Usted está aquí: lunes 21 de abril de 2008 Espectáculos Spartacus, sede de concurso para elegir a la Madonna mexicana

■ Al emblemático antro gay de Neza llegaron de Xochimilco, Tianguistengo y la Narvarte

Spartacus, sede de concurso para elegir a la Madonna mexicana

■ Canal 22 grabó el certamen, que transmitirá el próximo 9 de mayo

■ Regina Orozco, Dario T. Pie, José Cerda Guzmán y Zappa Punk, integrantes del jurado

■ Al final no se supo quién ganó

Juan José Olivares

Ampliar la imagen Los bailarines gogos menearon, dentro de una jaula, su gruesa musculatura ante los presentes Los bailarines gogos menearon, dentro de una jaula, su gruesa musculatura ante los presentes Foto: José Antonio López

Eran de Xochimilco, de Santiago Tianguistengo, de la colonia Narvarte. Lucieron sus mejores atuendos: unos precarios, otros ostentosos; sus mejores pasos de baile: contorsiones y provocaciones de lujuria. Pero todas extendieron sus alas de mariposa nocturna antes que el alba se las derritiera.

Hablamos del concurso de disfraces para caracterizar a Madonna, con la finalidad de festejar el próximo cumpleaños 50 de la cantante, que se efectuó en el Classic Night Club Spartacus, antro ubicado en Nezahualcóyotl, estado de México, icono de la cultura gay, que cada fin de semana deviene teatro oscuro de personajes abstractos, locos o locas, donde las orugas citadinas mutan en polillas multicolores.

Es “el único lugar donde soy yo”

Fue una noche especial en el Spartacus, que no sólo es nicho libertario y libertino para la comunidad gay, travesti, transexual, transgénero y buga, sino “el único lugar donde soy yo”, dijo un chico de 20 años de la colonia Maravillas, donde se ubica el antro.

Nadie podía faltar a este reven. Ni Madonna –bueno, ni siquiera se enteró, suponemos. Pero lo importante era pasarla bien. No sólo porque se haya grabado una emisión de Esquizofrenia, de lo pop a lo alternativo, programa que se transmite por Canal 22 (esta grabación se podrá ver el viernes 9 de mayo a las 21 horas). Ni porque el jurado que calificaría a las Madonnas estaba integrado por la cantante y actriz Regina Orozco, el actor Dario T. Pie (quien caracteriza comúnmente a María Félix como La Roña), José Cerda Guzmán y la roquera Zappa Punk, sino porque fue la noche de ellas, o ellos.

“Bienvenidos a su club Spartacus”, gritaba ante el micrófono la maestra de ceremonias, Daudeth. Era la medianoche del viernes. El humo de hielo seco inundaba cada rincón del lugar, decorado con una estética kitsch. Los primeros bailarines gogos, dentro de su jaula, comenzaban a menear su gruesa musculatura incitando a los chicos y a las pocas damas heterosexuales presentes. Los meseros –esos “chacales maravillas”, diría Daudeth–, ataviados con pegados boxers y botas negras, circulaban por doquier ofreciendo su servicio.

Las rolas de la llamada diva del pop resonaban a altos decibeles. Era el preámbulo del concurso, de esa Olimpiada de la felicidad que fue representar a alguien que, para muchos de los miembros de la comunidad gay, es una reina, como lo son ahora Gloria Trevi o Paulina Rubio.

La música tecno de cuatro cuartos de no muy buena calidad no cesaba. El escándalo, las primeras miradas de ligue, los coqueteos… la alegría, que depende de lo que dure abierto el antro, parecía que entraba a un reloj de arena: habría que bailar, beber, gozar y, por qué no, conocer a nuevos amigos, coincidió la mayoría.

Hasta que la maestra de ceremonias por medio del micro, solicitó: “a las concursantes, agruparse, por favor en la barra. Órale, no se hagan, culeras…”

Mientras, abajo en la pista, atiborrada con los rudos, los fresitas, los libidinosos (“quién me la brilla”, se escuchaba por ahí), los nacos, las vestidas y muchos personajes más, la fiestota en pleno con los agasajos, las invitaciones al dark room, o simplemente la charla en el pasillo rumbo al baño.

El sonido del micrófono daba la pauta al primer espectáculo de la noche a cargo de los meseros, quienes ejecutaron un coreografía con falda escocesa y todo. Ya las concursantes caminaban rumbo al tablado. Desfilaba Leslie, Georgiana, qué importa, todas lo hacían con el afán no sólo de “salir en la tele”, sino de gustar, de ser la estrella de la noche. Unas iban más preparadas que otras. La mencionada Georgiana hasta bailarines llevaba.

Mostraron lo mejor

Pero el humo, los tragos y la música ahogaban al mencionado concurso. Es decir, sin que se dijera algo, siguieron otros espectáculos, como el de los gogos y strippers, que enseñaban sus mejores pasos y calzoncitos pegados a los comensales sentados cerca de la pista. Inclusive un vaquero, que bailaba quebradita, se mostraba a los chicos tal como vino al mundo.

Nadie supo más del concurso. De pronto los integrantes del jurado ya no estaban y la fiesta transcurría como habitualmente se da en éste que para muchos es el antro, el cual ha servido también para ser sede de actos culturales, contraculturales o sociales (celebran también el Día del Niño, el chiste es festejar). Se le preguntó a la popular maestra de ceremonias Daudeth que quién había sido la triunfadora, pero sólo respondió: “¿Qué no me ves?”

El ruido y la penumbra seguían siendo cómplices de la burbuja de diversión que es el Spartacus (Av. Cuahtémoc 8 Tel. 5763-8028). Daudeth insistía en la promoción de las siguientes actividades, como la presentación de la cantante Amanda Miguel (sí, la esposa de Diego Verdaguer), el certamen Stripper Amateur o La Tanga del Año. La música, las copas y el desmadre no pararon hasta los primeros rayos del sol y nunca, nunca, se supo quién fue la gran ganadora del disfraz de Madonna. Y no importó, de cualquier modo es poco probable que la cantante, quien vive en Londres, haya sabido que las vestidas la hayan representado bien o mal, y, pues la diversión de una noche loca en el Spartacus a nadie le quita lo bailado.

 
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