Usted está aquí: miércoles 23 de abril de 2008 Cultura Primicia para los lectores de La Jornada

Primicia para los lectores de La Jornada

Ampliar la imagen Juan Gelman recorrió este martes la exposición alusiva a los ganadores del Premio Cervantes de las Letras, montada en Madrid Juan Gelman recorrió este martes la exposición alusiva a los ganadores del Premio Cervantes de las Letras, montada en Madrid Foto: Ap

Como una primicia para los lectores de La Jornada, Ediciones Era, el sello que publica la obra de Juan Gelman en México, ha autorizado la reproducción de estos poemas del autor, incluidos en su nuevo libro Mundar, con el que se celebra la entrega del Premio Cervantes de las Letras 2007, el máximo galardón de habla hispana, al escritor avecindado en México.

Desde sus primeros libros –consigna la contraportada de Mundar–, Juan Gelman ha encontrado en el habla infantil una forma de indagar esas pequeñas fisuras del lenguaje que le abren paso a la poesía.

De este “hablar niñando”, hablar forjado en una zona preverbal, surgen voces que son claves para explorar el peculiar universo de uno de los poetas más deslumbrantes y más influyentes de las décadas recientes: amorar, primaverar, mundar, verbos afines a la necesidad de abolir ciertas pautas culturales y gramaticales que nos alejan de la esencial vocación de toda poesía: nombrar lo que no sabemos nombrar, decir lo indecible.

Acuñador de verbos

En un poema de 1982 redactado en Roma, Juan Gelman acuña el verbo que ahora sirve de título a este nuevo libro: “y la pasión mundaba como loca en tu voz”, nos dice a propósito de “la negra Diana”, compañera rebelde asesinada en Argentina.

¿Y qué podían buscar sus verdugos, los promotores del no mundo, sino sofocar ciertas maneras de decirle sí a la lucha, a la ternura, a la belleza?

Pero la muerte, nos aclara puntual el poeta, adolece de varios defectos. Más de un cuarto de siglo después, el verbo anómalo y certero ratifica su visión afirmativa, su necesidad de oponerse, de nuevo y todavía a todo lo que apuesta contra las cosas imperceptibles que soportan el mundo: el pato salvaje que cruza el cielo como una ilusión; el amor que se besa en los puente; el sencillo callejón de la espera; el sol joven que cesa la vida de la muerte; la hermosura de las calles; los mares, las mareas y todas esas tramas que hacen que el mundo no sea más que mundo... “y ninguna otra cosa”.

 
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