13 de mayo de 2008     Número 8

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada


LA VIDA
EN RIESGO

NANOTECNOLOGÍA: UN PEQUEÑO PELIGRO

NanoAlimentos: El futuro de su Comida

Gian Carlo Delgado


FOTO: Ben McLeod / MONTAJE: Hernán García Crespo

La nanotecnología manipula la materia a escala nanométrica, es decir a la mil millonésima de metro. Alude al diseño, caracterización y producción de nanoestructuras, esto es dispositivos y sistemas a partir de “controlar” la forma, el tamaño y las propiedades de la materia a dicha escala. Las aplicaciones son amplias y abarcan lo civil y lo militar. Por ejemplo, los materiales nanoestructurados ya son utilizados, desde la fabricación de neumáticos de alto rendimiento o de telas con propiedades antimanchas, hasta la de cosméticos, fármacos y nuevos materiales para usos en electrónica, aeronáutica o armas de última generación (más potentes, ligeras, etcétera).

El avance de la nanotecnología ha generado una doble atención. Por un lado, se observan amplios beneficios que posibilitarían la potencial reestructuración, en principio, de todo el entorno material que nos rodea. Y, por el otro, se identifican posibles implicaciones que esa transformación generaría en el medio ambiente y, de ahí, en la salud, puesto que estarían presentes novedosas nanoestructuras diseñadas por el ser humano y cuyas características, en su gran mayoría, son todavía desconocidas. A pesar de ello, el entusiasmo es creciente. La expansión del negocio, calculado en ventas por unos 50 mil millones de dólares (mmdd) en 2006, alcanzará al cierre de 2008 un monto de entre 100 y 150 mmdd. Para 2010 se habla conservadoramente de 500 mmdd y para 2015 del billón de dólares. No es casual que el gasto mundial en investigación se ha elevado: pasó de unos 430 millones de dólares en 1997, a 3 mmdd en 2003; a 8.6 mmdd en 2004; y a 12.4 mmdd en 2006.

La nano-agroindustria. Con pocas aplicaciones en el mercado, las ganancias “nano” del sector se estiman en 2.6 mmdd para 2003 y siete mmdd para 2006. Las proyecciones sugieren hasta 20 mmdd al cierre de esta década. Tal boom se debe a que la nanotecnología promete revolucionar la agroindustria como un todo. Es decir, en tanto la producción agrícola, el procesamiento de alimentos y su empaquetamiento.

1. En la producción agrícola se habla de “cultivos de precisión”, sobre todo de bienes relativamente caros y que por tanto permiten fuertes inversiones. Dígase, por ejemplo, la uva para vino o el tomate cherry de cultivo hidropónico. El paquete nanotecnológico incluye, además del eventual “perfeccionamiento” de la manipulación a nivel atómico-molecular del ADN, el uso conjunto de computadoras, sistemas de posicionamiento global, micro/nano dispositivos sensoriales remotos, así como nuevos agroquímicos “nanomejorados”; todo con el objeto de: a) monitorear en tiempo real las condiciones ambientales y del suelo, así como del desarrollo de las plantaciones (incluyendo el estrés); b) controlar los insumos empleados; y c) identificar eventuales patógenos, plagas u otros inconvenientes como los relacionados a las condiciones óptimas de almacenamiento de granos u otros productos agrícolas (humedad, temperatura, etcétera).

Y es que se considera posible un “tratamiento inteligente” que, similar al de la nanomedicina, pueda monitorear y diagnosticar la salud de los cultivos y, consecuentemente, a partir de desarrollar “nanoestructuras inteligentes”, entregar dosis adecuadas de herbicidas, pesticidas, nutrientes, etcétera. De modo similar funcionaría la nanoveterinaria tanto en lo que refiere al monitoreo, diagnosis, tratamiento e intervención terapéutica de animales. Monsanto (Estados Unidos), Syngenta (Suiza), Bayer y BASF (Alemania) se perfilan a la cabeza del negocio.

2. En los alimentos procesados las nanoaplicaciones son diversas, aunque el grueso gira en torno al uso de diversas nanoestructuras como plataformas ideales para el nanodiseño, introducción y funcionalidad de conservadores, saborizantes, nutriceúticals (vitaminas, etcétera) y otros aditivos para la elaboración de alimentos “a la medida” del consumidor. El sostén tecnológico es el diseño de nanoestructuras que puedan ser “activadas” al contacto con la saliva o los jugos gástricos, entre otros medios. En el primer caso se habla de intensificadores de sabor, mientras que en el segundo, de bloqueadores del mismo. El pan de caja de la autraliana Tip Top ya hace uso de nanopartículas rellenas de aceite de pescado como fuente de Omega 3, mismas que se rompen una vez ingeridas de modo que el consumidor no detecte el “mal sabor”.

