Usted está aquí: viernes 23 de mayo de 2008 Opinión Ruta Sonora

Ruta Sonora

Patricia Peñaloza
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■ Vive Latino: renovarse o morir

Se ve que para la elección del elenco del Festival Iberoamericano de Cultura Musical Vive Latino 2008, sus programadores se vieron en un gran predicamento.

Y es que a diferencia de hace 20 años, en que el rock en español era valorado sólo si venía del extranjero, en la pasada década las orejas jóvenes mexicanas han tendido a cerrarse ante el rock del mismo idioma que venga de fuera, para concentrarse en la escena hecha en casa, arrastradas por un hambre durante décadas insatisfecha, de “ahora sí” sentir que contamos con una oferta satisfactoria, en aras de apuntalar un ascendente sentido de pertenencia y comunidad.

Este crecimiento ha sido labor de tan entusiasta audiencia, y de una incipiente industria (músicos, técnicos, productores musicales, productoras independientes, empresarios con visión, dueños de foros, gente a cargo de los medios, etcétera) sedienta de autoalimentarse, crecer y fortalecerse. Otros factores que han propiciado la competencia y el deseo de generar rock propio, son la presencia cada vez más frecuente de festivales internacionales y la información musical por Internet.

Para la creación nacional, esto ha sido muy bueno, pero tal panorama ha desalentado la escucha y llegada de rock en español de fuera, tal como en economía se defiende el “mercado interno” al alentar el “consumo” de los “productos” patrios en lugar de los foráneos. Y tales preferencias han sido notorias en las dos últimas ediciones del Vive Latino, quizá las mejores de su historia por la calidad elegida, y por su gran respuesta, justo integradas en su mayoría por bandas mexicanas.

Así, no es raro que en este momento de lucha por consolidar espacios para los grupos locales, a una década de fundado el Vive, sus organizadores, al buscar mantener su espíritu original, esto es, que sea internacional, se las hayan visto negras al no visualizar ofertas notorias de sonido contemporáneo, de modo que, quizá por temor a espantar al público con grupos desconocidos, optaron por bandas famosas y de respetable trayectoria, pero “quedadas” y con propuestas caducas, sobre todo las de ska-reggae que suenan casi todas igual (Los Auténticos Decadentes, la Bersuit, Todos Tus Muertos, Los Piojos, Kapanga, Los Cafres, Los Caligaris); restos de bandas como los ex Illya Kuryaki, Dante y Emmanuel Horvilleur, por separado, o Sr Flavio (ex Fabulosos Cadillacs); rock anquilosado como Árbol, Caramelos de Cianuro, Ratones Paranoicos, Tren Loco, Ángeles del Infierno o Jarabe de Palo. Quizá los responsables no han notado que los jóvenes actuales son ya capaces de escuchar atentos a bandas desconocidas, pero de calidad, por encima de nombres conocidos pero con propuestas que ya no retan ni desquician al chamaco ávido de oír algo que le mueva o sorprenda.

Aun así, al buscar ser una alternativa a los festivales que han proliferado y ofrecen siempre al mismo elenco mexicano “de onda”, los programadores tuvieron tino al incluir artistas mexicanos de gran talento que figuran poco en medios, como Descartes a Kant, Troker, Yokozuna, Payro, Kill Aniston, Ceci Bastida, Gerardo Enciso, Ágora y El Haragán. Aunque también fallaron al incluir grupos de poco arrastre, creados desde “arriba”, de poca altura musical, como Jackie O, Los Daniels, The Volture, Lawson, o cosas terribles como Thermo, Tolidos, Disidente, y esa abominación llamada Panda.

Por fortuna, el Vive Latino es ya una fiesta en la que el público es el principal protagonista, mismo que hace de éste el festival rey del año, y lo entrona como uno de los más importantes de Latinoamérica. Así también, para fortuna del buen gusto, habrá delicias como Los Lobos, Black Rebel Motorcycle Club, The Wailers, Los Tres, Babasónicos; excitaciones con Maldita Vecindad, Botellita de Jerez, y el sorpresivo regreso de Santa Sabina; alegría con Straitjackets, Insite, Panteón Rococó, Plastilina Mosh, Los Fancy Free, El Otro Yo, Sonidero Nacional, Los Odio, Quiero Club, Six Million Dollar Weirdo, Niña, La Habitación Roja, Javiera Mena, Los Mentas, Liquits, Le Baron, Ventilader. Electro-brincos con Nortec, Sussie 4, Pánico Ramírez, Urlaub in Polen…

En balance, el Vive Latino 2008 presenta uno de los elencos más desiguales y controvertidos de su historia: sonidos locales actuales y creadores de vínculos, versus sonidos tullidos de otros lados, no porque fuera no haya grupos buenos, sino porque no los supieron buscar. Ya habrá oportunidad para enmendar baches. Por ahora, ¡larga vida al Vive!

Mayo 24 y 25, Foro Sol, 12 a 23 horas; $350 por un día, $540 dos días; horarios en www.vivelatino.com.mx

 
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