DIRECTORA GENERAL: CARMEN LIRA SAADE
DIRECTOR FUNDADOR: CARLOS PAYAN VELVER
SUPLEMENTO MENSUAL  DIRECTOR: IVAN RESTREPO  
EDICIÓN: LAURA ANGULO   LUNES 26 DE MAYO 2008 
NUMERO ESPECIAL


Portada

Un patrimonio de la humanidad

Islas del noroeste de México
Horacio de la Cueva

Las islas sirven para caminar
Pedro P. Garcillán

Oportunidades para la investigación científica
José Alfredo Castillo Guerrero y Miguel Ángel Guevara Medina

Las islas y las aves marinas
María Félix Lizárraga

Un refugio natural de aves
Ulises Trinidad Angulo Gastélum y Erick González Medina

Animales exóticos y la restauración de las islas mexicanas
Luciana Luna Mendoza

El complejo insular Espíritu Santo, golfo de California
Antonio Ortiz Alcaraz

La feliz convivencia de aves y pescadores en isla Isabel
Mónica González Jaramillo

La Nebulosa o isla de Cedros
María Concepción García Aguilar


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La Nebulosa o isla de Cedros

María Concepción García Aguilar

La isla de Cedros es una de esas zonas de gran encanto que aún pueden encontrarse en el territorio mexicano. Se encuentra a 23 km del macizo continental, en la región central de la península de Baja California, y es la más grande del Pacífico mexicano, con una longitud de 37 km y ancho de 18 km. Su origen es volcánico y presenta una cadena montañosa abrupta, siendo los puntos más altos el Pico Gill (mil 063 msnm) y el Cerro de Cedros (mil 200 msnm).

Antes de la llegada de los españoles, estuvo habitada de manera permanente por grupos de indígenas cochimíes quienes la denominaban Humalhúa, que en el lenguaje nativo significa La Nebulosa.

En 1539, el capitán Francisco de Ulloa arribó a sus costas, cambiando el nombre de La Nebulosa por el de isla de Cedros, aun cuando en ella no existen este tipo de árboles. Hacia 1730 la isla quedó despoblada ya que los padres dominicos a cargo de la evangelización en Baja California decidieron trasladar a la población indígena al continente para facilitar sus tareas.

Durante los siguientes 150 años fue usada ocasionalmente como refugio de piratas y por cazadores de mamíferos marinos. La reocupación de la isla de Cedros sucedió a finales del siglo XIX, con el establecimiento de compañías mineras.

La actividad minera se desarrolló hasta la segunda década del siglo XX y, una vez concluida, los habitantes volcaron sus expectativas hacia la que hasta hoy sigue siendo la principal actividad económica: la pesca, principalmente de langosta roja y abulón.

El pueblo de Cedros se fundó en 1920 y en un principio los pescadores trabajaban para empresas de Abelardo L. Rodríguez (presidente de México en la década de 1930) y empresas japonesas, pero en pocos años crearon una exitosa cooperativa pesquera.

Con las oportunidades que los recursos pesqueros brindaban, la población humana se incrementó. Además, en la década de 1960 se construyó el muelle para cargar sal, por lo que trabajadores de la empresa salinera se establecieron formando el poblado El Morro. El número de personas que hoy la habitan se estima entre 5 mil y 10 mil habitantes.

Las características topográficas de la isla de Cedros, aunadas a la humedad proveniente del océano en forma de niebla, crean las condiciones ideales para que exista una alta diversidad de especies vegetales: hay más de 220 especies nativas de plantas y alrededor del 9 por ciento son endémicas.

Casi la totalidad de la isla está cubierta de matorral desértico, pero también se encuentra matorral marítimo de dunas, matorral costero de salvia y chaparral, y en las partes altas donde la niebla es casi constante, se localizan parches de bosques de pino y de juníperos.

En cuanto a los vertebrados, hay varias especies endémicas: tres de reptiles (la lagartija cornuda, la lagartija lagarto y una víbora de cascabel), y dos roedores (el ratón de abazones y la rata cambalachera). A nivel de subespecies endémicas están el conejo matorralero, un ratón de cactus y el venado bura.

También se encuentran colonias de lobo marino de California (una de las más grandes del Pacífico mexicano), de elefante marino del norte y de foca común, y en las aguas que la circundan hay varias especies de odontocetos, como el delfín nariz de botella y orcas. Igualmente es posible observar dos especies de ballenas durante su migración: la ballena gris y la azul.

Desafortunadamente, el incremento de la población humana ha generado muchas amenazas para la vida silvestre, tales como procesos de destrucción de hábitat, contaminación y la introducción de especies exóticas (perros, gatos, ratas y ratones domésticos, principalmente), que pueden poner en riesgo a las poblaciones naturales y la estabilidad del sistema ecológico insular.

La isla de Cedros y sus especies nativas y endémicas se encuentran aún en un buen estado, por lo que es nuestra responsabilidad trabajar para desactivar estas amenazas lo más rápidamente posible, logrando así su conservación y preservación.

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