Las expectativas han llevado al grueso de los gigantes de la industria a desarrollar todo tipo de nanoestructuras multi-funcionales, muchas de las cuales tendrán a su estómago como destino. Tal es el caso de Nestlé (dueña también del 49 por ciento de L'Oreal; en la vanguardia de nanocosméticos), Kraft (EUA; que encabeza la iniciativa privada involucrada en el diseño del plan de acción de ese país en nanoalimentos), Heinz (EUA), Unilever (Reino Unido/Holanda), entre otras.

Depurar anaqueles

En apego al Principio Precautorio, todos los productos relacionados con alimentos, bebidas (incluidos los suplementos nutricionales) y forrajes que incorporen nano partículas manufacturadas deben ser retiradas de los anaqueles hasta el momento que entren el vigor los regímenes regulatorios que sí tomen en cuenta las características especiales de estos materiales, y hasta que se demuestre que los productos son seguros. ETC.

3. Las nanoaplicaciones en empaquetamiento son revolucionadoras. De las investigaciones más sonadas está la “lengua electrónica” de Kraft, una plataforma de nanosensores extremadamente sensibles a gases que desprenden los alimentos cuando se echan a perder y que hacen que un indicador cambie de color. Se suman materiales como la película de embalaje Durethan (de Bayer Polymers) que es más fuerte y resistente al calor que el resto de las que se encuentran en el mercado. Además, protege los alimentos envasados de la humedad y del oxígeno por la vía de nanopartículas de silicate introducidas a la película nanoestructurada. El uso de nanopartículas bloqueadoras de rayos UV (de dióxido de titanio), antimicrobianas y antibacterianas (de plata) también prometen alargar el tiempo de vida de productos perecederos.

Se suma el “empaquetamiento inteligente” y que incluye técnicas de “nano-impresión” (nanocódigos de barra) y de nanocodificación de materiales plásticos y de papel para propósitos de autentificación por radio frecuencia. Se trata de rasgos útiles tanto para la protección de marcas y patentes, como para el rápido y fácil manejo de millones de paquetes por parte de cadenas como Walmart o Carrefour.

Incertidumbres de la nanotecnología. Tomando nota de la complejidad e incertidumbre que rodea las nanoestructuras en cuanto a sus potenciales impactos al medio ambiente y la salud (contaminación, alergias, intoxicación, alteración del ADN, etcétera), es de esperarse que el uso masivo de éstas en la agroindustria, conlleve a que el orden de probabilidad de riesgo sea aún mucho mayor. Y si bien la discusión está sobre la mesa en el marco de entes como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la Unión Europea o la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos, entre otros, se aprecia cuando menos pertinente y urgente el estudio sobre la reactividad de las nanopartículas y sus interacciones, no sólo inmediatas y reducidas a espacios determinados, sino también en el largo plazo y en una situación de saturación ambiental global con diversas nanopartículas pululando y potencialmente reactivas. Lo mismo es válido en relación a la salud, pues la investigación no sólo debe enmarcarse al análisis nanotoxicológico (exposición inmediata) sino a las potenciales implicaciones de largo plazo ocasionadas por una convivencia permanente con esas nanoestructuras. Dígase por la vía de los alimentos. En el proceso, es claro que el diálogo y la participación activa del público es fundamental.

Autor de “Guerra por lo Invisible: negocio, implicaciones y riesgos de la nanotecnología” (Ceiich, UNAM. México, 2008)

www.giandelgado.blogspot.com

Desregulación y toxicidad

Silvia Ribeiro

La nanotecnología avanza a un ritmo vertiginoso. Ya se encuentra en el mercado en más de 700 productos. Pero cada vez más estudios científicos muestran que su proceso de producción y su consumo implican nuevos riesgos ambientales y a la salud.

No existe regulación sobre productos nanotecnológicos, porque las sustancias que usan ya estaban reguladas. Las empresas no tuvieron que hacer nuevas pruebas de inocuidad. Pero justamente su tamaño diferente –lo que hace que estos productos sean atractivos para la industria (por los cambios que propician en textura, color, resistencia, propiedades microbicidas, biodisponibilidad, facilidad de absorción por el cuerpo humano, animales o plantas)– es lo que hace también que tengan propiedades nocivas.

Por ello, la principal academia científica del Reino Unido (The Royal Society) alertó en 2004 que las nanopartículas deben ser consideradas como químicos nuevos y que no debería permitirse su liberación hasta ser evaluadas.

