Usted está aquí: martes 27 de mayo de 2008 Ciencias Llega la sonda Fénix a Marte; primer descenso suave en 32 años

■ Ni en mis sueños habría sido tan perfecto, comentó el director del proyecto

Llega la sonda Fénix a Marte; primer descenso suave en 32 años

■ La tecnología empleada abre las posibilidades de que los humanos pisen el planeta rojo

■ Primeras fotografías muestran un paisaje de extraños dibujos poligonales en el terreno

Steve Connor (The Independet)

Ampliar la imagen Una de las imágenes captadas, en la que se observa en primer plano celdas de un panel solar y en segundo plano parte de la superficie marciana Una de las imágenes captadas, en la que se observa en primer plano celdas de un panel solar y en segundo plano parte de la superficie marciana Foto: Reuters

El terror duró siete minutos. Fue el tiempo que le llevó a la nave espacial Fénix de la NASA desacelerar desde 20 mil kilómetros por hora hasta el trote ligero con el que descendió este lunes en la superficie de Marte, tapizada de piedras pequeñas.

En esos siete minutos el Fénix tuvo que soportar temperaturas de mil 500 grados centígrados al irrumpir en la atmósfera marciana, antes de desplegar su paracaídas de frenado, desprenderse de un escudo protector y lanzar los 12 pequeños retrocohetes que por fin produjeron el más suave de los descensos. Fue el primer descenso suave exitoso en el planeta rojo en 32 años, y cobra aún mayor significación porque utilizó tecnología que bien pudiera algún día permitir que seres humanos se posen en suelo marciano.

La primera señal con la que el Fénix confirmó su llegada a salvo necesitó 15 minutos y 20 segundos de agonía para recorrer a la velocidad de la luz los 273.6 millones de kilómetros entre Marte y su vecino más cercano, la Tierra.

Suspiros de alivio

A las 0:53 horas de Greenwich, este 26 de mayo, científicos del centro de control en California detectaron la primera señal de la inmóvil nave espacial, que pasó los 10 meses anteriores cruzando como bólido 675 millones de kilómetros en el espacio. Sólo entonces los científicos de la NASA, con lágrimas en los ojos, se permitieron un enorme suspiro de alivio.

“Ni en mis sueños habría sido tan perfecto. Llegó justo en el centro”, comentó el director del proyecto, Barry Goldstein, en el control de misión del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la Nasa (JPL, por sus siglas en inglés), en Pasadena. “Lo más duro ha pasado. Aún queda mucho drama delante”, añadió el doctor Goldstein, quien mantuvo la tradición de repartir “cacahuates de la suerte” a sus colegas durante los momentos de tensión, y más tarde rompió los planes de contingencia que tendrían que haberse activado en caso de fracaso.

Las primeras fotografías del Fénix –primeras de la inexplorada meseta norte del planeta– muestran un paisaje de extraños dibujos poligonales intercalados en el terreno marciano, como las costuras de un edredón, que según se cree fueron causados por la cíclica expansión y contracción del hielo bajo la superficie.

“Vemos la falta de rocas que esperábamos, vemos los polígonos que observamos desde el hielo, no vemos hielo en la superficie, pero creemos que lo encontraremos debajo. Me parece grandioso”, expresó Peter Smith, de la Universidad de Arizona en Tucson, principal investigador científico de la misión.

Otras imágenes confirmaron que 90 centímetros del artefacto estaban firmemente plantados en una superficie estable y que sus celdas solares libres de polvo se habían desdoblado sin problemas para proporcionar energía vital. Sólo cuando las cámaras estereoscópicas panearon hacia el distante horizonte fue posible vislumbrar la chata enormidad de esta remota región del norte marciano, conocida como Vastitas Borealis.

El Fénix nació de las cenizas de una misión anterior, planeada para 2001, la cual se tuvo que abandonar porque dos misiones previas, en 1999, fallaron en forma consecutiva. De hecho, sólo cinco de los 11 intentos internacionales anteriores por hacer descender sondas en Marte habían logrado su objetivo, lo cual volvió aún más dulce el éxito del Fénix.

Ed Weiler, administrador asociado de la sede de la NASA en Washington, señaló que siempre hubo la posibilidad de fracasar. “Sólo cinco de los 11 intentos previos de descender en el planeta rojo han funcionado. Al explorar el universo, aceptamos cierto riesgo a cambio del potencial de enormes recompensas científicas.”

La nave espacial, que costó 457 millones de dólares, está dotada de un conjunto de minilaboratorios científicos e instrumentos diseñados para detectar los bloques de construcción orgánicos de la vida: sustancias que contengan carbono e hidrógeno. Pero una de sus tareas más importantes es descubrir el ingrediente más vital: el agua. El propio Fénix formó parte de la estrategia de la NASA de “seguir el agua” en su búsqueda de evidencias químicas de vida microscópica en Marte, sea que haya existido en el pasado o esté presente hoy día.

“El objetivo principal de la misión es penetrar bajo la superficie de Marte hasta donde estamos casi seguros de que hay agua”, señaló el doctor Tom Pike, del Colegio Imperial de Londres, miembro del equipo británico de la misión. “El agua, desde luego, es de importancia crucial porque es uno de los bloques de construcción, uno de los elementos esenciales que se requieren para la vida.”

En el curso del próximo día o un poco más, la NASA se propone desplegar el brazo robótico de la nave, de casi 2.5 metros de largo, provisto de una cuchara para cavar bajo la superficie y llevar muestras congeladas a los instrumentos a bordo, los cuales pueden analizar químicamente el material, convertir la información y transmitirla a la Tierra.

Muy dentro de la región “permanentemente congelada”

La misión de tres meses es la primera que se realiza en un lugar ubicado tan al norte del planeta, muy dentro de la región “permanentemente congelada” donde se cree que existen depósitos de hielo inmediatamente debajo de la superficie.

La última vez que el hombre realizó un descenso suave en Marte fue en 1976, cuando dos sondas Vikingo descendieron en la región ecuatorial, donde no se cree que exista agua. Desde entonces, todos los descensos, entre ellos los muy exitosos Vagabundos de Exploración de Marte, Espíritu y Odisea, en 2004, han utilizado globos inflables para amortiguar el impacto final.

Los científicos manifestaron que no puede exagerarse la significación de un descenso exitoso con retrocohetes. Es la tecnología que tiene más probabilidades d e emplearse en alguna misión tripulada futura.

El Fénix, creación de científicos de la Universidad de Arizona, fue escogido entre una lista de 24 propuestas para ser la primera misión del “Programa de Chicos Exploradores” de la NASA. Fue lanzado desde un cohete Delta II el 4 de agosto de 2007 y, desplegado, mide 6 metros de largo por 2.1 de alto.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

 
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