitantes de la ciudad en el caso de las modificaciones sobre la propiedad del petróleo, que propuso Felipe Calderón.

Así, la exigencia de la señora Ibarra se atoró, hasta ahora que el jefe de Gobierno la anunció prácticamente como un hecho, y la picazón volvió a los azules y sus cómplices perredistas, que en el mismo IEDF ya buscan la forma de invalidar, con algún pretexto legal, la intención del jefe de Gobierno.

Y es claro que un poder sin respaldo popular, ilegítimo, lo que no puede hacer es consultar a los gobernados, por el temor de confirmar el rechazo, cada vez mayor, a las políticas federales que tienen que ver con los compromisos con compañías extranjeras, que seguramente se hicieron para avalar lo que en el país no encuentra apoyo.

Un día tras otro el reclamo de la señora Ibarra encontró algún argumento, de toda índole, para impedir que desde la Asamblea Legislativa se convocara a la ciudadanía a una consulta, que espanta a la derecha –de cualquier color– porque supone la respuesta, y a eso no quiere exponerse.

Por eso, frente a una mayoría legislativa que se niega a escuchar la opinión de sus representados, el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, se hace eco de esa necesidad, la de opinar sobre el futuro de Pemex y del país, y lanza con fecha y forma la propuesta que escandaliza al chuchinero azul.

En la ciudad de México habrá consulta para que la gente opine, para que quede claro el rumbo, para que quede constancia de qué tan lejos o cerca de los ciudadanos se halla el legislador, y para que la capital no resulte cómplice silencioso de algo que le afectará.

Marcelo Ebrard rebasó a la Asamblea Legislativa y a sus cómplices por donde más les duele: por la izquierda, pero que no se confíe el jefe de Gobierno, desde el Instituto Electoral del Distrito Federal y el mismísimo recinto de Donceles y Allende se planea silenciar la voz de la gente, así que con cuidado que el enemigo está en casa.

De pasadita

Y preguntó, con la idea clara de confundir: ¿Hasta cuándo vamos a permitir que un niño vaya a la cama al final del día sin haber probado alimento? Con el cinismo propio de su signo político, el azul quiso decir que sólo vendiendo lo que es de todos se podría corregir el mal que, dice, le avergüenza. Y alguien por ahí le contestó:

“Cuando impidan que los Mouriño, los Sahagún o los Zavala se queden con lo que le toca a ese niño que se fue a dormir sin haber probado alimento.

Y no fue todo, hubo uno que hasta preguntó que ¿en dónde estaban, al principio del neoliberalismo en México, los que reclaman ahora que al pueblo no se le quite lo que del pueblo es? Y también le respondieron puntualmente: “Marcelo estaba en el PRI, pero nunca en El Yunque, como el preguntón”. ¡Cuas!

 
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