En Europa y Estados Unidos hay procesos para hacer regulaciones pero, mientras, las empresas aprovechan el vacío legal para inundar los mercados con sus productos nanotecnológicos. Un ejemplo dramático es la industria cosmética: la mayoría de bloqueadores solares, muchos champús y cremas anti-arrugas, contienen nanopartículas.

Paradójicamente, hay estudios que muestran que las nanopartículas producen radicales libres y dañan el ADN de las células, propician un posterior surgimiento de más arrugas y, potencialmente, podrían inducir tumores. Casi todos los productos de “liberación controlada”, por ejemplo liberación lenta con efecto que dura días o meses, como ciertos parches farmacéuticos, contienen nanopartículas.

En la agricultura y la alimentación, existen productos nanotecnológicos en plaguicidas y otros agrotóxicos, en aditivos (colorantes, conservadores, texturizantes), instrumentos de uso culinario (hornos, tablas de picar, ollas, sartenes, guantes) y embalajes.

Un estudio del Instituto de Tecnología de New Jersey (2005) mostró que las nanopartículas de óxido de aluminio impiden el crecimiento de la raíces en maíz, soya, calabacita y otros cultivos. Otras investigaciones concluyen que las nanopartículas pueden trasladarse en suelo y agua, matando vida microbiana necesaria.

Un informe reciente de Amigos de la Tierra Australia sobre nanotecnología en alimentación y agricultura compiló cientos de referencias científicas sobre problemas con sustancias nano que se usan como aditivos alimentarios y en embalajes. El dióxido de titanio nanoformulado produjo radicales libres y daño al ADN en experimentos con animales de laboratorio; en dosis mayores causó daños al hígado y riñones. El zinc y el dióxido de zinc causó daños en hígado, bazo y corazón en ratones, así como en células humanas in vitro , aun en pequeñas dosis. Las nanopartículas de dióxido de silicio mostró malformaciones de proteínas (in vitro), similares a las que causan desórdenes neurodegenerativos.

Las nanopartículas de plata (en lavarropas y secadores de pelo, instrumentos de cocina, aditivos y suplementos alimentarios) son objeto de una denuncia popular presentada en mayo 2008 a la EPA (Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos) por sus graves impactos ecológicos. Muestran además alto grado de toxicidad en células cerebrales y hepáticas de ratones.

Al igual que con los transgénicos, las empresas prometen muchas cosas para vender sus productos, pero los impactos negativos y a mediano plazo se los dejan a los consumidores y productores.

Investigadora del Grupo ETC

Experimentación de Maíz Transgénico a Fines de 2008: Sagarpa

  • Indispensable, para enfrentar crisis alimentaria, dice

Lourdes Edith Rudiño

La Secretaría de Agricultura (Sagarpa) prevé que campos del sur de Tamaulipas y del norte de Sinaloa serán espacio para experimentar maíz transgénico en el ciclo otoño/invierno 2008-09, y que en los ensayos entren semillas de Monsanto, Dupont, Syngenta –las compañías que desde hace cuatro años han buscado esta experimentación– y tal vez de centros de investigación instalados en México, los cuales están trabajando en el desarrollo de maíces modificados genéticamente con resistencia a sequía y a aluminio.

En entrevista, Víctor Manuel Villalobos, coordinador de Asuntos Internacionales de la Sagarpa , consideró que los resultados de los experimentos estarán listos a mediados del año próximo y los siguientes pasos serán la siembras piloto, semi-comercial y comercial y “se harán con base en información científica, documental, donde no haya parientes silvestres del maíz, donde no se siembren razas criollas”.

Anticipó que las decisiones para tales pasos no serán fáciles, pues se augura una discusión sobre los centros de origen. Desde la perspectiva de Villalobos, “será más manejable (tomar las decisiones con base en) centros de domesticación o de diversidad genética, pues es muy difícil ubicar físicamente en alguna parte del territorio cuál es el centro de origen; esto tiene que ver con antecedentes históricos, etnobotánicos, antropológicos muy difíciles de ubicar (...) Nos tomaría años tratar de definir los centros de origen”.

Admite juzgado petición de amparo contra el Reglamento de la LBOGM

Un juzgado del Distrito Federal dio entrada a la solicitud de amparo que presentó la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo ( Anec ) en contra del Reglamento de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados (LBOGM) y del acuerdo para conformar el Régimen Especial de Protección del Maíz (REPM).

