Usted está aquí: domingo 25 de mayo de 2008 Opinión A la mitad del foro

A la mitad del foro

León García Soler

■ Cómputos, cosméticos, cuentas y cuentos

Los que diseñaron el llamado Consenso de Washington perdieron la brújula y giraron sobre los ejes de sus ábacos: George W. Bush desquició el orden fiscal y dejó que la deuda de su gobierno desbordara la más pantagruélica imaginación; gasta billones en la guerra de Irak y no tiene fin la guerra contra el terrorismo, ni límite el gasto que exige de los señores del Congreso. Los que tienen el poder de la bolsa, pero no quisieron decirle no.

En México quedan fieles, creyentes leales al Consenso de Washington. Si hay recesión en Estados Unidos, ellos proclaman que en nada afectará a nuestra farragosa economía, atrapada en la telaraña de la disciplina fiscal a toda costa, firme en la inmovilidad de cifras macroeconómicas de solidez estólida, certeza para dar vueltas a la noria sin temor a los cambios; sin crecimientos desconcertantes, ni en el flujo de inversión extranjera, ni en la creación de empleos, ni en la producción de alimentos. Los rentistas de la oligarquía autóctona, provincianos de la globalidad, no extrañan a Paco Gil.

Los precios de los alimentos aumentan desaforadamente y los granos escasean en el globo terráqueo; el hambre cotidiana de nuestros millones de pobres pronto será hambruna. La ONU advierte el riesgo inminente de crisis alimentaria; la FAO anticipa el galope de este jinete del Apocalipsis; nada pasa en México. Vamos a importar alimentos, dicen los encerrados en el gabinete; la escasez y los altos precios son una gran oportunidad para los productores agrícolas, dijo el secretario de Agricultura que vino de Jalisco, el primer gobernador y caporal del capelo cardenalicio. Nada quedó de las instituciones del Estado que se ocupaban del agro. Nada. Por ahí, dispersos, destinados a la clientela de lujo, el crédito y el avío en manos de la banca privada.

Lo del agua al agua: el México de la macroeconomía estática importó alimentos por un valor de 5 mil millones de dólares en el primer trimestre de este año, 31.4 por ciento más que en mismo periodo de 2007. Y apenas empiezan los años de vacas flacas. Los vecinos del norte decidieron transformar maíz amarillo en etanol, suplir con bioenergía la del petróleo, cambiar comida por combustible. Nuestros rentistas atienden al optimista llamado de Alberto Cárdenas y buscan entrelíneas las cifras del escamoteo que llevó al presidente Calderón a decir, el 2 de septiembre de 2007: “Hoy puedo informar a los mexicanos que de acuerdo con los registros de trabajadores afiliados al Seguro Social, desde el primero de enero pasado al día de ayer se han generado más de 618 mil nuevos empleos formales en nuestro México. Esto significa que tan sólo en ocho meses alcanzamos la cifra más optimista prevista para todo el año”.

No hubo, no parece haber habido ánimo fraudulento, engaño, ni siquiera la expresa voluntad de “maquillar” las cifras de los pobres que en estos días se atribuye al gobierno de Argentina. Pero los duendes del consenso desquiciaron lo que el director del IMSS llamó “nueva tecnología”. Resultó un “defecto en la programación” que daba por afiliado como nuevo trabajador y registraba como empleo formal generado los de aquellos trabajadores de los que simplemente se daba un cambio en sus registros: “contabilizar los movimientos de alta y baja con el tipo de trabajador del último movimiento afiliatorio y no a partir de alta o último reingreso del trabajador.” Las ilusorias cuentas de la nueva metodología cruzaron el umbral del INEGI. Y la fantasía condujo al titular del Ejecutivo a ofrecer cuentos por cuentas en su informe de gobierno.

No cuadran las cuentas del oro negro, de los veneros de petróleo que le escrituró el diablo a las autoridades hacendarias. Firme, imponente figura la de Agustín Carstens, quien puso una pica en Flandes al dar a conocer el patético caso de los excedentes petroleros que no pudo haber por culpa de la caída en la producción de crudo, por la fatal sequía de Cantarell. Exportamos menos, pero lo vendimos a los precios más altos de la historia. Por eso, a pesar de que la exportación cayera de 3.1 a 2.8 millones de barriles, 300 mil barriles de crudo diarios, el precio promedio ponderado de la mezcla mexicana de crudo fue de 85.70 dólares por barril y exportamos un millón 482 mil barriles diarios, con los que Pemex obtuvo ingresos en el cuatrimestre por un monto de 15 mil 404 millones de dólares; el ingreso más elevado de su historia.

Diez que te doy, 10 que te apunto, son 20 que me debes, según cuentan que llevaban las cuentas en las tiendas de raya de las haciendas antes de la Revolución, social y agraria por excelencia. Con la aprobación de su iniciativa de reforma energética, dijo Felipe Calderón en acto conmemorativo de Banobras, se podrá incrementar la inversión anual en infraestructura en un punto porcentual; que su gobierno invierte ya más de 5 por ciento del PIB, frente al 3 por ciento del sexenio anterior, agregó. Agustín Carstens asintió. Habrá reforma pero no la presentada por el Ejecutivo. Y Hacienda va a tener que hacer muy bien las cuentas para recaudar lo que dejará de pagar Pemex. Y los rentistas tiemblan ante la posibilidad de que el sistema tributario se reforme, sea progresivo y paguen más quienes más ganan.

Lo de Bush será mal recuerdo y Barack Obama borrará todo rastro del sistema establecido para favorecer a los ricos a costa de los pobres. Si en algo se parece al que aquí dura ya cuatro o cinco lustros, no es casualidad. Las cuentas alegres del cambio que nos insertaría en la modernidad, se congelaron en la nueva ortodoxia de los que cambiaron lámpara vieja por nueva; se aferraron al dogma del mercado y al Consenso de Washington, a la parálisis del crecimiento económico que hoy es vivo reflejo del fiasco, del fracaso de los aprendices de brujos: 2.6 por ciento anual crece nuestra triste economía. Y todavía presumen de lo bien que cuadran las cuentas de la macroeconomía. El coma que precede a la agonía.

Nos han dejado atrás las naciones de la América nuestra. Bush nos hereda una recesión que se prevé larga y amarga. Y la hambruna llega a nuestra pobre tierra donde 50 millones son pobres, despiertan con hambre, se duermen con hambre. Qué decir del recuento de muertos en la guerra contra el crimen organizado. Se mueve la mano invisible y suben los precios de la cocaína al menudeo en el mercado norteamericano. En Afganistán, los ejércitos de ocupación permiten, alientan, el cultivo de amapola: sin la goma de opio, sin el mercado de heroína, los campesinos se irían al monte con los talibanes.

Aquí nunca llegaron los flujos de capital para el agro. Reformaron el 27 y ha vuelto a campear Carlos Salinas de Gortari para decir que más del 70 por ciento de ejidatarios y comuneros optó por preservar la propiedad social. De dinero, nada. Porque nada vino. Y los que hacen cuentas y cuentan cuentos se solazan con el recuento de la tierra, de las propiedades rurales que están bajo administración, bajo control de los capos del narco.

“¿Querían tierra? ¡Ténganla!”, cuentan que dijo el general Praxedis Giner Durán ante la tumba colectiva de los que el 23 de septiembre de 1965 asaltaron el Cuartel Madera. Y, con una patada, el gobernador de Chihuahua tiró unos terrones sobre los cadáveres.

Este era un gato con los pies de trapo y los ojos al revés. ¿Quieres que te lo cuente otra vez?

 
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