Usted está aquí: martes 27 de mayo de 2008 Opinión Ruta sonora

Ruta sonora

Patricia Peñaloza
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■ Vive Latino 2008: sorpresivo “lado B”

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Ampliar la imagen Roco de La Maldita. Los bailes, la carrilla, la aventada de chicas sobre mantas, las viboritas de gente estuvieron por encima de todo en la 9 versión del Vive Latino Roco de La Maldita. Los bailes, la carrilla, la aventada de chicas sobre mantas, las viboritas de gente estuvieron por encima de todo en la 9 versión del Vive Latino Foto: Víctor Camacho

La maravilla de vivir en una ciudad tan grande es que hay de todo, y sus habitantes nunca dejan de sorprendernos: el cartel “lado B” por el cual apostó la novena edición del Festival Iberoamericano de Cultura Musical Vive Latino 2008, ocurrida el fin de semana pasado en el Foro Sol, puso a bailar a una comunidad hace tiempo no convocada por este rey de los masivos; propuesta que la organizadora Ocesa presentó como alternativa a la cada día más competida oferta de festivales en la ciudad de México, la cual ya parece empezar a hacerle mella.

Y es que sus programadores eligieron “sacrificar” la asistencia de 15 o 20 mil personas (fue notoria la disminución) para dar espacio a bandas que figuran poco en medios y festivales, acto que alejó a los más jovencitos, afines a lo “de onda” (hubo pocos de pantalón pegado, flecos largos, mallones coloridos y crepé en la coronilla), pero congregó favorablemente a multitudes más “barrio”, inesperadas para muchos hypsters y cronistas esnobs de rock que solemos estar tras los sonidos contemporáneos. Al parecer, la programación fue en aras de ser realistas respecto de lo que jala a la “banda” popular, fenómeno comprobado, por ejemplo, en los masivos gratuitos callejeros, pródigos en seguidores de reggae-rock-ska y surf.

Aunque tampoco se trata de ser condescendientes. Si bien el Vive ya se defiende solo por su tradición y generación de nexos comunitarios, aún es preciso ser exigentes en cuanto a la calidad musical y buscar subir el nivel del escucha, para que la escena cantada en español crezca y no se estanque en fórmulas probadas.

Así, como dijo un radioescucha a conocida emisora de radio, el reciente Vive “no fue el mejor, pero estuvo padre”. Y sí: la respuesta a un cartel lleno de artistas de larga trayectoria aunque propuestas trilladas fue dispareja, si bien llena de sorpresas.

Los bailes, la carrilla, la aventada de chicas sobre mantas, las viboritas de gente, estuvieron por encima de todo. Los mejores momentos los dieron Maldita Vecindad, Botellita de Jerez y Santa Sabina, comentarios lúcidos incluidos (aparte de las atinadas críticas de Panteón Rococó y las hilarantes bromas de Tex Tex): por la noche del domingo, la Maldita, generadora de “paz y baile”, con la maestría que tiene su cantante Roco para mover multitudes, desató el eslam a tope, mientras recordó a las comunidades en resistencia e hizo un llamado a arrojar las “malas vibras” y estar todos unidos en estos momentos de desconcierto social.

Antes, a media tarde, Botellita dejó clara la relevancia de su trayectoria, en un momento en que ya casi nadie relaciona al rock con la crítica social, al ser la banda que emitió el mayor número de comentarios políticos, con el característico humor inteligente de su guacarrock. Sergio Arau, Armando Vega-Gil y Francisco Barrios El Mastuerzo se colocaron antifaces para instar a ser “antifacistas” y decir “NO a la represión militar de FeCal (Felipe Calderón)” y a “defender el petróleo, que es de los mexicanos”. La respuesta fue una apabullante rechifla de unos 30 mil hacia Calderón, y aplausos de aprobación ante el grito de defensa. Luego, Sergio Arau ironizó sobre un tema que pocos cuestionan; tras cantar Oh, Denny’s, que juega a cantar en inglés, dijo: “Ahora que todas las bandas mexicanas cantan en inglés, creemos que se inspiraron en esta rola”. Después, Vega-Gil se quejó: “antes se decía chido, ahora todos dicen que está cool, pero decir cool, está coolero! Entre “voladores” que atravesaban el foro colgados de una cuerda, ataviados ya fuera de Elba Esther Gordillo, Carlos Salinas, George Bush o Vicente Fox, los botellos no dejaron de hacer su clásico “ritual prehispánico” en el que en vez de hacer sonar caracoles soplan botellas, ya no de Coca-Cola, sino de cerveza, para luego gritar: “¡hasta la Victoria siempre!”

Y hablando de empresas, el sábado, Poncho Figueroa, bajista de Santa Sabina, fue emotivo y cósmico: “Es bonito ver a tantos en esta fiesta, a pesar de que está llena de marcas, pues pareciera triunfar el capitalismo... aunque si eso nos permite estar juntos, hay que tener claro que nuestros corazones y cantos sobrepasan todo esto, y son lo que nos conecta con el universo”. Musicalmente, los arreglos que hizo la Santa (que no “regresa”, sino sólo se reunió para esta ocasión) a sus viejos temas gozaron de exquisitez y evolución, al restar elementos y agregar elegancia, mientras Rita Guerrero desplegó su voz con menos garganta y más terciopelo.

Acordes con un sol despiadado, los ritmos guapachosos reinaron y alejaron a Tláloc. Los Lobos, chicanos y finos, destilaron ricura (lástima que algunos ignorantes les arrojaron objetos). The Wailers recordaron, cual sónica fotografía, a Bob Marley. The Straitjackets dieron cátedra de cómo SÍ se debe tocar surf. El Abulón, otro maestro a la hora de mover gente, al frente de Six Million Dollar Weirdo gritó: “¿Qué les pasa? ¿Por qué tan aguados? ¡Parecen pinches panistas! Hagamos cosas que la tele nunca va a entender: movámonos de derecha a izquierda”. Mágicamente, unos 20 mil lograron la hazaña, al deslizarse de un lado a otro, ida y vuelta; aquello se veía hermoso.

Black Rebel Motorcycle Club, aunque correcta, decepcionó al sonar menos vaquera y más pop de lo esperado, y se quedó con poca audiencia, pues a la misma hora, ante unos 25 mil, Los Tres brindaron una delicia íntima y entrañable. Las divertidas tonadas pop de Babasónicos tuvieron gran coreo. Extra-bailable estuvo el electro-norteño de Nortec, con tuba, trompeta y acordeón en vivo. Otros destacados: Ceci Bastida, Descartes a Kant, El Haragán, Six Million Dollar Weirdo, El Gran Silencio, Gerardo Enciso, Quiero Club, Los Fancy Free. De entre la camada argentina, en que casi todos suenan igual, se desmarcó la Bersuit, integrada por buenos músicos y un carisma bárbaro. Y como se vaticinó, esa aberración llamada Panda se llevó los abucheos: sus horribles guitarrazos y cantos babosos fueron recibidos por una lluvia de vasos desechables llenos de tierra... Un acierto del festival es que este año la sonorización mejoró, para respeto del público.

Vive Latino sigue refrendando su relevancia, pero es preciso que se ponga al día; la competencia ha crecido, los más jóvenes expanden su gusto gracias a Internet, y hay que corresponder con sonidos de actualidad. En tanto, seguimos coreando: ¡larga vida al Vive!

 
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