Usted está aquí: miércoles 30 de abril de 2008 Espectáculos Melón

Melón

Luis Ángel Silva
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Cachao

Ampliar la imagen El maestro de las descargas El maestro de las descargas

Los señores Israel A. Sánchez Coll y Román Munguía me enviaron unos emilios donde me participan el viaje sin retorno de Israel López Cachao, así como el de José Dolores Quiñones, cosa que me produjo un sentimiento difícil de describir, ya que a los dos tuve oportunidad de conocer.

A Cachao por medio de grabaciones con la orquesta de Arcaño y sus Maravillas, con sus descargas, y más tarde en mi primera visita a Nueva York, cuando este notable músico formaba parte de la extraordinaria orquesta de Tito Rodríguez, así como en una visita que hizo a México y me invitó a desayunar.

José Dolores Quiñones estuvo en nuestro país algunos años y tuve la oportunidad de cantar algunas de sus composiciones. Aún me acuerdo de un montuno que nunca supe su significado, decía: “Akuanbori bori kinangüe, Akuan bori bori ki nangüe” y un bolero que tuvo gran éxito en la voz de Moscovita, cuyo título es Vagar entre sombras. En la interpretación de Vicentico Valdés, Los aretes de la luna; con Benny Moré, Camarera del amor, y Toña La Negra, No te burles.

Volviendo a Cachao, estos emilios dicen que después de su estancia en Nueva York, viajó a Las Vegas para más tarde radicar en Miami, donde Andy García produjo Master sessions, y grandes conciertos en honor a su legado, creciendo su reputación de manera merecida, creo yo.

Estuve en un concierto en el Lincoln Center de Nueva York, donde actuaron Cachao, el Grupo Folklórico Experimental Neoyorquino, Chocolate y varios más que no recuerdo. Allí, Cachao contó con la colaboración de Charlie Palmieri y Alfredo de la Fe, entre otros, en una actuación maravillosa que el público le tributó una ovación de pie, por más de cinco minutos.

Son muchos los grandes músicos a los que admiro y he tenido la fortuna de escuchar en vivo y Cachao se encuentra en esa enorme lista. Por eso, mi nagüe, voy a platicarle de la orquesta de Tito Rodríguez, a la cual pertenecía el notable contrabajista cuando lo conocí. Entre los saxos estaban Mario Rivera (RIP) y Bobby Perceli; trompetistas, Víctor Paz, Tony Cofressí y el mexicano David González.

En la sección de percusiones, Marcelino Valdés, Mike Collazo, aunque el alka-seltzer me impide recordar el nombre del bongosero; en el piano, alguien a quien apodaban Pork Chops y, por supuesto, Cachao en el bajo.

Hay varias grabaciones de esta “galaxia” y en una de éstas se encuentra Descarga Cachao y otra con el título de Carnaval de las Américas, sencillamente sensacionales, donde hace coro Celio González. Era una delicia escuchar esta orquesta cuya cereza en el pastel, sin duda, era el magnífico Tito Rodríguez, que dejó interpretaciones que en mi opinión son inolvidables, al igual que su trayectoria desde lo hecho con sus Lobos del Mambo, hasta las grabaciones con Leroy Holmes y Calandrelli, dignas de los coleccionistas.

Con Machito y Tito Puente este señor de toda mi admiración y respeto formó una trilogía, desde mi punto de vista difícil de superar y digna de recordar, al punto de ser la piedra madre de lo que ahora llaman salsa. Pues, sin afán de polemizar, sus grabaciones lo confirman y me hacen afirmar: se adelantaron a su época. Desde aquí, un descansen en paz, Cachao y José Dolores Quiñones.

Pasando a otra cosa, mis felicitaciones al doctor Iván Restrepo, furibundo admirador de Dámaso Pérez Prado, que me comunica haber conseguido grabaciones del maestro matancero, consideradas rarezas, con Eartha Kitt, las Conchitas y otros más, con la particularidad de Las mañanitas, donde participan Las Tres Conchitas que tuvieron una calidad fuera de serie. Pero, como siempre pasa en nuestro país, no tuvieron el reconocimiento que merecían. ¿Por qué razón? Es una pregunta difícil de contestar.

El señor Armando Pous, musicólogo, investigador y algunos etcéteras más, hizo una contribución de grabaciones a una institución cultural (ojalá se lo agradezcan) y el señor Pavel Granados presentará en breve un libro sobre Agustín Lara, en el cual se sabrán cosas que no se habían publicado con anterioridad. Mis humildes felicitaciones para ambos y, como decía Ismael Rivera, “pa’lante y pa’lante, como el elefante”. ¡Vale!

 
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