El 28 de abril el juzgado segundo de distrito en materia administrativa del DF admitió la petición de amparo y programó para el 26 de junio una audiencia constitucional para recibir las pruebas de la parte quejosa, esto es de Víctor Suárez, director de la Anec .

El recurso promovido reclama la inconstitucionalidad del Reglamento y del proceso seguido para el REPM y arguye que México es centro de origen del maíz –con 60 variedades nativas y casi dos mil adaptadas— y, dice, la contaminación transgénica implica graves riesgos para el ambiente, la biodiversidad e incluso para la salud humana. La Anec demanda que se apliquen las medidas de bioseguridad y el principio de precautoriedad que están considerados en ordenamientos legales vigentes, como son la propia LBOGM y el Protocolo de Cartagena sobre seguridad de la biotecnología.

El funcionario señaló que, luego de la publicación en marzo del reglamento de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados (LBOGM), lo que sigue como requisito para los experimentos es el Régimen Especial para la Protección del Maíz (REPM) y se tendrá listo para mediados de 2008.

Medidas protectoras . La propuesta gubernamental del texto del Régimen está siendo objeto de comentarios y recomendaciones de la opinión pública; este proceso concluirá el 24 de mayo y después de 60 días el REPM deberá publicarse. “Vamos con los tiempos; espero que haya aportes y recomendaciones para hacerlo más eficiente. No estamos en la actitud de buscar atajos o rutas cortas para no implementar las medidas de bioseguridad que se necesitan (para proteger al maíz nativo)”.

Villalobos dijo que el gobierno federal está satisfecho por el reglamento de la LBOGM , el cual, junto con la ley, da lineamientos para llevar a cabo los ensayos con los organismos genéticamente modificados (OGM), y no define ni restringe superficies. “Un país como México, con las necesidades y potencialidades que tiene, requiere la biotecnología y los transgénicos. No podemos cerrarles la puerta. Lo que siempre hemos peleado es ‘déjennos realizar la experimentación para poder establecer, con bases científicas, cuáles son los riesgos reales y cuáles los grados de manejo' (...) Si los riesgos son tales que pudiéramos considerar mucho más daño que beneficio, esa sería una respuesta y el gobierno lo asumiría”.

Consideró que el rechazo de sectores de la sociedad a la experimentación de maíz transgénico no se sustenta –pues los ensayos están previstos con todas las medidas de bioseguridad que existen, incluido el corte de espigas de las plantas para que no polinicen—, y preocupa que científicos estén en esa postura, “pues tal vez su intención sea no resolver el problema” de insuficiente producción doméstica de granos básicos y dependencia de abasto del extranjero. Si los experimentos se hubieran realizado hace cuatro años, dijo, hoy México estaría en condición de enfrentar mejor la crisis alimentaria mundial. Hoy “apremia el tiempo” por la agudeza de los conflictos de oferta y precios de alimentos en el orbe.

Atender interés de productores. Señaló que la experimentación prevista para Sinaloa y Tamaulipas tiene como prioridad medir el flujo genético de una planta transgénica a otra que no lo es, para atender preocupaciones de la sociedad, pero también busca evaluar rendimientos, y dar respuestas a los agricultores.

Consultado acerca de por qué urge dar entrada a la siembra de maíces modificados en México, cuando los disponibles comercialmente en el mundo no están diseñados para las necesidades agroclimáticas del país, reconoció que el maíz Bt –que es resistente a cierto tipo de gusanos lepidópteros– “posiblemente no tenga los esquemas de combate a lepidópteros que atacan en este lado de la frontera”.

Pero dijo que el maíz resistente a herbicidas sí ofrece beneficios a nuestro país, pues reduce los costos de eliminación de malezas.

Y afirmó que la urgencia por el maíz transgénico busca que los agricultores inicien un proceso de aprendizaje sobre el manejo de medidas de bioseguridad, para que así estén listos cuando se tengan maíces más propicios para las necesidades domésticas. “Qué mejor que ir ensayando con eventos (tipos de transgénicos) que si bien no son dañinos, a lo mejor no son los más importantes (para México)”. Con esto también “vamos a informar a la sociedad que existe la capacidad y el compromiso de los productores de manejar (los transgénicos) de forma adecuada (...) Necesitamos ir definiendo esquemas de capacitación (para los agricultores) que van a surgir después del proceso experimental y piloto”.

Villalobos previó que entre las semillas a experimentar entren algunas del Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y el Trigo (Cimmyt) y del Centro de Investigaciones Avanzadas (Cinvestav) del Politécnico, donde se están desarrollando maíces resistentes a sequía y a aluminio (este último, propicio para suelos del sureste de México).