13 de mayo de 2008     Número 8

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada


CONSERVACIÓN Y DESARROLLO

Corredores Biológicos y Desarrollo Rural

  • ANP, un acierto pero insuficientes para especies como el jaguar
  • Conservación y producción son compatibles; lograrlo, reto campesino

Rafael Obregón Viloria

Para sobrevivir, reproducirse y m antenerse saludables, los seres vivos requieren alimentos y condiciones naturales que lo permitan. Las necesidades de plantas y animales varían de acuerdo con cada especie: pueden observarse poblaciones distribuidas ampliamente mientras otras sólo están en sitios específicos; asimismo, existen especies con gran capacidad de adaptación y otras que sólo sobreviven en condiciones muy particulares; también hay especies con poblaciones numerosas en cualquier lugar donde se encuentren y otras cuyas poblaciones son pequeñas.

Cuando el hombre interviene en los ecosistemas naturales con la agricultura, ganadería, silvicultura, caza y urbanización, destruye o fragmenta el hábitat natural de millones de seres vivos. Y si sumamos la sobreexplotación comercial, podemos explicar la critica situación de animales como cocodrilos, manatíes, patos, gansos, lobos, osos, tapires, jaguares, pumas, monos araña, monos aulladores (saraguatos), así como diversas aves y plantas, como el palo fierro, el pino piñonero, orquídeas, cactáceas, pequeñas palmas y muchísimas otras. Todas otrora abundantes en México y hoy en peligro de extinguirse.

En nuestro país se ha desarrollado el Sistema de Áreas Naturales Protegidas para garantizar la conservación de territorios de importancia biológica. Por medio de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), hoy el gobierno federal administra 164 áreas naturales, con más de 23 millones 96 mil 877 hectáreas . Están también las áreas naturales protegidas estatales y municipales, las unidades de manejo de la vida silvestre, los programas de manejo forestal comunitario que desarrollan ejidos y comunidades, y reglamentos locales para proteger tierras aún conservadas.

Ausencia de conectividad. Estas formas de conservación se distribuyen a lo largo y ancho del país, y generan una suerte de islas protegidas en territorios que antes pudieron pertenecer al mismo ecosistema, pero que, ante la fragmentación en la cubierta vegetal y el deterioro de agua y suelo, actualmente no presentan ninguna o tienen escasa conectividad.

Es cierto que para varias especies resultan importantes las áreas protegidas en donde “pedazos” de su hábitat original se encuentran conservados, pero en muchos casos la superficie protegida resulta insuficiente para garantizar su desarrollo. Un ejemplo clásico es el jaguar; cada felino necesita entre 25 y 30 kilómetros cuadrados para obtener su alimento, de manera que una población viable de jaguares requiere una superficie mucho mayor.

Asociados a la disponibilidad de alimentos, hay factores que justifican la necesidad de conectar hábitat o fragmentos de ecosistemas hoy aislados. Destacan: primero, el hecho de que mientras más grandes sean las poblaciones, de cualquier especie, es mayor la posibilidad de que haya machos y hembras suficientes para garantizar su reproducción; segundo, cuando una población queda confinada, hay más cruzamientos entre “parientes”, lo que aumenta la probabilidad de la “deriva” genética, esto es, los riesgos de defectos genéticos, y tercero, las poblaciones establecidas en islas son más vulnerables a los eventos naturales extraordinarios, como enfermedades, sequías, inundaciones y huracanes, y a los desastres provocados por el hombre, como la mayoría de los incendios.

Así, suena bastante lógico que en México se consolide como política nacional el fomento de corredores biológicos que aseguren la conectividad entre los fragmentos de ecosistemas actualmente conservados. Desde 2001 la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) opera el proyecto Corredor Biológico Mesoamericano-México (CBM-M) en Chiapas, Quintana Roo, Campeche y Yucatán, el cual forma parte de un esfuerzo regional por incorporar este tema en las agendas públicas de México y los países centroamericanos. El interés de este proyecto es unir los ecosistemas de Norteamérica con los de Sudamérica vía el Istmo Centroamericano, con la conexión de ecosistemas naturales y poco alterados, así como áreas con uso sustentable de los recursos naturales.

Modificar sustentablemente la producción. La principal dificultad de consolidación del CBM-M consiste en que su universo de atención son zonas habitadas y fragmentadas por producción primaria, caracterizadas por: a) actividades agropecuarias comerciales y extensivas que contaminan suelo y agua por agroquímicos, degradan y erosionan los suelos, ocasionan incendios al utilizar el fuego como principal herramienta y provocan el cambio de uso del suelo en terrenos forestales; b) escasos aprovechamientos forestales regularizados por lo que prevalece la tala y caza furtiva; c) la presencia de miles de comunidades rurales dispersas, campesinas e indígenas en su mayoría, empobrecidas y carentes de servicios básicos, y d) la carencia de opciones productivas que aprovechen sustentablemente la biodiversidad como capital natural no renovable pero fundamental para el desarrollo con calidad de vida.

