Usted está aquí: miércoles 28 de mayo de 2008 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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■ Bastión panista en la cuerda floja

■ Intransigente negligencia en Miguel Hidalgo

Si en los ámbitos de la izquierda –no toda, desde luego– existe preocupación por lo que pudiera ocurrir en la delegación Cuajimalpa en las elecciones del año próximo, en Acción Nacional se teme una debacle en Miguel Hidalgo, y la culpa la tiene, según confiesan en el mismo partido, la delegada Gabriela Cuevas.

Protegida por Diego Fernández de Cevallos y muy cercana a Santiago Creel, la Cuevas llegó a la jefatura delegacional plena en expectativas políticas. Creel sería presidente y la impunidad de Diego la tendría a salvo de cualquier tropezón intempestivo. Pero el primero no llegó a la Presidencia, y el segundo dejó de sonar como el hombre de todas las influencias y todas las triquiñuelas, así que a la funcionaria no le quedó más que realizar la tarea encomendada.

Y entonces tuvo que disfrazarse de heroína y lanzarse a una guerra que hoy parece perdida. Cuando menos esa impresión queda después de escuchar las quejas de algunos panistas del ala dura que rechinan en contra de la delegada, de quien advierten más que malas decisiones algo muy parecido a la perdida del control de sus emociones políticas.

Preocupados no por la Cuevas, sino por lo que pase en las próximas elecciones, algunos habitantes de la Miguel Hidalgo hacen un examen de los hechos y advierten que políticamente la delegación se ha debilitado y la posibilidad de perder la demarcación que se considera bastión de la derecha en el Distrito Federal, es cierta y puede estar cercana.

No se entiende, por ejemplo, por qué la delegada se negó a la construcción de la Torre Bicentenario mientras firmaba los permisos para que en los terrenos de la desaparecida refinería 18 de Marzo se construyera un monstruo de comercios y viviendas que alterarán definitivamente la calidad de vida de los habitantes de la delegación.

Para su desgracia, ya nadie le compra aquel asunto de la protección de las edificaciones con valor histórico y artístico, porque poco a poco se descubrieron las verdades sobre la frustrada construcción, que no pretendía la desaparición del inmueble que sirvió, junto con el impacto urbano que suponía, de pretexto para invalidar el proyecto.

Y eso porque, ahora que se sabe, la monstruosidad de la ex refinería no sólo habrá de impactar de manera rotunda a la delegación, sino además expondrá la salud de quienes decidan vivir o visitar el millón de metros cuadrados que servirán para colmar las ambiciones de algunos inversionistas ligados al panismo, y a Felipe Calderón más en concreto.

Esto porque ya se sabe que las tierras de la ex refinería se hallan absolutamente contaminadas por los sucedáneos del petróleo con el que allí se trabajaba, que mantienen elementos de alta peligrosidad para la salud humana.

Desde luego que ni al gobierno de Calderón ni a la Cuevas, y menos aún a los inversionistas, les importa quién o quiénes puedan salir perjudicados por este problema real que se ha tratado de omitir, y que es bien conocido, pero ya hay quienes advierten en esa decisión el suicidio político de la Cuevas, y la muerte política de los azules en su mejor bastión. Ni modo.

De pasadita

Jorge Carlos Díaz Cuervo, del grupo de los extraviados, es decir, aquellos diputados que militan en un partido pero ofrecen sus servicios a otra causa, y a quien se considera operador de Víctor Hugo Círigo, salió de la coordinación de la bancada socialdemócrata y, por tanto, de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, lo que podría hacer que la composición de fuerzas en ese órgano de dirección cambie radicalmente y los socialdemócratas tomen, por fin, un rumbo político fuera de las ataduras a las que los obligó Díaz Cuervo.

En una de esas las señales también cambian en el gozo que hoy tiene la derecha legislativa llamada despectivamente PANI, y se lleva un tropezón en eso de querer nombrar a los nuevos consejeros electorales. Así que hay que estar muy atentos a la sorpresas. Ya veremos.

 
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