Usted está aquí: jueves 24 de abril de 2008 Política Novela y poesía relajaron los ánimos en el Palacio Legislativo

■ Celebran legisladores frentistas el Día Mundial del Libro

Novela y poesía relajaron los ánimos en el Palacio Legislativo

Ciro Pérez Silva y Roberto Garduño

En el salón de plenos de la Cámara de Diputados se escuchó el eco de una multitud de voces que lo mismo trasportaron los sentidos a los sabores de Colombia que a la luz de Oaxaca, a las selvas de Chiapas que a las ciudades de Francia, a la campiña inglesa que a interminables trayectos a bordo del Metro en la ciudad de México.

Con fragmentos de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez; Alacena de minucias, de Andrés Henestrosa; La izquierda explicada a mis hijas, de Henri Weber, y Nuestra tierra era del color de la sangre, de Marco Aurelio Carballo, los diputados del Frente Amplio Progresista (FAP) iniciaron la primera tanda de lecturas para celebrar el Día Mundial del Libro, instaurado por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), explicó Alfonso Suárez del Real.

“Se conmemora este día (23 de abril) porque coincide con la muerte de William Shakespeare, de Garcilaso de la Vega y de Miguel de Cervantes Saavedra”, agregó el legislador al comentario inicial mientras, con dificultad, el purépecha Humberto Alonso Razo, maestro de profesión y secretario de Asuntos Indígenas en San Lázaro, leía párrafos de un ajado libro con el que, a juzgar por su estado, más de un padre le ha explicado a sus hijas la razón por la que defiende una formación de izquierda.

Siguió el análisis de Henestrosa sobre los antecedentes del corrido mexicano; la narración del éxodo de una familia oaxaqueña a Chiapas, luego de que los “revolucionarios” asesinaron al abuelo paterno para quitarle sus tierras, versión que se corrige más adelante cuando, ya viejo, el padre se sincera con uno de sus hijos y aclara que, en realidad, quien asesinó al abuelo fue uno de sus tíos, eso sí, con el mismo propósito.

Antes se escuchó el pasaje sobre los habitantes de un pueblo que, por comer animales de dulce, perdieron la memoria y se vieron precisados a colgar papeles a cada objeto con el nombre del mismo y sus usos, hasta que la cadena de historias se interrumpió para que los diputados que mantienen tomada la tribuna del recinto legislativo desde el pasado 10 de abril se reunieran en las oficinas de su bancada para tratar asuntos que, frente a éstos que les precedieron, eran irrelevantes, aunque necesarios.

De vuelta a la poesía de resistencia, en el salón de plenos se encontraron dos pasiones: las de Mónica Fernández y Valentina Batres, que hicieron de Los amorosos, de Jaime Sabines, su particular declaración de una búsqueda que alternó con André Breton; El valor de la cultura, de Enrique González Pedrero, y Poesía amorosa, de Rosario Castellanos, para aterrizar en las historias que se leen gratuitamente y de volada en el Metro.

Lecturas que estuvieron ensombrecidas por la propuesta de la mesa directiva y su presidenta, Ruth Zavaleta Salgado, de restar a la dieta de los legisladores del FAP un promedio de 9 mil pesos por las sesiones a las que no han asistido, y a las que dejarán de asistir si la protesta se prolonga.

También, por la advertencia del coordinador del PT, Ricardo Cantú, quien adelantó que no levantarán el plantón hasta que se alcance un acuerdo que satisfaga al FAP, y subrayó que sobre el tema sólo podrán hablar los seis coordinadores del frente, ya que las opiniones aisladas, dijo, no representan al colectivo de partidos que impulsa el movimiento en defensa del petróleo.

Y cuando la formalidad declarativa pretendió instalarse en el salón de plenos, las historias urbanas prohijadas en las largas horas de guardia le cerraron el paso. “Cuentan que en los primeros días de la toma de la tribuna, el grupo de diputados de Guerrero envió una carta al Güero (Javier González Garza, coordinador de los diputados del PRD) para plantearle la posibilidad de que, en los días que durara la movilización, se permitieran las visitas conyugales”. Lo anterior se comentaba entre risas, mientras en otros grupos se ponderaba la utilidad de la gran manta con la que se cubrió la tribuna. “¡Si supieran lo útil que nos ha sido para que los fotógrafos no nos capten dormidos!”

Así, lectura y política convivieron entre las curules.

 
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