Usted está aquí: martes 27 de mayo de 2008 Opinión El violín

Marco Rascón
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El violín

Bien harían el gobierno federal, el Ejército Popular Revolucionario (EPR) y la comisión mediadora entre ellos asistir juntos a ver la película El violín, que el año pasado se exhibió durante semanas en las salas comerciales de cine y tuvo importantes premios y reconocimientos en México y el extranjero. Verla juntos, pero sobre todo verla, les sería muy útil, pues hoy la ficción se adelanta muchas veces a la realidad y la anécdota de la película no está alejada de la realidad, y el desenvolvimiento de los protagonistas reales y ficticios.

En ese espejo, las tres partes podrían reconocerse y dar una señal sobre ese proceso que han asumido, donde el gobierno se vería retratado en su posición contrainsurgente; el EPR, como una guerrilla sin perspectiva programática, y una comisión mediadora, que se vería reflejada como ingenua y representada en el viejo violinista que, sin proponérselo, termina siendo utilizado por la contrainsurgencia y la represión.

Pero ese microcosmos de El violín, tanto en la ficción como en la realidad, tiene un contexto más amplio de una realidad y un país que se mueve de manera confusa y contradictoria. Es el contexto de una realidad llena de cortinas, donde desde un proceso no se ve el otro y la visión de conjunto sólo la tiene el poder gubernamental que dirige desde la Presidencia Felipe Calderón.

Desde la oposición la visión es muy limitada y fragmentada, pues mientras el gobierno anuncia su “disposición” a dialogar con el EPR y éste a su vez pone condiciones, en otras partes del país pareciera que estaría en curso una decisión de Estado oscura, de profundas consecuencias, que ha sido caracterizada como una guerra contra organizaciones criminales, los que a su vez se dice que están en guerra entre sí por territorios y el control de la frontera norte.

Esta guerra se anuncia y es inventada, porque de antemano está ganada y tras de ella vendrá una calma chicha, porque en el fondo fue aplicada una especie de rifle sanitario, como el aplicado al final de los años 50 en Chihuahua para exterminar la fiebre aftosa en el ganado.

Esta guerra, que ha militarizado a una parte del país, tendrá consecuencias, pues puede ser la existencia de una política por vías no constitucionales, pero que, en el contexto de los acuerdos internacionales, lucha por los recursos del exterior a partir del Plan Mérida a través de presentar cifras del exterminio que va con más de mil 800 muertos de enero a la fecha y sólo en Chihuahua supera 400.

En ese contexto, las llamadas y el proceso de comunicación con el EPR y la comisión mediadora es una cortina y otras más el debate en el Congreso sobre el petróleo y la energía; otra más la crisis del PRD, que sólo expresa la debilidad del sistema de partidos y sus intereses mínimos y coyunturales. Agreguemos ahora el debate sobre los alimentos.

En el entorno y la visión parcializada unos ven en el gobierno de Calderón su caída inminente y lo perciben débil y fracasado, mientras en otra parte se anuncia, según la encuesta de María de las Heras, que Felipe Calderón tiene en este momento 75 por ciento de aceptación entre el electorado, por lo cual se dice, es el momento para lanzar grandes decisiones.

El resultado de estas visiones contradictorias es, sin lugar a dudas, un saldo de confusión, donde la ausencia de perspectivas nacionales de largo plazo se arrinconan y pierden fuerza, pues no existe ningún otro problema, ni un oído atento en la ciudadanía para atender propuestas de solución estratégica o de largo plazo.

Si agregamos a esto la tesis de Carlos Salinas sobre la “década perdida” y sus innumerables mensajes cifrados, México se convierte en una carta del tarot llena de presagios, símbolos y misterios difíciles de explicar, donde se hace uso de prácticas metaconstitucionales que rayan en el terror de Estado con la complicidad de los partidos, instituciones, diputados y senadores. Preocupación escénica sobre el estado de derecho y la detención y desaparición en un contexto de ajuste entre el poder central y gobiernos en profunda descomposición, como el de Oaxaca.

La falta de información veraz y la confusión han hecho que los actos de los protagonistas individuales, colectivos e institucionales tengan, a su vez, distintas interpretaciones y que en el trasfondo quede la percepción de un gran vacío, donde desde lo militar y el crimen organizado; desde la polarización y crisis de los partidos; desde la guerrilla en negociación con el gobierno directa o indirectamente a través de una comisión mediadora; desde el debate energético; desde el parto de los montes, donde Carlos Salinas construye su neosalinismo, todos se usan unos a otros, bajo la divisa reyesheroliana de que “todo lo que resiste, apoya” y se gana inventando sus propias guerras.

Por eso es importante ver El violín, porque, según su tesis, la vocación del Estado es aplastar a los que no tienen perspectiva, haciendo uso de la ingenuidad y la falta de caracterización correcta.

 
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