Usted está aquí: viernes 30 de mayo de 2008 Espectáculos Cuestiona SA de CV la validez del concepto tradicional del jazz

■ Hoy presenta su producción Satchmo, en la cual cada pieza contiene un universo propio

Cuestiona SA de CV la validez del concepto tradicional del jazz

■ La improvisación, eje del grupo; los discos, “fotos que muestran cómo eres”

■ Se debe estudiar la construcción de individuos y colectivos culturales en el campo de la acústica y el sonido, resalta

Tania Molina Ramírez

“Si no es jazz, ¿qué es?”, lanza Marcos Miranda, respecto a la música que hace la agrupación que él encabeza, Sociedad Acústica de Capital Variable. Se refiere a que en ocasiones, si la gente no escucha el clásico swing, decide que no es jazz. Este colectivo se siente más cercano a una noción abierta del género, que abreva de numerosas fuentes. “Casi toda la gente a la que rendimos homenaje, Miles Davis, Thelonious Monk, Fela Kuti, Louis Armstrong, todos se caracterizan en que son personas que tendieron puentes, son grandes humanistas a través de la música”, siguió Miranda.

Miranda (saxofón soprano y tenor), Xavier Quirarte (bajo y voz) y Rogelio Nobara (guitarra) llevan un rato de nutrida plática con La Jornada cuando hace esta exclamación. Han estado hablando sobre el disco doble de reciente factura que actualmente promocionan, Satchmo, que hoy presentan en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Sin embargo, la conversación ha llevado por otros senderos: el oído, primer sentido que desarrollamos y último que perdemos; la falta que hace “una investigación seria de la construcción de los individuos y colectivos culturales mediante el campo de la acústica y del sonido”, y la riquísima herencia árabe presente en el mundo, entre otros temas.

Múltiples influencias

El álbum Satchmo (distribuido y manufacturado por Global E Rack) nació como tributo al afrofunk, pero “conforme fue avanzando la producción se volvió mucho más diverso”, explicó Miranda. Cosa que no sorprende, si se toma en cuenta la diversidad de lenguajes e influencias de los músicos de Sociedad Acústica (un universo que abarca desde el blues y la música sufi a la percusión caribeña y el reggae).

“Partimos de que debe haber una libertad para poder integrar muchos lenguajes musicales”, coinciden sus integrantes.

Esto se siente en el disco, en el cual “cada pieza representa un universo musical propio”.

Delta square blues comienza con aires de western y culmina en pleno blues acompañado de versos hablados (“composición a partir de un poema del clarinetista John Carter”) que abordan el camino andado por la diáspora africana en Estados Unidos.

“La gran escuela que tendría que habernos tocado es la de la tradición de la canción mexicana. La tomamos por el lado gabacho, que es el blues. El blues en el fondo es la gran tradición de la historia oral”, explicó Miranda.

Salmo 48 surge del salmo del rey David. Incluye la flauta ney y se escucha música sufi.

En contraste, también hay un “jazz ranchero”, Just a closer walk with thee. “Nos salió el código postal”, bromea Quirarte.

“Los homenajes son a veces a través de piezas de músicos”, pero no necesariamente tienen que ver con la original, explicó Quirarte.

Parte de la composición es colectiva. Proviene de que un eje central de Sociedad Acústica es la improvisación en conjunto. “Sociedad Acústica es más un grupo que nos gusta tocar, nos gusta lo que tocamos, más que tener metas de discos, de conciertos… El disco es más testimonial”, dijo Rogelio Nobara.

Quirarte añadió: “Los discos son como fotos que muestran cómo eres”.

En Satchmo usan una diversidad de instrumentos, la kalimba, la gimbarda, la flauta ney, sintetizadores y guitarras procesadas.

Respecto del género en cuestión, Miranda opinó que “la palabra jazz tiene muchas aristas. Es un concepto que no sé si siga siendo válido que exista”, opinó Miranda. “Para mí, quizá el mejor grupo de jazz es Art Ensemble de Chicago, que decía, no hay jazz, (lo que hay) es la gran tradición de la música negra”. Por otro lado, Steve Lacey (otra gran influencia) siempre lo concibió como multiétnico.

“Lo que llamo jazz es una idea más europea o de ciertos sectores de Estados Unidos, que tienen una visión más global del género”, explicó el saxofonista.

La palabra, importante

Por otro lado, la palabra ocupa un lugar fundamental en la obra de Sociedad Acústica. Xavier Quirarte, periodista cultural que tras largos años de no subir al escenario a tocar decidió volver a hacerlo, opinó: “Las canciones son como pequeños cuentos, con historia y ambientes diferentes. No se parecen. Una puede ser muy críptica, otra muy esperanzadora”.

Quirarte contribuye tanto en la letra de algunas composiciones como con la voz.

Por su parte, Nobara se enfoca más en el aspecto visual, de crear ciertas imágenes, atmósferas a partir de la música, debido a que también trabaja en el cine.

A Miranda, de origen boliviano, lo han criticado por no tocar la quena. ¿Por qué? Simplemente responde: “Porque no. Porque vibré primero con Duke Ellington”.

Más allá de la abrumadora influencia cultural que ejerce Estados Unidos, “todo el trabajo de Sociedad Acústica está enfocado en cuál es la historia de la identidad humana a través de la música. Las ciencias sociales tienen una gran deuda porque no se han ocupado en hacer una investigación seria de la construcción de los individuos y colectivos culturales por medio del campo de la acústica y del sonido”.

Está el caso, señala Miranda, de que “en algún lugar entre Texas y Nueva Orleáns convivía la música española con la ranchera y la de las Antillas. Es cierto. Si uno comienza a escarbar, una ranchera y un blues son muy similares en armonía, en estructura”.

Sociedad Acústica se presenta hoy a las 19:30 horas en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Izazaga 92, Centro Histórico. Entrada libre.

 
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