Usted está aquí: viernes 18 de abril de 2008 Cultura Penultimátum

Penultimátum

■ Escándalos de la realeza

Cerrada judicialmente la teoría alimentada durante casi 11 años por el multimillonario egipcio Moahmed Al Fayed de que una conspiración salida del palacio real británico (orquestada por Felipe, esposo de la reina Isabel), ocasionó la muerte de su hijo Dodi y la princesa Diana, el 31 de agosto de 1997 en París, crece el rumor de que próximamente en un libro de “investigación” se darán todos los pormenores de un asunto que a finales de 2003 tuvo amplia difusión en la prensa europea, pero no así en la inglesa porque una prohibición legal le impidió hacerlo: la supuesta relación homosexual del príncipe Carlos, heredero de la corona, con su mayordomo, Michael Fawcett. Sobre el tema, diarios de Francia, Italia y Holanda publicaron extractos de una declaración de la princesa Diana en la que afirma sospechar que su ex marido tenía “una relación insana, excesivamente íntima, en resumen, homosexual,” con Fawcett.

Las cosas no paran ahí: se asegura que existe una grabación en que un ex sirviente del príncipe Carlos confiesa a Diana que fue violado por el citado mayordomo y que era cierta la relación que éste tenía con el futuro rey. En medio del escándalo suscitado por estas revelaciones, el diario The Independent llegó a sugerir en su momento que Carlos debía renunciar al trono en favor de su hijo Guillermo, entonces de 21 años, pues de lo contrario “será inevitable que Gran Bretaña pase a ser una república”. Otros escándalos de la familia real opacaron el caso, que ahora renace. No faltan los que sospechan que lo alimenta el millonario Al Fayed, doblemente dolido: por la pérdida de su hijo y porque jamás tendrá lo que tanto anhela: un pasaporte inglés.

Cuando hace un año la Asamblea Legislativa del Distrito Federal despenalizó el aborto bajo ciertas circunstancias, el Papa aseguró que los legisladores lo único que habían hecho era “excluirse del sacramento de la comunión”. Pronto tuvo respuesta de una veintena de legisladores demócratas de Estados Unidos, católicos además, que lamentaron en una misiva dirigida al pontífice el querer castigar a los políticos con la excomunión, pues “una sanción religiosa en la arena civil se enfrenta directamente con nuestras creencias fundamentales sobre el papel y la responsabilidad de los representantes de una democracia”.

Esa condena, agregaron, “choca con las libertades consagradas en la Constitución de Estados Unidos”. También le dijeron que “ninguna Iglesia tiene el derecho de controlar la vida moral de las personas”. El Vaticano guardó silencio. Ahora que el Papa visita Estados Unidos, la corrección política no ha sido tanta como para no recordarle la protección que la jerarquía católica ha dado a los curas pederastas, así como sus campañas contra el control natal, el aborto y hasta el condón.

 
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