Por esto, conectar fragmentos con recursos biológicos aún conservados depende de la transformación sustentable de las actuales actividades. Se requiere que municipios, ejidos y comunidades propicien el aprovechamiento de recursos naturales y rompan con la premisa de que la conservación de la biodiversidad es un obstáculo para el desarrollo económico y social.

Es necesario construir para ello políticas públicas coherentes, y corregir los efectos negativos de programas agropecuarios y forestales contradictorios entre ellos y con la conservación biológica, mismos que históricamente han contribuido a la pérdida de selvas y bosques en el país.

Un convenio plausible

  • Concertación Sagarpa-Semarnat: materia pendiente

Sergio Madrid

El pasado abril las secretarías de Medio Ambiente (Semarnat) y de Agricultura (Sagarpa) firmaron en Palenque, Chiapas, un convenio para promove r la sustentabilidad ambiental en el sur-sureste del país. Pareciera ser un hecho inédito en la historia de las instituciones gubernamentales que actúan en el sector rural. Llama la atención debido a que, por lo general, cada secretaría desarrolla sus políticas y programas de manera independiente dentro de una misma región rural, generando así enormes impactos negativos en términos ambientales y sociales. Así que es frecuente encontrar en el campo la puesta en marcha de proyectos ganaderos en las mismas áreas donde un año antes se invirtieron recursos para el fomento de la actividad forestal. O bien se impulsa la plantación de palma africana, por su fuerte potencial en bioenergéticos, en superficies donde previamente las instituciones habían definido que se trataba de una región prioritaria para la conservación. Estas contradicciones ha sido ampliamente documentadas y se ha demostrado que uno de los principales promotores de la pérdida de la biodiversidad y la deforestación en México ha sido la política gubernamental de fomento agropecuario y la debilidad las instituciones encargadas de la regulación ambiental.

El convenio, denominado Sustentabilidad Ambiental para el Corredor Biológico Mesoamericano México, “establece las bases para realizar acciones conjuntas a favor de la inducción del manejo sustentable de los recursos naturales en las zonas de baja producción agropecuaria en las áreas con valor de conectores biológicos en ecosistemas naturales y poco alterados en los municipios de los estados de Chiapas, Campeche, Quintana Roo y Yucatán”.

Si ambas secretarías tomaran en serio los compromisos y acuerdos que se establecen en el convenio firmado, ciertamente se estaría dando un paso muy importante para enfrentar los proceso de cambio de uso de suelo que por décadas han impulsado las políticas gubernamentales. Además, y de gran relevancia, es la intención de desarrollar una estrategia para limitar el cambio de uso de suelo, acompañada de un conjunto de estímulos a los dueños de terrenos forestales enfocados al manejo y uso sustentable del bosque.

En el Convenio de Sustentabilidad Ambiental para el Corredor Biológico Mesoamericano-México (CBM-M), la Semarnat y la Sagarpa se comprometen a desarrollar acciones tendientes a:

Limitar el crecimiento de la frontera agropecuaria, con una declaración de ambas secretarías al respecto, y con la promoción de la participación de otras dependencias del Ejecutivo federal y estatal, así como del sector social y privado;

Incluir en sus programas reglas que eviten el cambio de uso de suelo, y estimular estas políticas por medio de filtros positivos o negativos dentro de sus reglas de operación;

Acordar criterios ambientales que incluyan buenas prácticas productivas para la conservación y uso sustentable de la biodiversidad en las reglas de operación de sus programas, así como promover conjuntamente lo correspondiente a las reglas de operación de otros componentes del Programa Especial Concurrente, en el marco del Consejo Mexicano para el Desarrollo Rural Sustentable, la Comisión Intersecretarial para el Desarrollo Rural Sustentable y los órganos estatales, distritales y municipales correspondientes en los estados que integran el CBMx;

Participar en los consejos estatales, distritales y municipales para el Desarrollo Rural Sustentable, en los términos establecidos por la Ley de Desarrollo Rural Sustentable y la normatividad aplicable;

Promover conjuntamente, las Unidades de Manejo de Vida Silvestre en vinculación con la Unión de Ganaderos Diversificados en los lugares establecidos de común acuerdo;

Compartir capacidades operativas e intercambiar información relacionada con el objeto del convenio.

Establecer componentes de apoyo a la innovación y adaptación tecnológica, así como de sanidad, inocuidad y pureza genética, a fin de proteger especies de enfermedades o de invasiones/introducciones antropogénicas de especies exóticas, y

Apoyar la comercialización de productos orgánicos a través de mecanismos de certificación y de promoción que acuerden, tanto en México como en el extranjero.

Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sustentable (CCMSS)