Usted está aquí: martes 22 de abril de 2008 Opinión Itacate

Itacate

Marco Buenrostro y Cristina Barros
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■ Del lago y del monte

Cada vez es más evidente, para la visión occidental, que las culturas indígenas conservan y practican un cúmulo de conocimientos, muchos de ellos ancestrales.

Es el caso de los purépechas de Mi-choacán, así lo muestra el libro de Arturo Argueta, Los saberes p’urhepecha: los animales y el diálogo con la naturaleza, editado por instituciones como la Universidad nicolaíta y la Universidad Nacional Autónoma de México, es resultado de un trabajo de investigación interdisciplinaria iniciado en los años 80, que ha dado múltiples frutos.

La región p’urhé abarca la cañada, la meseta, los lagos de Pátzcuaro y Zirahuén, y la ciénaga de Zacapu, que casi ha desaparecido. La relación de este grupo indígena con la naturaleza ha sido muy estrecha; arranca de la época prehispánica.

Es posible que entonces haya existido un zoológico en el que se criaban águilas, animal simbólico para los purépechas, y también guacamayas, loros y otras aves de las que obtenían plumas para hacer bellos trabajos artísticos.

El encuentro cultural entre los habitantes del lago y los del monte se evidencia en un diálogo que aparece en la Relación de Michoacán. Ahí un pescador y un cazador comparan los sabores de los pescados con los de las liebres.

Arturo Argueta hace un recorrido por las áreas de la cultura en que están presentes los animales. En la música se utilizaron caracoles, pieles de venado para hacer tambores y quijadas de animales. También se elaboraron silbatos que imitaban el reclamo de las águilas. En las piezas de alfarería prehispánica y actual, hay numerosas representaciones de peces, venados, ranas, aves, serpientes, conejos, ardillas y coyotes, por mencionar algunas.

Los animales profetizan diversos acontecimientos, como la muerte; con su conducta anuncian cambios en el clima, como la aparición de la lluvia, pues tienen sistemas de información distintos a los humanos.

En el ámbito de lo sagrado, los animales están presentes en mitos y leyendas. En el calendario festivo se representan oficios vinculados con la recolección, la caza y la pesca. En Corpus hacen representaciones de sus actividades. Los cazadores van al monte y traen venado, gallinas monteses, conejos, ardillas que ofrendan a san Eustaquio; luego reparten la carne entre los asistentes.

Son famosos los panaderos de Cherán y Tanaco. Llegan cargando sus panales y mediante un zapateado agitan a las avispas que abandonan el panal. Después se reparte la miel. Aunque los pescadores no están presentes en la representación, destacan por la gran cantidad de productos lacustres que regalan las mujeres al desfilar y por la banda que los acompaña.

 
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