Usted está aquí: lunes 26 de mayo de 2008 Opinión 61 Festival Internacional de Cine de Cannes. La tómbola de los premios y una adecuada película final

Leonardo García Tsao
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61 Festival Internacional de Cine de Cannes. La tómbola de los premios y una adecuada película final

Ampliar la imagen El jurado del festival estuvo integrado por Sean Penn, Alexandra Maria Lara, Natalie Portman, Sergio Castellitto y Alfonso Cuarón El jurado del festival estuvo integrado por Sean Penn, Alexandra Maria Lara, Natalie Portman, Sergio Castellitto y Alfonso Cuarón Foto: Ap

Ampliar la imagen El director Roman Polanski entregó el reconocimiento de segundo lugar al italiano Matteo Garrone por su cinta Gomorra El director Roman Polanski entregó el reconocimiento de segundo lugar al italiano Matteo Garrone por su cinta Gomorra Foto: Reuters

Cannes, 25 de mayo. Puede afirmarse que los pronósticos de ayer fueron acertados a medias. En efecto, el jurado presidido por Sean Penn hizo de las suyas, pero también se premió a la mayoría de títulos que mencioné, aunque en diferentes categorías.

Se decía que el cine francés ya ansiaba una Palma de Oro, pues no había obtenido una desde 1987 (cuando ganó Bajo el sol de Satanás, de Maurice Pialat). Sin embargo, la triunfadora no fue Un conte de Noël, de Arnaud Desplechin, como se pensaba, sino Entre les murs, de Laurent Cantet. Según anunció Penn fue una decisión unánime, lo cual sugiere que el jurado se quedó con el recuerdo más fuerte de la penúltima película en ser proyectada en concurso.

La de Desplechin tuvo que conformarse con un inventado “premio especial de la edición 61” a su actriz, Catherine Deneuve, compartido con Clint Eastwood, quien ni siquiera se molestó en mandar a alguien para recibirlo en su lugar. Deneuve tampoco se veía complacida con lo que podría calificarse de premio de consolación. Penn explicó que más bien se trataba de un reconocimiento a trayectorias importantes. Lo que se traduce como “no nos gustó su último trabajo pero los estimamos”.

Quizá los premios más justos fueron los otorgados a Gomorra, del italiano Mateo Garrone, merecedora del Grand Prix (o segundo lugar): Los tres monos, del turco Nuri Bilgué Zheylán, premio al mejor director, y la belga Le silence de Lorna, de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne, premio al mejor guión. Ciertamente las tres cintas se contaron entre lo poco sobresaliente de la competencia.

Lo demás entra al terreno de lo explicable sólo en términos del amiguismo. Benicio del Toro obtuvo el premio al mejor actor por su papel en Che, de Steven Soderbergh, cuando ni hizo el esfuerzo de intentar un acento argentino para su personaje, mucho menos hacerle justicia a su complejidad, y la brasileña Sandra Corveloni el de mejor actriz por su estereotipada madre sufrida de Linha de passe, de Walter Salles. Éste fue el único reconocimiento al cine latinoamericano, pues las meritorias cintas argentinas La leonera, de Pablo Trapero, y La mujer sin cabeza, de Lucrecia Martel, fueron ignoradas. Y esta vez el cortometraje mexicano –El deseo, de Marie Benito– no se llevó la Palma de Oro. Ese honor fue para Megatron, del rumano Marian Crisan.

El premio del jurado fue para Il divo, de Paolo Sorrentino, que junto al premio otorgado a Gomorra, significó la edición más provechosa para el cine italiano en mucho tiempo.

El título de la película de clausura fue muy adecuado, como predijo Penn, pues ante ese palmarés muchos se quedaron haciendo la pregunta What just happened? (¿Qué fue lo que pasó?). Pero la selección también fue pertinente por referirse al cine y al festival mismo. La más reciente realización de Barry Levinson es una sátira moderada a Hollywood, carente del vitriolo empleado antes por Billy Wilder o Robert Altman, pero con algunos gags atinados sobre la industria.

Lo curioso es que retrata la crisis personal y profesional de un productor (un gracioso Robert De Niro) dos semanas antes de estrenar su nueva película en Cannes, cuyo final –el asesinato de un perro– resulta inaceptable para los ejecutivos del estudio, y el actor protagónico es nada menos que Sean Penn, a quien se ve subiendo la alfombra roja del Palais, como hizo en la vida real unas horas antes. El juego de espejos no podría haber sido más completo.

 
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