Usted está aquí: martes 20 de mayo de 2008 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega
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■ Cinco lustros sin una refinería nueva, pese a onerosa importación de gasolinas

Más de cinco lustros han transcurrido sin que ninguno de los distintos gobiernos (priístas y panistas) involucrados en el periodo decidiera invertir un solo peso en la construcción de refinerías, no obstante la creciente cuan onerosa importación de, por ejemplo, gasolina.

Ni un solo peso en una nueva instalación de tal naturaleza. Sin embargo, los dos panistas con inquilinaje en Los Pinos anunciaron con bombo y platillo la construcción de una moderna y funcional refinería… pero “en algún lugar de Centro América” (que operarían las trasnacionales instaladas en esa región), en el marco del Plan Puebla-Panamá, anuncio que si bien en los hechos no ha pasado del discurso, sí refleja las prioridades de los blanquiazules y/o la falta de conocimiento de la realidad nacional en esta materia. Aún así, la idea les gustó y ahora pretenden que sea el capital privado quien se haga cargo de las refinerías en el país.

Para dar una idea de cómo se maneja la industria petrolera en otras naciones latinoamericanas, la Cepal nos regala un rápido paseo por cuatro de ellas: Brasil, Chile, México y Venezuela, los dos últimos con las mayores reservas y capacidad de producción en la zona, que los convierte en exportadores netos. En el caso brasileño, sus reservas son inferiores a las mexicanas y venezolanas, lo que si bien le permite ser autosuficiente en este renglón le impide, cuando menos hasta ahora, ser exportador neto de petróleo. Chile importa más de 90 por ciento del petróleo que consume, aunque la exploración y producción de hidrocarburos es realizada por la Empresa Nacional de Petróleo (Enap), así como 100 por ciento de las actividades de refinación.

En el caso chileno, a lo largo de los años no ha habido modificaciones legales en materia petrolera. Si bien la legislación prevé la participación privada en todas las fases de la industria, la participación estatal de la Enap lleva a cabo 98 por ciento de la exploración y 100 por ciento de la producción. Esto se debe a la escasa filiación petrolífera del país, lo que no genera atractivo a los inversionistas privados. Por lo que toca a la refinación, las autoridades han optado por mantener la propiedad estatal de las dos refinerías más grandes. Si bien hay libertad de entrada para las empresas privadas, no existen refinerías privadas. Por el contrario, en la comercialización minorista de combustibles no hay presencia estatal; toda la actividad es desarrollada por el sector privado.

En Brasil se mantienen vigentes las leyes y reglamentos de la apertura petrolera de 1997-1998, mediante las cuales todas las actividades están abiertas a la inversión privada. Sin embargo, a casi 10 años de la apertura, la presencia de capital privado es escasa y poco significativa en exploración y producción, así como en refinación y transporte por ductos. Por tanto, la presencia de Petrobras en estos sectores es mayoritaria. En el sector de comercialización de combustibles tampoco ha habido cambios, existiendo una importante inversión privada, así como también de la estatal Petrobras.

En México oficialmente no se ha modificado la ley, lo que confirma el mantenimiento del monopolio de Pemex –constitucionalmente avalado– en el sector exploración y producción de petróleo, así como en refinación. En lo referente al régimen fiscal, la paraestatal sigue entregando 61 por ciento de sus ingresos totales.

Los venezolanos sí hicieron modificaciones sustantivas del régimen legal del sector hidrocarburos desde 2001. La tendencia de estos importantes cambios legales ha sido aumentar la participación del Estado en la propiedad de los activos hidrocarburíferos para llegar por lo menos a 51 por ciento de la propiedad accionaria, lo que marca una tendencia de ruptura con el curso seguido por los gobiernos neoliberales en la década de los 90. En 2006 se modificó la ley del impuesto sobre la renta, aumentando la carga impositiva de las asociaciones estratégicas en la Faja del Orinoco. Estos dispositivos legales, de manera explícita, establecen la subordinación y dependencia de Petróleos de Venezuela ante el Ministerio de Energía y Petróleos. Los nuevos dispositivos legales establecen el gasto social que debe realizar la paraestatal, poniendo este gasto en el mismo nivel de importancia que las actividades propias de su gestión operativa en el sector.

En Brasil, Chile y México las empresas estatales de los hidrocarburos adoptaron el esquema de holding para la organización de sus actividades productivas. Todas las unidades de negocios se gestionan de manera independiente, reportando sus actividades a la unidad central, la misma que consolida los resultados de la gestión. En Venezuela el estilo de gestión se modificó, pasando de tres empresas integradas verticalmente por zonas productoras a dos, que si bien mantienen la integración vertical explotan separadamente el petróleo y el gas.

La refinación existe como unidad de negocios independiente en Pemex, lo que no sucede, por ejemplo, en Petrobras y Enap, en las que la unidad de negocios de refinación está acompañada de otras actividades como logística, transporte y comercialización. En PDVSA, hasta 1997 existía un holding conformado por las empresas Lagoven, Maraven y Corpoven, integradas verticalmente. En 1998 se unificaron (PDVSA Petróleo y Gas), pero en 2001 se escindió en dos (una para el petróleo, otra para el gas).

Los cuatro países mencionados poseen dotaciones diferentes de reservas petroleras. Tres de ellos, Venezuela, México y Brasil, ocupan los primeros lugares de la región. En el caso venezolano el gobierno ejecuta un proyecto que busca certificar las reservas de crudo pesado ubicadas en la Faja del Orinoco, previendo invertir para ello más de 15 mil millones de dólares, con lo que sumaría 270 mil millones de barriles adicionales, convirtiéndose en el país con mayores reservas en el mundo.

Las rebanadas del pastel

Dice el inquilino de Los Pinos: “no nos quedaremos cruzados de brazos” por la crisis alimentaria que ya tumba puertas. Ajá, pero si los resultados son iguales a los de la “guerra contra el crimen organizado”, entonces ¡qué hambre pasarán los mexicanos!

 
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