Usted está aquí: domingo 27 de abril de 2008 Política Reservas petroleras, e ilusiones

Antonio Gershenson
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Reservas petroleras, e ilusiones

La Secretaria de Energía, a la que ya se le habían señalado fallas en su forma de “cuantificar” el petróleo que tenemos, ahora, en una conferencia, vuelve a revolver tipos de reservas que no son comparables y a sumarlas con las que no son reservas, para llegar, después de decir que “México tiene petróleo, y mucho”, para 61.3 años. Como paso intermedio en su creciente cálculo, dice que las reservas probadas alcanzan para 9.2 años, pero si se agregan las reservas probables y posibles “tenemos crudo para 27.7 años”, y ya con los recursos prospectivos llegamos a más de 60 años. Y agrega que de ahí, 55 por ciento de ese “petróleo” está en las aguas profundas del Golfo de México.

Vamos a examinar en detalle el problema, y a tratar de dejarlo ya de lado. Porque es muy fácil repetir una y otra vez que dos y dos son cinco, a ver si así alguien se lo cree. Del documento de Pemex Reservas de hidrocarburos al 31 de diciembre de 2007, tomamos los siguientes datos, que son directos.

Las reservas de crudo a la fecha mencionada en el título del documento son, las reservas probadas, 10.5 miles de millones de barriles. Las llamadas reservas probables, 10.8 miles de millones, y las posibles, 9.9 miles de millones. Pero luego los funcionarios de Pemex usan “reserva 1P”, que son las probadas, y hasta ahí no hay problema; después, “reserva 2P”, que es la suma de probadas y probables (cuidado aquí), y “reserva 3P”, la suma de probadas, probables y posibles, que también se llaman totales. ¿Se valen estas sumas?

Veamos las definiciones de los tipos de reservas que consideramos. En el mismo documento que citamos se dice que para las reservas probables, hay más probabilidades de que se encuentre petróleo que de que no sea así. La probabilidad sería de cuando menos 50 por ciento. Si sumamos reservas probables con las probadas, que tienen mucho más probabilidad de convertirse en petróleo, ya no sabemos cuál es el total real de petróleo. Se supone que con las reservas probadas desarrolladas, que son como dos tercios de las probadas en general, la probabilidad de que haya petróleo es de casi ciento por ciento.

En cuanto a las reservas posibles, la probabilidad de que todas las reservas “detectadas” fueran de crudo real, sería cuando menos 10 por ciento, de que las cantidades realmente recuperadas sean iguales o mayores. Menos aún podemos sumarlas con las otras porque se va a dar la ilusión de que el petróleo que en verdad está ahí es muchísimo mayor que el que hay en realidad.

Las reservas probadas son las únicas que acepta la Security and Exchange Comission (SEC), que es la institución que da su aval para emisión de bonos y otras formas de crédito. Y es que esas reservas son una garantía de pago del préstamo. Son reservas en serio, no de ilusiones. El documento mencionado viene acompañado de un conjunto de anexos, de los cuales el primero se llama Nota precautoria. Ahí se reconoce que “nosotros usamos ciertos términos en este documento, tales como reservas totales, reservas probables y reservas posibles, que los lineamientos de la SEC prohíben estrictamente utilizar en sus reportes”. De modo que los montos de reservas probables y, peor, las posibles, son muy dudosos y no se pueden sumar a las reservas probadas.

En cuanto a los “recursos prospectivos”, expresamente queda claro que no son reservas. Ni siquiera se les cuantifica en el documento que hemos citado. Son estimaciones, de tal manera vagas, que se clasifican en baja, central y alta. ¿A cuál de ellas se refirió la secretaria? Ahora bien, si con las reservas posibles andamos por el 10 por ciento de probabilidad, ¿por dónde andamos en los recursos prospectivos?

Todavía hay algo más. Hay una categoría intermedia: “recursos contingentes”. También son una estimación, pero ya se les considera parte de los hidrocarburos descubiertos. Los recursos prospectivos están en la categoría “volumen original de hidrocarburos no descubierto”. De los prospectivos, todavía habría que pasar a los contingentes, y sólo después empezaría a haber reservas, primero, claro, posibles, y así. Por lo pronto, los recursos prospectivos ni a porcentaje de probabilidad de existir llegan. Como vendedora, la funcionaria no conseguiría ni un cliente.

¿Por qué no aclaró la secretaria todos estos “detalles”? ¿Por qué no agregó que el proceso es muy largo, especialmente en aguas profundas, y que el primer barril vendría saliendo, si todo va bien, dentro de diez años? ¿De dónde va a salir el dinero para las perforaciones carísimas? Obviamente, es lo que nos quieren vender, de las trasnacionales. Y éstas, ¿lo van a donar como caridad? Obviamente no. ¿Qué van a querer a cambio de esa gigantesca y riesgosa inversión?

Dejemos a los funcionarios buscar un pretexto a esta última pregunta. Lo que está claro es que durante este sexenio y el próximo no vamos a tener ni un sólo barril por este proyecto de aguas profundas, pero que lo que pidan las trasnacionales nos lo van a quitar, como ciudadanos o como país. Las reformas propuestas de por sí son inaceptables. Pero podrían ser sólo el primer paso, como sucedió con los bancos.

 
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